El cloro, la piscina y tú ¿amigos o enemigos?

Para los que no tenemos la suerte de disfrutar de la playa cerca, tenemos que conformarnos (y no es poco) con ir a la piscina más cercana. Confiamos en que todos los tratamientos sean adecuados y, entre ellos, pensamos especialmente en el cloro. Pero, ¿qué pasa cuando la piscina huele mucho “a cloro”? ¿Es peligroso?

Agua
La cloración ha salvado, desde 1919, 173 millones de vidas.

La asociación habitual cuando pensamos en cloro es la desinfección pero, en realidad, es un mineral fundamental para el organismo, está en muchos procesos vitales. La digestión es uno de los más importantes, pero tenemos cloro en todos los fluidos corporales: en el líquido espinal, los jugos gástricos, donde ayuda a la producción de alimentos, o en las lágrimas. Regula junto con el sodio y el potasio el equilibrio electrolítico, así que los deportistas no se pueden olvidar de él porque se elimina en el sudor.

Cuando lo usamos para desinfectar, hace cosas tan maravillosas como que abramos el grifo y podamos beber agua potable. Antes se hervía, se filtraba a través de carbón o arena… fue John Snow quien en 1854, con el brote de cólera que mató a 700 personas en una semana en un área de medio kilómetro de diámetro, añadió cloro para desinfectar la bomba que agua que inició esa epidemia. A finales del XIX y principios del XX se hizo común. Desde entonces, la OMS remarca que se han salvado 173 millones de vidas en el mundo gracias a la cloración.

Ahora que le conocemos un poco más…

Vámonos a la piscina

Lo que se añade a la piscina es una sal que se llama hipoclorito de sodio, con acción bactericida y oxidante. Si te suena a lejía, estás en lo cierto. La lejía es una disolución al 2,5% de hipoclorito en agua.

¿Cómo sabemos si se ha añadido la cantidad apropiada de cloro?

Además de lo recomendado por el fabricante, debemos mantener el pH entre 7 y 7,4. Para saberlo hay varias opciones, pero las más habituales son las tiras y las gotas reactivas que miden ambos parámetros y se observa el dato a través de una escala de colores.

Productos de saneamiento de piscina
Productos de saneamiento de piscina

Si añadimos más de lo necesario, el pH de la piscina disminuirá. Nosotros tendremos efectos como que el bañador se pueda desteñir o el pelo decolorar. También puede provocar corrosión en los equipos de mantenimiento.

Si un pH bajo está mal, uno alto también. Se puede formar sarro por la concentración de sales de calcio. Sí, como el de los dientes. De hecho, los nadadores profesionales sufrirán el “sarro del nadador” porque si el pH está por encima de la saliva, las proteínas se descomponen y se acumulan en los dientes.

¿Y cuando huele mucho a cloro?

Al contrario de lo que podemos pensar, el olor a cloro, ojos rojos, picor en la piel… es más culpa nuestra que del cloro. Es debido a las cloraminas que se producen cuando los productos de limpieza reaccionan con los compuestos nitrogenados que, digamos… “llevamos” los usuarios de la piscina, porque tanto el sudor como la orina contienen estos compuestos.

gente en la piscina
Las responsables del olor a cloro y el picor de ojos son las cloraminas

Ese es el motivo por el que hay que darse una ducha antes de entrar, para quitarnos el sudor y, por supuesto, nunca hacer pis en la piscina. Estas cloraminas son toxicas e irritantes y por eso pican los ojos y se ponen rojos. Ese olor al que llamamos “olor a cloro” es, en realidad, que necesitamos añadir más porque está hecha un asco.