Las ciudades y zonas pobladas “calientan” la lluvia

Las islas de calor tienden a reducir el número de días de lluvia engelante en las grandes ciudades Nature Las islas de calor generadas por las grandes urbes pueden reducir el número de días y los peri...

Las Ciudades Y Zonas Pobladas “calientan” La Lluvia
Las islas de calor generadas por las grandes urbes pueden reducir el número de días y los periodos de lluvia engelante respecto a las áreas circundantesCuando el aire húmedo y relativamente más cálido pasa por un suelo muy frío, la lluvia puede solidificarse, dando lugar a la lluvia engelante. En estas condiciones, el tráfico rodado puede verse afectado severamente y en determinadas condiciones quedar paralizado en muchos lugares durante el invierno.Las ciudades son focos o islas de calor que tienden a disminuir los efectos de la lluvia engelante.55 años de datos han sido utilizados y analizados por el equipo que dirige Stanley Changnon de la Universidad de Illinois en campañas urbanas. Las islas de calor no solo tienen efectos estacionales sobre el tiempo y clima, sino que además lo presentan a diario.Así, Nueva York posee uno o dos días menos de lluvia engelante, si se compara con zonas limítrofes y los periodos de lluvia engelante son más cortos. Lo mismo ocurre con Chicago. Cuando se utilizan datos de otras ciudades de menor tamaño (St Louis y Washington DC, por ejemplo) los datos son parecidos pero el periodo estacional de lluvias engelantes es el mismo. De aquí, la importancia del tamaño de la isla de “calor” para evaluar sus posibles efectos.Las islas de calor generan un entorno propicio para alterar el tiempo atmosférico, regulando la intensidad de las tormentas, nevadas, regímenes de viento, calidad del aire, etc. Así, algunas ciudades pueden generar diferencias positivas de 11 ºC respecto a sus zonas circundantes. Fuentes de calor urbanas como coches, calefacciones, etc., son los principales causantes de dichas anomalías térmicas.ReferenciasChangnon, S. A.Urban effects on freezing rain occurrences. Journal of Applied Meteorology, 42, 863 - 870, (2003).La información apareció en Nature:http://www.nature.com/nsu/030630/030630-1.html

Esta entrada se publicó en Noticias en 18 Sep 2003 por Francisco Martín León