Los GEI: ¿Qué son y por qué son noticia estos días?

Tras la declaración de emergencia climática por parte de la Eurocámara, los gases de efecto invernadero (GEI) vuelven a ocupar titulares. ¿Qué relación tienen con el proceso actual de calentamiento global?. Aquí te contamos más sobre ellos.

Los gases de efecto invernadero (GEI) tienen una función fundamental en la atmósfera y sin ellos difícilmente La Tierra podría albergar vida. Estos gases tienen en común que emiten y absorben radiación de longitudes de onda correspondientes a la banda infrarroja, esto les permite elevar y regular la temperatura de la atmósfera. Con las concentraciones actuales, impide que nuestro planeta experimente las extremas y nocivas condiciones que tienen nuestros vecinos, Marte y Venus. Pero también significa que una alteración en la concentración de los mismos puede producir cambios a escala global.

Algunos de los principales gases de efecto invernadero que tenemos en nuestra atmósfera son el metano, el dióxido de carbono, los óxidos de nitrógeno o el ozono, todos ellos con picos de absorción de radiación del orden de micrómetros y por tanto en el rango de los infrarrojos. El vapor de agua, de hecho, es el más importante y el más abundante, sin embargo nuestra atención siempre está puesta en los otros cuatro y muy especialmente en el dióxido de carbono, ¿por qué?

El vapor de agua es un gas cuya vida media en la atmósfera es mucho más pequeña que la de los otros GEI, de apenas unos días. Además, por las condiciones de presión y temperatura de nuestra atmósfera, el agua puede aparecer en sus tres fases y el vapor de agua se encontrará en una cantidad prácticamente constante en la atmósfera obedeciendo a un equilibrio dictado por las ecuaciones de Clausius - Clapeyron, de tal forma que la variación en su concentración dependerá únicamente de la temperatura. Esto significa que si la temperatura de la atmósfera aumenta, también lo hará la cantidad de vapor de agua y por tanto el efecto invernadero inducido por este será mayor, potenciando el efecto y contribuyendo a agravar el proceso de calentamiento.

¿Qué consecuencias tiene un aumento de un GEI en la atmósfera?

La respuesta es aparentemente sencilla, ya que un aumento del efecto invernadero contribuye a un aumento de la temperatura global, sin embargo existen muchas variables indirectas menos intuitivas. Por ejemplo, un cambio en la temperatura y en la concentración de vapor de agua contribuye a variar la cantidad y proporción de la nubosidad presente en la atmósfera, la cual tiene un importante papel a la hora de reflejar o absorber la radiación solar.

Actualmente existen modelos de predicción capaces de simular cómo sería nuestra atmósfera con distintas cantidades de estos gases y su evolución con el paso de los años y a pesar de existir una incertidumbre significativa y que se manejen distintos escenarios, no hay que subestimar la capacidad de predicción de estos modelos pese a estar hablando de años de predicción. No se puede comparar una predicción climática con una meteorológica de largo plazo en ningún caso. Si la atmósfera terrestre fuese un gran caldero de agua que ponemos en el fuego, la predicción climática nos diría a qué velocidad se calentará y cuándo comenzará a hervir, algo a primera vista fácil con los datos adecuados, mientras que la predicción meteorológica sería como anticipar el movimiento de cada gota y cada burbuja dentro del caldero. Cuanto menor sea el nivel de detalle más fácil será obtener una predicción de largo alcance.

Otro aspecto que resulta difícil de cuantificar son los efectos que podría tener un aumento de la temperatura global sobre la vida en La Tierra, y especialmente en nuestra sociedad. Actualmente estamos en un periodo de rápido calentamiento que se ha acentuado en las últimas décadas y que, de seguir produciéndose, podría tener consecuencias importantes. Nuestro planeta ha atravesado a lo largo de su historia periodos cálidos muy fructíferos para la expansión de la vida, sin embargo, el problema actual no es tanto la temperatura a la que puede llegar a calentarse sino la velocidad a la que lo hace. Los efectos de un cambio responden mucho más a este factor y es que el verdadero enemigo no son los periodos frescos ni los cálidos, sino las variaciones bruscas que superen nuestra capacidad de adaptación. Actualmente estamos experimentando una de esas variaciones que, de seguir a este ritmo, podría traer consecuencias difíciles de predecir a la par que poco deseadas.