Entrevista del mes: Michel Rosengaus (2ª parte)

Meteorólogo, Asesor y Ex coordinador del Servicio Meteorológico Nacional de México

Figura 1.- Vientos máximos generados por el huracán Wilma
Figura 1.- Vientos máximos generados por el huracán Wilma, en la temporada 2005, a su paso por los estados mexicanos de Yucatán y Quintana Roo, en la Península de Yucatán.

Meteorólogo
Asesor y Ex coordinador del Servicio Meteorológico Nacional de México

¿Cuáles son los principales retos actuales y cuestiones abiertas que tienen encima de la mesa los científicos que estudian a los huracanes?

Yo propondría dos. Por un lado, el lograr que la población sujeta a posibles efectos de ciclones tropicales comprenda a cabalidad el fenómeno al que (tarde o temprano) se estará enfrentando y que conozcan las medidas de prevención a largo y corto plazo, así como las medidas necesarias para enfrentar la emergencia. Una sociedad moderna cada vez más alejada de los vaivenes de la naturaleza, creciente en tamaño y demandas, con fuertes contrastes en resiliencia y saturada de informaciones no especialmente importantes, tiende a ser un blanco perfecto para desastres ocasionados por ciclones tropicales.

El segundo sería el lograr mejores herramientas para pronosticar adecuadamente los cambios en la intensidad que puede sufrir un ciclón tropical ya existente, tanto la intensificación abrupta (como la que le ocurrió a Wilma en 2005 sobre el Caribe Oeste) como de debilitamiento abrupto como la que le ocurrió a Don en 2011 en el Golfo de México. Pero hay muchos otros retos. En un segundo orden de importancia, yo adheriría mejoras en las herramientas de pronóstico de trayectoria para diferencias cambios sutiles en las trayectorias, por ejemplo que pudieran diferenciar entre el alertamiento para Ivan 2004 y para Wilma 2005, dos huracanes intensos muy similares entre sí, el primero de los cuales no produjo daños en México mientras que el segundo resultó en un verdadero desastre. También resulta importante encontrar mecanismos para que la población pueda tomar decisiones correctas bajo la incertidumbre que existe, y continuará existiendo, en todo tipo de pronósticos asociados con ciclones tropicales.

¿Qué factor es el que más influye para que una tormenta tropical se refuerce y pase a convertirse en un huracán?

Los factores que ya se mencionaron que controlan la actividad ciclónica de una cierta temporada, también resultan determinantes en la evolución de una tormenta tropical a un huracán: que su trayectoria lo lleve sobre aguas de suficiente temperatura y contenido de calor y que sea arrastrado por un ambiente de vientos relativamente uniforme en la vertical. Dado que todo el aire húmedo y cálido que converge a nivel superficie alrededor del ojo de un ciclón tropical asciende y diverge en la parte superior de la troposfera, las condiciones adecuadas para que esta salida se dé en forma eficiente resulta también determinante para la intensificación de una tormenta tropical a un huracán. Alrededor del 50% de las tormentas tropicales evolucionan a categoría huracán.

Hay que recordar que, no hay ningún cambio abrupto en el comportamiento en el paso de una tormenta tropical a un huracán, es simplemente el paso de un umbral predeterminado arbitrariamente por el hombre. Es la evolución natural paulatina de un ciclón tropical bajo condiciones adecuadas para su desarrollo. La clasificación en depresión tropical, tormenta tropical y huracán, y para el caso entre huracán de categorías uno a cinco en la escala de Saffir-Simpson resulta muy conveniente para transmitir el grado de intensidad y peligrosidad al público en general, pero ha producido una cierta confusión en el aspecto de no identificarse que se trata simplemente de diferentes etapas de desarrollo de un mismo fenómeno.

Resulta también muy interesante diferenciar entre los núcleos convectivos (o centros de baja presión incipientes) semilla que sí se desarrollan en ciclones tropicales de aquellos que no lo hacen. Pero esto ha resultado mucho más complicado. Las condiciones que ya se han mencionado resultan ser condiciones necesarias, pero no suficientes para que un ciclón tropical se desarrolle a partir de uno de ellos. Todavía no tenemos ninguna explicación universalmente aceptada al respecto. La identificación misma de los centros (sospechosos) a los que se les inicia un seguimiento detallado es todavía tanto arte como ciencia.

Figura 2.- Reconstrucción a partir de imágenes de satélite del huracán Ike (2008) en aguas del Golfo de México.
Figura 2.- Reconstrucción a partir de imágenes de satélite del huracán Ike (2008) en aguas del Golfo de México.
¿Cómo funcionan en México los avisos de huracán o tormenta tropical a la población?, ¿Están bien preparados en su país para afrontar ese tipo de situaciones?

Numerosas instituciones gubernamentales en México actúan dentro del marco del Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC) para alertar y tomar las medidas necesarias ante la posible incidencia directa o afectación indirecta de un ciclón tropical. El primer eslabón es, en efecto, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), ubicado dentro de la Comisión Nacional del Agua en el sector Medio Ambiente y Recursos Naturales. Las emisiones de sus avisos y alertas dependen de la distancia de los sistemas a las costas mexicanas y van de cada seis horas con la simple existencia de un ciclón tropical en el Atlántico Norte o en el Pacífico Nororiental, hasta cada hora cuando el sistema está por entrar a tierra mexicana.

Pero la Coordinación General de Protección Civil, en el ámbito de la Secretaría de Gobernación, y líder del SINAPROC, ha implementado el Sistema de Alerta Temprana en caso de Ciclones Tropicales (SIAT-CT), que comprende una serie de niveles de alertamiento de diferentes colores, que dependen de la distancia del sistema a cada municipio, de la intensidad del sistema y de si se encuentra en fase de acercamiento o de alejamiento. Cada nivel de alertamiento conlleva un conjunto de acciones específicas para cada una de las organizaciones componentes del SINAPROC. El éxito del sistema radica en la participación congruente y sincronizada de los diversos componentes del SINAPROC, cada quién en su área de responsabilidad. Las fuerzas armadas de México tienen un papel preponderante en las acciones inmediatamente antes, durante y después de la ocurrencia de un ciclón tropical.

Los resultados hablan por sí mismos. En la última década, el número de víctimas mortales directas e indirectas por ciclones tropicales en México ha sido muy bajo, como se esperaría de un país con un mayor nivel de desarrollo que el que tiene México en estos momentos. Organismos internacionales han señalado esto en diversas ocasiones. Paradójicamente, el principal problema actual no es con los huracanes muy intensos, sino con sistemas relativamente débiles (tormentas tropicales o depresiones tropicales, pero altas productoras de lluvia) que no alcanzan a producir en la población el nivel de reacción requerido precisamente por su relativa debilidad.

Figura 3.- Máximas precipitaciones dejadas por ciclones tropicales durante el período 1981-2006 en los diferentes estados mexicanos.
Figura 3.- Máximas precipitaciones dejadas por ciclones tropicales durante el período 1981-2006 en los diferentes estados mexicanos.
¿Qué tipo de información obtienen los aviones cazahuracanes de la NOAA durante sus vuelos a través de los huracanes?

La mayor parte de los aviones cazahuracanes no pertenecen a la NOAA, sino a la Reserva de la Fuerza Aérea. Su 53º escuadrón de reconocimiento meteorológico cuenta con 10 aeronaves Hércules C130J con base en Biloxi, Missisipi. En contraste la NOAA cuenta con dos P3-Orión y un Gulfstream IV con base en Tampa, Florida.

Los aviones cazahuracanes son, en forma fundamental, plataformas que llevan una estación de radiosondeo al lugar idóneo para obtener la información más importante de un huracán. La diferencia más importante es que este radiosondeo no está basado en una radiosonda que asciende sostenida por un globo, sino en una radiosonda de caída que desciende desde la altitud de vuelo hasta la superficie del mar, retardada por un pequeño paracaídas. Por supuesto, los aviones cazahuracanes también realizan todas las mediciones meteorológicas que los aviones realizan de todas formas y las transmiten en tiempo real al Centro Nacional de Huracanes en Miami, Florida. En los últimos años, las 10 aeronaves del 53º Escuadrón fueron equipados también con escaterómetros de pasos múltiples en frecuencia bajo una de sus alas, mismo que apuntan hacia la superficie del mar y obtienen muy buenas aproximaciones a la velocidad de viento superficial con base en la rugosidad capilar de la superficie del agua.

Figura 4.- Avión cazahuracanes de la Reserva de las Fuerzas Aéreas de los EEUU (USAF).
Figura 4.- Avión cazahuracanes de la Reserva de las Fuerzas Aéreas de los EEUU (USAF).

Los aviones de la NOAA, más orientados a investigación y desarrollo que a trabajo operacional, tienen muchos más instrumentos, destacando en los P3-Orión, un radar meteorológico retráctil bajo el fuselaje que obtiene cortes horizontales, y un radar meteorológico en la cola que obtiene cortes verticales. Entre ambos, aprovechando el movimiento de la aeronave, se pueden realizar exploraciones tridimensionales de la reflectividad y de las velocidades Doppler en el interior de los huracanes.

Ocasionalmente, más frecuentemente en forma reciente, los aviones sueltan boyas de caída diseñadas para empezar a medir cuando llegan a la superficie del mar, dejando un transmisor en la superficie y continuar midiendo el perfil de parámetros oceánicos hasta unos 300 metros de profundidad. Nuevamente, la mayor ventaja de esta plataforma es que pueden llevarse las mediciones a los sitios donde producirán los mayores beneficios en el pronóstico de la trayectoria, pero sobre todo de la evolución de la intensidad.

Figura 5.- Pareja de aviones P3 Orion de la NOAA sobrevolando varios cúmulos de gran desarrollo.
Figura 5.- Pareja de aviones P3 Orion de la NOAA sobrevolando varios cúmulos de gran desarrollo.

Las ubicaciones idóneas de los ciclones tropicales se consideran aquellas obtenidas precisamente con los aviones cazahuracanes, cuando entran al ojo del mismo y visualmente ubican la posición del centro del ojo.

Desgraciadamente, hoy en día solo se realizan vuelos de aviones cazahuracanes sistemáticos y continuos para sistemas que amenazan zonas pobladas en el Atlántico Norte, en ninguna otra de las zonas ciclogénéticas del planeta. 

Vd. Es un activo usuario de la red social Twitter y a través de ella ha llevado a cabo un exhaustivo seguimiento de la temporada de huracanes 2011. ¿Cómo valora su experiencia en Twitter?, ¿deberían de estar en ella todos los Servicios Meteorológicos?

En efecto, soy un usuario reciente de Twitter, a través del cuál empecé a emitir mensajes al principio de la temporada 2011. Se trata de un medio muy efectivo pues, por ejemplo, combinando el número de seguidores que tengo con el número de twitts que emití durante la temporada, resultó equivalente a haber enviado un mensaje personal (en tiempo real) a 5 millones de personas. Considerando a las retransmisiones que mis seguidores realizaron a sus propios seguidores, el número puede multiplicarse varias veces. Es muy difícil obtener penetraciones similares en breve tiempo por otros medios. Pero hay que estar conscientes de que dicha información le llega mezclada al usuario con mucha otra de otros temas, y con grados de calidad y fiabilidad desconocidos. Me parece que los Servicios Meteorológicos deberían todos usar estos medios como una de las herramientas para transmitir su información, sus boletines y sus alertas (muchos de hecho ya lo hacen), pero siempre apoyados en otros medios alternativos, como páginas web formales institucionales y la interacción tradicional con los medios masivos de difusión electrónica y prensa.

Podría pensarse que un medio limitado a 140 caracteres no sería un buen mecanismo de transmisión de información meteorológica, pero hay que recordar que los 140 caracteres se pueden convertir solo en el título o en el gancho para mayor información que puede ser gráfica, estar ubicada en páginas web, inclusive estar ubicadas en otros redes sociales (como Facebook), etc. Me parece que el principal atractivo de Twitter, específicamente, es la gran presencia de teléfonos celulares, cada vez más frecuentemente del tipo inteligente, que llevan en tiempo real la información a los posibles interesados. Para el que le interese el tema de los ciclones tropicales, siga a @ciclotrop.

En México, ¿cuál ha sido el ciclón tropical más destructivo?

Dado que la densidad de infraestructura dañable y la densidad de población, en general, se incrementan con el tiempo, resulta difícil aseverar que uno u otro ciclón tropical ha sido el más destructivo en México. Pero en mi opinión, algo subjetiva, me parece que esa distinción la tiene todavía el huracán Gilbert que incidió en México en septiembre de 1988, primero sobre el extremo NE de la Península de Yucatán (no lejos de Cancún) y por segunda ocasión sobre la costa del Golfo de México, cerca de La Pesca, Tamaulipas, para después dejar lluvias torrenciales en el cañón del río Santa Catarina que pasa por Monterrey y producir del orden de 200 víctimas mortales en esta zona. Pero otros candidatos podrían ser Wilma en 2005 o Pauline en 1997. En 2010 y 2011, los primeros ciclones tropicales de cada temporada del Atlántico Norte, Alex y Arlene respectivamente, a pesar de ser sistemas relativamente débiles en cuanto a vientos, han dejado volúmenes de precipitación record, esto en el Noreste de México.

Figura 6.- Campo de vientos reconstruido del huracán Emily en las cercanías de la Península de Yucatán el 18 de julio de 2005.
Figura 6.- Campo de vientos reconstruido del huracán Emily en las cercanías de la Península de Yucatán el 18 de julio de 2005. CRÉDITO: NOAA/ AOML/ Hurricane Researh Division
¿Hay diferencias sustanciales entre los ciclones del Pacífico y los del Atlántico que afectan a México?

No existen diferencias tan grandes entre los ciclones tropicales del Atlántico Norte y del Pacífico Nororiental como el público en general lo percibe. Presentan trayectorias, intensidades, extensiones y velocidades de translación similares. Esto se puede observar con objetividad en la publicación Atlas Climatológico de Ciclones Tropicales en México publicado por CENAPRED-IMTA, en la que se analizan intervalos comunes en ambas cuencas, desde 1949 hasta 2000.

Sin embargo, si hay una diferencia importante para México. Los ciclones tropicales que inciden sobre México en el Atlántico Norte son aquellos que no han recurvado, por lo que con frecuencia han tenido trayectorias largas desde las costas de África hasta América, por lo que han tenido amplia oportunidad de desarrollarse. En contraste, los ciclones tropicales del Pacífico Nororiental que inciden sobre México son aquellos que han recurvado de su trayectoria típica. Puesto que los puntos de génesis están relativamente cerca de México, son ciclones tropicales que han tenido menor oportunidad para desarrollarse y por ello tienden a incidir con una intensidad, estadísticamente, menor que la de los del Atlántico Norte.

La otra gran diferencia es mediática. Mientras que los ciclones tropicales del Atlántico Norte pueden afectar a muchas naciones, en el Caribe, Centroamérica y Norteamérica, y por ello atraen mucho la atención de los medios, los ciclones tropicales del Pacífico Nororiental tienden a afectar a un solo país, México, por lo que son menos famosos. En las cercanías de México, la actividad ciclónica es más densa en el Pacífico Nororiental que en el Atlántico Norte, lo que también puede observarse con claridad en los mapas de la publicación antes mencionada.

Agradecer desde la RAM a Michel por su extensa e interesante entrevista, con tantos lujos de detalles.

Esta entrada se publicó en Entrevistas en 03 Mar 2012 por Francisco Martín León