La proeza de Felix Baumgartner: el día que saltó en paracaídas desde la estratosfera

El 14 de octubre de 2012, el cielo dejó de ser un límite. A casi 39 km de altura, Felix Baumgartner saltó desde la estratósfera, rompió la barrera del sonido… y cambió la historia de los deportes extremos y la exploración humana para siempre.

Felix Baumgartner
Felix Baumgartner preparado para saltar desde la estratosfera en una imagen de sus redes sociales

El mundo del deporte extremo y de la ciencia aeroespacial llora la pérdida de Felix Baumgartner, el hombre que un día desafió la frontera entre la Tierra y el espacio con un salto que parecía imposible. Su muerte, ocurrida el pasado 17 de julio de 2025 en un accidente de parapente en Italia, ha reavivado el recuerdo de su hazaña más asombrosa: el salto desde la estratósfera que lo convirtió en leyenda.

Un salto desde la segunda capa de la atmósfera

El 14 de octubre de 2012, Baumgartner se lanzó al vacío desde una altura de 38.969,4 metros, situada en la estratósfera, una capa de la atmósfera que se extiende aproximadamente desde los 12 hasta los 50 kilómetros de altitud. A esa altura, el cielo se oscurece, la presión atmosférica es apenas el 1% de la existente al nivel del mar y las temperaturas pueden bajar hasta los -70 °C.

Acompañado por el proyecto científico Red Bull Stratos, el salto no solo fue una hazaña deportiva, sino también un experimento que aportó valiosos datos sobre el comportamiento humano en condiciones extremas. La cápsula presurizada desde la que saltó, suspendida por un globo de helio, estaba equipada con sensores que registraron cada segundo del descenso.

Romper la barrera del sonido sin ayuda de una nave

Durante su caída libre, Baumgartner rompió la barrera del sonido, convirtiéndose en el primer humano en lograrlo sin propulsión mecánica. Alcanzó una velocidad de 1.357,6 km/h, desafiando las leyes físicas con su propio cuerpo como única resistencia.

Felix Baumgartner
Baumgartner se convirtió en el primer humano en romper la barrera del sonido sin la ayuda de propulsión mecánica. Imagen de sus redes sociales.

El salto duró 4 minutos y 19 segundos en caída libre, seguido por el despliegue del paracaídas a unos 2.500 metros de altura. Durante los primeros 50 segundos, el paracaidista giró violentamente de forma incontrolada, lo que puso en riesgo su vida. Sin embargo, logró estabilizarse antes de continuar el descenso controlado hasta aterrizar con éxito en el desierto de Nuevo México.

Un experimento útil para la ciencia aeroespacial

La hazaña fue retransmitida en directo y seguido por más de 8 millones de personas en YouTube. Más allá de eso, la misión aportó conocimiento científico de alto valor. Los datos recogidos durante el salto se han utilizado en el desarrollo de trajes presurizados más seguros para astronautas y pilotos de gran altitud, así como en protocolos de evacuación de emergencia a gran altitud.

El propio Baumgartner tuvo que superar su claustrofobia para llevar a cabo este experimento, lo que da cuenta no solo del reto físico, sino también mental que supuso. El proyecto Red Bull Stratos fue fruto de cinco años de preparación y más de 20 millones de dólares de inversión.

Una vida dedicada a volar

Baumgartner falleció a los 56 años en un trágico accidente mientras practicaba parapente en Porto Sant’Elpidio, en la provincia italiana de Fermo. El deportista sufrió un malestar súbito durante el despegue y perdió el control del aparato, que se estrelló en la piscina de un hotel.

Felix Baumgartner
Su salto desde la estratósfera es considerado por muchos como un hito comparable al aterrizaje lunar de 1969. Imagen publicada en sus redes sociales.

Nacido en Salzburgo, en Austria, en 1969, realizó su primer salto en paracaídas a los 16 años y se formó como conductor de tanque y paracaidista en el ejército austríaco. Fue el primero en cruzar el Canal de la Mancha con un traje con alas, y protagonizó saltos base desde estructuras icónicas como las Torres Petronas o la torre Taipéi 101.

Recibió numerosos reconocimientos, como el Premio Laureus al Mejor Deportista Extremo en 2012.

Baumgartner redefinió los límites de lo posible. Su salto desde la estratósfera es considerado por muchos como un hito comparable al aterrizaje lunar de 1969, por su simbolismo, su dificultad técnica y su impacto global. Como él mismo dijo tras regresar a la Tierra: “A veces hay que subir muy alto para entender lo pequeños que somos”.