Descubre el jardín botánico en Madrid que casi nadie visita
Hay un oasis urbano en Madrid con una historia centenaria y con un espectáculo de almendros en flor que pocos conocen y muchos disfrutan en febrero y marzo.

En el noreste de la capital de España hay un parque con casi un siglo de vida que se mantiene como un rincón poco frecuentado, aunque está cargado de historia y belleza natural. La Quinta de los Molinos, ubicada entre calles emblemáticas y muy cerca del estadio Estadio Riyadh Air Metropolitano, combina arquitectura, naturaleza y un diseño paisajístico que ha evolucionado durante más de 100 años.
Su origen se remonta a la adquisición de varias parcelas a principios del siglo XX por César Cort Botí, ingeniero y arquitecto que dejó huella en el urbanismo madrileño. Cort Botí aplicó aquí muchas de sus ideas sobre la integración de la ciudad con el entorno rural, creando un espacio donde la función agrícola y la recreación se entrelazan con un estilo mediterráneo muy cuidado.
En el barrio de El Salvador, el Parque de la Quinta de los Molinos sorprende con sus caminos arbolados y un paisaje que cambia con cada estación.
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Famoso por la floración de sus almendros en primavera, este espacio combina historia, naturaleza y tranquilidad en pleno Madrid. pic.twitter.com/6DEDlQiDss
Tras pasar por distintas manos y décadas de abandono, la finca fue cedida al Ayuntamiento en 1982, consolidándose como parque histórico y convirtiéndose en un refugio urbano que sorprende por su amplitud, sus paseos y sus más de 6.000 almendros.
Quinta de los Molinos: un jardín que combina historia y naturaleza
La Quinta de los Molinos ofrece un recorrido por dos mundos distintos. La parte norte está concebida como un jardín romántico mediterráneo, con senderos curvos, praderas y rincones ornamentales que incluyen estanques y fuentes. Allí se levantan edificios de interés arquitectónico, como el palacete de estilo secesión vienesa, la Casa del Reloj, el invernadero y los antiguos molinos, así como una pista de tenis que nos transportan a tiempos de ocio aristocrático.
En contraste, la zona sur conserva vestigios de su pasado agrícola. Este sector más abierto y sencillo se caracteriza por la plantación de almendros en cuarteles, protegidos por árboles altos que rompen los vientos y acompañados por senderos peatonales que invitan a recorrerlos con calma. La floración de los almendros, que va de finales de invierno a principios de primavera, transforma el parque en un espectáculo de colores blanco y rosa que atrae a madrileños y turistas.
Preciosa mañana de paseo por La Quinta de los Molinos.#madrid pic.twitter.com/qgiEXAQv0d
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La finca está totalmente cercada, con cinco accesos que facilitan la entrada desde distintos puntos. La Quinta de los Molinos limita con algunas de la calles más reconocidas, incluyendo Alcalá, Juan Ignacio Luca de Tena, Miami y la Avenida 25 de Septiembre, lo que la convierte en un enclave fácil de localizar pese a su carácter de “secreto bien guardado”.
Un jardín protegido y reconocido oficialmente
El valor histórico y natural de la Quinta de los Molinos ha sido reconocido formalmente. Está catalogada en el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1997 como “Jardín Histórico” y figura en el Catálogo de Parques Históricos y Jardines de Interés con nivel 1 de protección. Además, recientemente ha sido declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico, asegurando las medidas de conservación y protección de manera inmediata.
Esta catalogación no sólo subraya su importancia histórica, también preserva un legado arquitectónico y paisajístico único en Madrid. Los elementos arquitectónicos, como los molinos o la Casa del Reloj, conviven con un entorno natural rico en especies variadas: pinos, olivos, cedros, plátanos, tilos, eucaliptos y rosales, creando un ecosistema urbano diverso que se mantiene prácticamente intacto.
Hoy en el entorno de la Quinta de los Molinos. Madrid. #Otoño #Madrid pic.twitter.com/DR4NCZapVq
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Los almendros, sin embargo, siguen siendo la joya del parque. Su espectacular floración es el momento álgido del año, cuando las ramas blancas y rosas ofrecen un escenario digno de fotografiar y de paseos contemplativos. Aunque el parque tiene distintos sectores con almendros, los más famosos se encuentran cerca de la entrada secundaria de la calle Alcalá y de la calle Miami, donde la concentración de árboles genera un efecto visual sobrecogedor.
Un lugar para descubrir todo el año
Más allá de la floración, la Quinta de los Molinos es un lugar ideal para pasear, practicar deporte o simplemente disfrutar de la tranquilidad lejos del bullicio de Madrid. Sus praderas, caminos sinuosos y rincones con historia invitan a perderse durante horas y a observar los detalles arquitectónicos y botánicos que pasan desapercibidos en un primer vistazo.

Visitar este jardín es como sumergirse en un fragmento de la ciudad donde el tiempo parece moverse más lento, en un entorno que combina el pasado agrícola con la modernidad urbana. Es un espacio que no sólo conserva la memoria de César Cort Botí y de las ideas urbanísticas del siglo XX. También ofrece un respiro verde y colorido para quienes buscan un lugar distinto dentro de la capital.
La Quinta de los Molinos demuestra que Madrid se disfruta por sus plazas y sus museos, pero también por sus jardines secretos. Poco concurridos y cargados de historia, estos jardines ofrecen experiencias únicas y memorables a quienes se animan a explorar más allá de las rutas habituales.