¿Es el cambio de horario una chapuza? ¿Cuál sería la hora ideal?

El cambio de hora es un arreglo que el ser humano se ha inventado para aprovechar mejor la luz solar, pero... ¿es realmente efectivo? Es más complejo de lo que parece, y aquí te lo explicamos.

Reloj y hoja de otoño
El último domingo de octubre llega el temido cambio de hora, y una vez más volveremos al horario de invierno.

Este mes tiene lugar el que muchos consideramos, y con razón, el peor cambio de hora del año. En el último domingo de mes, en España tendremos que retrasar los relojes de las 3 de la madrugada a las 2. Esto implica que a partir de esa fecha se hará de noche una hora antes, motivo por el cual tanto desagrada el nuevo horario de invierno.

Los dos cambios de hora que practicamos cada año tienen como objetivo el mejor aprovechamiento de las horas de luz acorde a nuestras actividades. Aunque cada año hay cierta polémica, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) sitúa el ahorro energético en un 5%. Puede parecernos poco por tanto trastorno que nos provoca, pero para una economía que no sea la familiar, el ahorro es importante.

Desde hace unos años en cada cambio de hora vuelve el debate sobre si se debería cancelar o no, y en caso de hacerlo, con qué huso horario nos quedaríamos en España. Tal y como hemos explicado en alguna ocasión en Meteored, hay una propuesta pero no hay aún ninguna ley que lo especifique.

Cómo deberíamos medir la hora

Los cambios de hora certifican que la forma en la que el ser humano ha establecido la hora no es perfecta. Necesita modificaciones de vez en cuando para adecuar nuestra vida a la luz que tenemos. Además, la Tierra gira a una velocidad que no es exactamente igual a la que medimos nosotros, hecho que provoca aún más modificaciones que veremos luego.

La que podríamos calificar de hora ideal sería la hora solar. De hecho, la hora solar también se denomina, según la Asociación de Amigos de los Relojes de Sol (AARS) hora solar verdadera, común, astronómica o equinoccial y su descripción es literalmente la hora real. Es la que marcaría el reloj solar de cada lugar. Las 12 del mediodía sería el momento en el que el sol está en el punto más alto del cielo ese día en ese lugar.

La Tierra
El movimiento de la Tierra no coincide exactamente con el de nuestros relojes.

Esto sería perfecto, ¿verdad? ¡La hora real! ¿Cuál es el problema? Evidentemente, que la hora real solo lo es en lugar en el que nos encontramos. Cada persona tendría como hora real la que marcaría su reloj de sol, y cada reloj de sol situado en un lugar distinto marca una una distinta. Esto no es para nada práctico para dos o más personas que estén en lugares distintos porque se pierde la universalidad.

Más ajustes: los segundos intercalares y los años bisiestos

Como hemos comentado antes, nuestros relojes y nuestro calendario son muy buenos, pero no perfectos. Bien sabemos lo que ocurre con los años bisiestos. Cada 4 años se tiene que añadir un día en el calendario para dar tiempo a la Tierra a acabar de dar la vuelta completa al sol. Pero no es el único ajuste.

También existen los segundos intercalares. Cada ciertos años se tiene que añadir un segundo más a nuestros relojes debido a que la rotación de la Tierra va un poco más lenta que la manera en la que hemos dividido el año.

Así que los cambios de hora, los años bisiestos, los segundos intercalares... no dejan de ser pequeñas chapuzas para arreglar un sistema de medición del tiempo que, aunque es bueno, no es perfecto.