Dióxido de carbono bajo tierra: atrapando y secuestrando este gas

Investigación y Ciencia Algunas refinerías de gas y petróleo que extraen sustancias con altas concentraciones de CO2 consiguen capturar este gas y devolverlo a las profundidades antes de emitirlo a la...

Investigación y CienciaAlgunas refinerías de gas y petróleo que extraen sustancias con altas concentraciones de CO2 consiguen capturar este gas y devolverlo a las profundidades antes de emitirlo a la atmósfera en el proceso de obtención de componentes más útiles y menos contaminantes.Los científicos están pensando bombear o secuestrar desde la atmósfera el dióxido de carbono e inyectarlo bajo tierra y así reducir las emisiones y sus efectos como gas invernadero.El dióxido de carbono es uno de los gases atmosféricos que han aumentado considerablemente por la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo, etc.) en los últimos 200 años por el ser humano. Aunque existen ciertos sumideros que eliminan parte de este gas (los océanos) su aumento han sido, es y será notorio en los próximos años.Por este motivo, se están estudiando vías y formas de eliminarlo de la atmósfera o capturarlo antes de que alcance el aire. Hoy por hoy es impensable que los coches actuales puedan capturar los gases que se queman en sus motores y depositarlos en estaciones de servicios adecuadas para ello, pero si es posible, y ya se está haciendo, realizar este mismo proceso en las grandes industrias y refinerías.Algunas chimeneas contaminantes de este gas disponen de la tecnología apropiada para capturarlo y es de esperar que se pueda extender dicha acción a otras nuevas que se vayan a construir en el siglo XXI. Algunas centrales térmicas lo hacen retrasando, de esta manera, el aumento de CO2. La clave del proceso es que sea de bajo coste en su tratamiento, captura y almacenaje debajo de la tierra. Por otra parte, el almacenamiento debe garantizar unas condiciones de estanqueidad elevadas para que el gas no pueda escaparse.Desgraciadamente, las técnicas actuales no son muy eficientes y, a veces, requieren el consumo de energía que a su vez podría quemar más carbón. Los costes deberían ser asumidos por todos los elementos implicados en su uso, quema y disfrute desde la empresa al propio consumidor de electricidad, por ejemplo.Los almacenes de CO2 del interior de la tierra podrían ser bolsas de petróleo o gas ya vacías, formaciones subterráneas de salmuera, zonas con minerales con compuestos carbonatados, profundidades oceánicas. De hecho en el desierto de Salah en Argelia se están extrayendo gas natural en bruto que contiene mucho CO2 siendo demasiado perjudicial para usos comerciales. En la extracción se elimina este gas mediante absorbentes químicos, se comprime y se devuelve al interior de la tierra. Ciertas sustancias pueden reaccionar con el CO2 y convertirse así en secuestradoras de este gas.Lógicamente, los riesgos de estos procesos son evidentes. El almacenamiento masivo no será nunca perfecto y podría haber pérdidas masivas o graduales. La primera es de altísimo riesgo pues el CO2 en grades cantidades es un gas venenoso que puede acarrear la muerte a los seres vivos. En este hecho se basan los ecologistas y otros grupos que ven a los almacenamientos masivos como bombas de relojería futura, temiendo que escapes masivos e incontrolados puedan perjudicar a la vida animal y humana.Los años venideros serán claves para analizar y ver si estas técnicas de secuestro y captura de CO2 son eficaces y podrán ver la luz de forma masiva, efectiva y comercial para enviar a formaciones geológicas profundas este gas.ReferenciaDióxido de Carbono bajo tierra, 2005: R.H. Socolov. Investigación y Ciencia. Septiembre 2005, pp. 22-29

Esta entrada se publicó en Noticias en 27 Oct 2005 por Francisco Martín León