El "Gran Huracán Blanco" que cambió Nueva York

Entre los días 11 y 14 de marzo de 1888, es decir, hace 132 años, amplias zonas de la costa este de los EEUU fueron afectadas por una potente y violenta tormenta de nieve, que fue bautizada para la posteridad como ‘El Gran Huracán Blanco’.

La ciudad de Nueva York, suele registrar intensas nevadas invernales.

La nevada pilló por sorpresa y totalmente desprevenidos a los habitantes de la costa este de Norteamérica, ya que en los días previos había reinado un tiempo típicamente primaveral, con temperaturas anormalmente altas para la época. Por tanto, nada hacía presagiar que se fuese a vivir una tormenta de nieve histórica,la cual se convertiría en una de las mayores catástrofes naturales sufridas en Estados Unidos a lo largo de toda su historia.

Antes había reinado un tiempo típicamente primaveral, con temperaturas anormalmente altas para la época. Nada hacía presagiar una tormenta de nieve histórica.

El fuerte temporal comenzó en la jornada del domingo 11 de marzo, con una temperatura que rondaba los 10ºC, vientos fuertes del sur y una lluvia que se fue intensificando a medida que avanzaba el día. Con el paso de las horas, las temperaturas comenzaron a descender en picado hasta situarse por debajo de los 0 ºC. Los vientos fueron girando a noreste con velocidades de hasta 120 km/h y la intensa lluvia se transformó en una fuerte nevada hacia la medianoche de lunes 12 de marzo, alargándose hasta el día 14.

Algunos ventisqueros llegaron a acumular 10 metros de nieve

En muchas zonas del noreste de Estados Unidos, como Massachusetts, Rhode Island, Nueva Jersey, Connecticut o Nueva York, se acumularon entre 50 y 150 centímetros de nieve. Pero a causa de los intensos y sostenidos vientos, en algunos lugares se alcanzaron unos 10 metros de altura, llegando la nieve hasta el segundo piso de algunas viviendas.

Una vez pasada la fuerte tormenta, el panorama de las zonas afectadas era desolador, con multitud de edificios derribados, incendios o barcos hundidos en las zonas portuarias. Las comunicaciones por carretera y ferrocarril quedaron totalmente paralizadas, provocando un gran colapso que se prolongó durante varios días. En ciudades como Nueva York, la gran mayoría de los cables aéreos de tendido eléctrico, teléfonos y telégrafos, se partieron por el peso de la nieve y el viento, derribándose los postes.

El centro de Nueva York (puente de Brooklyn al fondo), paralizado por una intensa nevada. Fuente: https://www.pinterest.ca/

En cuanto al balance de víctimas mortales, se estima que se superaron las 400 personas, de las cuales unas 200 sólo en la ciudad de Nueva York.Además, debido al hundimiento o encallamiento de alrededor de unos 200 barcos, fallecieron unos 100 marineros. También comentar que hubo miles de personas afectadas por todo tipo de lesiones y contusiones, agotamiento físico extremo y amputación de miembros congelados.

Una vez finalizada la intensa ventisca, una multitud de voluntarios colaboraron durante varios días para retirar la nieve acumulada y conseguir que la ciudad de Nueva York volviese a la normalidad. Si en algo influyó claramente este histórico temporal, fue para que quedara claro que la ciudad necesitaba llevar a cabo una reforma de sus principales infraestructuras, que evitase en un futuro una catástrofe de las enormes dimensiones como la que acababa de suceder.

Cambió la ciudad para siempre

El diario 'New York Times', inició una campaña para promover multitud de cambios en la ciudad, entre los que destacaban el soterramiento de todo tipo de cableado, tanto eléctrico como de comunicaciones (telégrafo y teléfono) y la construcción de una red de transporte subterráneo (metro) que ayudara a evitar el colapso total de la ciudad en nuevas situaciones de nevadas intensas. Finalmente, la campaña en favor de todos estos cambios y reivindicaciones funcionó, pues las autoridades aprobaron en un breve espacio de tiempo la mayoría de las propuestas y se inició la transformación a fondo de toda ciudad.

El diario 'New York Times' inició una campaña para promover cambios en la ciudad, como el soterramiento del cableado y una red de transporte subterráneo. Las reivindicaciones funcionaron y la ciudad se transformó.

Por último, podríamos destacar como gran contraste a la efeméride que acabamos de detallar, que en el presente invierno 2019-20, Nueva York ha registrado el mes de febrero con menos nieve desde que se tienen registros (1868) y el séptimo invierno meteorológico (diciembre, enero y febrero) más cálido, empatado con el de 1954.