¿Por qué la noche de San Juan se celebra con hogueras en la playa?

Este 23 de junio, miles de personas volverán a reunirse en playas para dar la bienvenida al verano con fuego, agua y rituales ancestrales. Una noche mágica y vibrante que aúna tradición y espiritualidad en una celebración colectiva.

Salto de la hoguera en la Noche de San Juan.

Cada 23 de junio, miles de personas se congregan en la costa en diferentes partes del mundo para celebrar una noche mágica. Un ritual popular con distintos matices pero que, en todos sitios, comparte la celebración del solsticio de verano y la conexión con el fuego y la purificación.

En España se la conoce como la Noche de San Juan, y es especialmente importante en Alicante, donde, además de ser su fiesta grande, está declarada de Interés Turístico Internacional.

La escena se repite año tras año: playas iluminadas por cientos de hogueras entre risas, música, saltos sobre el fuego y baños nocturnos. Pero, ¿de dónde viene esta tradición y por qué el fuego juega un papel central?

Orígenes paganos

La Noche de las Hogueras existe desde mucho antes del cristianismo. Originariamente, esta festividad estaba ligada al solsticio de verano, el día más largo del año –y la noche más corta– en el hemisferio norte.

En culturas antiguas, como la celta o la romana, esta fecha marcaba un punto de inflexión: el inicio del descenso del sol, un momento místico que requería rituales para honrar al astro rey, atraer la buena suerte, alejar los malos espíritus y pedirle buenas cosechas.

Como hoy, el fuego era entonces el símbolo por excelencia de esta celebración. Encender hogueras durante el solsticio se consideraba una forma de dar fuerza al sol para ayudarle a no perder su poder en los días venideros, que se irían acortando progresivamente.

Con la llegada del cristianismo, la Iglesia intentó adaptar estas festividades paganas al calendario religioso. Así, la noche del 23 al 24 de junio pasó a celebrarse en honor a San Juan Bautista, quien, según el Evangelio de Lucas, nació seis meses antes que Jesús, en torno al solsticio de verano.

El simbolismo del fuego y el agua

En la Noche de San Juan, las hogueras representan la purificación, el renacimiento y la esperanza. La tradición manda escribir en papeles nuestros deseos –o aquello que queremos dejar atrás– para lanzarlos al fuego como parte de un ritual simbólico de transformación.

Saltar la hoguera es otra de las tradiciones más conocidas, especialmente en regiones como Galicia, Cataluña y, sobre todo, la Comunidad Valenciana. Se cree que saltar por encima de las llamas –tres, siete o nueve veces, dependiendo de la costumbre local– trae buena suerte, salud y amor.

Pero no solo el fuego tiene protagonismo en esta mágica noche. El agua, como elemento purificador, también desempeña un rol esencial. Por ello, bañarse en el mar justo a medianoche se considera un acto de limpieza espiritual.

Las playas alicantinas, todo un espectáculo

Aunque las hogueras también se encienden en plazas o zonas rurales, las playas son las protagonistas indiscutibles de esta festividad. Ofrecen un espacio amplio y abierto que facilita tanto la reunión de multitudes como el baño ritual nocturno.

Ciudades costeras españolas como Málaga, A Coruña, Barcelona y, especialmente, Alicante, viven esta noche con especial intensidad. En esta última ciudad, la celebración se extiende durante varios días acompañada de pirotecnia y una interesante agenda cultural, lo que la convierte en una de las fiestas más espectaculares del calendario nacional.

Esta bella localidad mediterránea se salpica de monumentales esculturas satíricas de madera, corcho y cartón conocidas como “hogueras” o “ninots” que los vecinos levantan en sus barrios y que arden en la madrugada del 24 al 25 de junio.

El Museo de Hogueras de Alicante alberga una importante muestra de la fiesta más representativa de la ciudad: las Hogueras de San Juan.

A las doce de la noche, tras una espectacular palmera de fuegos artificiales que se lanza desde lo alto del monte Benacantil, donde se encuentra el castillo de Santa Bárbara, comienza la “cremà” de las hogueras. Luego, la ciudad vive la refrescante “banyà”, cuando los bomberos encargados de apagarlas rocían a los asistentes entre la euforia colectiva.

Un evento multitudinario de tradición milenaria que reúne generaciones en el comienzo del verano e invita a despedirse de lo viejo y a recibir lo nuevo, entre fuego y espuma, con esperanza, alegría y una chispa de magia.