3 pueblos bonitos para una escapada a menos de una hora de Madrid

No hace falta desplazarse muy lejos de la capital para descubrir auténticas joyas en forma de pueblos donde disfrutar de arquitectura, historia y naturaleza. Desde la sierra oeste hasta el este, pasando por el norte, ¿los has visitado?

Castillo de la Coracera
En San Martín de Valdeiglesias se encuentra el Castillo de la Coracera, que llama la atención por su amplia torre que cumple la doble función de defensa y residencia de señores.

"Pues el invierno y el verano en Madrid sólo son buenos, desde la cuna a Madrid, y desde Madrid al Cielo", decía un refrán de una obra de Luis Quiñones de Benavente, dramaturgo del Siglo de Oro.

Conoce estos tres pueblos encantadores a menos de 1 hora de la capital española

Hoy queremos ir más allá del cielo, porque Madrid no es únicamente la ciudad del Manzanares o la del oso y el madroño, sino también todos los pueblos que rodean a la capital y que pueden visitarse en una escapada de un día.

Un castillo medieval en plena sierra oeste de Madrid.

Uno de ellos está exactamente a 75,9 kilómetros de la ciudad del Retiro, lindando con las provincias de Toledo y Ávila. Estamos hablando de San Martín de Valdeiglesias, municipio conocido principalmente por su castillo medieval y su cercanía al pantano de San Juan.

Sin embargo, es mucho más, pues posee un gran patrimonio arqueológico, cultural y gastronómico, además de ser un área especialmente protegida, lo que comúnmente se denomina ZEPA (Zona de Especial Protección de las Aves)

Si uno visita este municipio es visita obligada "El Bosque Encantado", un jardín botánico con esculturas vegetales de la localidad, el cementerio visigótico que bordea el Cerro de las Mesas, su monasterio, y cómo no, la "playa" de la Virgen de la Nueva, en el pantano de San Juan.

Patones de Arriba, ejemplo vivo de la arquitectura negra

Y de la sierra oeste nos vamos al nordeste de la Comunidad de Madrid, al que probablemente es el pueblo más bonito de la región. No sólo lo decimos nosotros, sino que en 1999 fue declarado "Bien de Interés Cultural en la Categoría de Conjunto Histórico", por su gran valor etnográfico y ambiental.

Patones de Arriba
Prácticamente todos los edificios de Patones de Arriba están hechos con pizarra, incluso las construcciones y reconstrucciones llevadas a cabo posteriormente.

Nos referimos a Patones de Arriba, que está a unos 73 kilómetros de la capital. Es un ejemplo vivo de la arquitectura negra, ya que así es como se conoce este tipo de arquitectura rural que utiliza la pizarra, roca muy abundante en la zona, como elemento principal para la construcción.

Una vez, allí, uno tampoco puede perderse la Iglesia de San José, que data de 1653, el yacimiento arqueológico del castro Dehesa de la Oliva, de origen prerromano, la presa de El Pontón de la Oliva o la Cueva del Reguerillo, la cavidad más importante de la Comunidad de Madrid.

Nuevo Baztán, el primer pueblo de planta industrial

Y aunque la lista sería interminable, pues son muchos los pueblos preciosos que circundan Madrid, acabamos este repaso viajando al este de la comunidad, concretamente a Nuevo Baztán, el primer pueblo de planta industrial que fue construido a principios del siglo XVIII.

Nuevo Baztán
Vinos, colonias, medias de seda, jabones o vidrio fino eran algunos de los productos que demandaban las personas de la alta sociedad de la época, y esa fue la razón por la que construyeron este pueblo del sureste de Madrid.

El responsable de la creación de este municipio madrileño fue Juan de Goyeneche y Gastón, ilustre personaje nacido en el valle del Baztán, en Navarra, cuya intención era levantar un poblado en cuadrícula siguiendo el modelo de ciudad-cortijo autosuficiente que ya se había implantado un siglo atrás en Francia.

El resultado fue este precioso pueblo, donde no puede faltar la visita a la que fue la residencia de su fundador, el Palacio de Goyeneche y la Iglesia de San Francisco Javier, ambas de claro estilo barroco; sin olvidar el Centro de Interpretación o la Plaza de los Tritones.

No hay excusa para escaparse a este precioso pueblo, no sólo porque está a tan solo 50 kilómetros de la capital, sino también para ver su otro símbolo, el olmo, un imponente ejemplar que mide 15 metros, con un tronco de más de 5 metros de diámetro y que tiene más de 300 años.