El otoño europeo en su máximo esplendor: 5 ciudades para disfrutar de los paisajes dorados

En esta estación el Viejo Continente se transforma en un mapa de colores cálidos. Viajar en otoño significa caminar entre hojas, saborear momentos de calma y dejarse envolver por ciudades teñidas de nostalgia que respiran historia y arte.

La luz del otoño transforma los paisajes del Viejo Continente hasta convertirlos en verdaderas postales.

Con la llegada del otoño, Europa viste sus paisajes de dorado, las calles se vuelven más tranquilas y la luz dibuja nuevas perspectivas sobre la arquitectura y la naturaleza.

Viajar en estos meses es descubrir otra cara del Viejo Continente: menos bulliciosa, más íntima, más nostálgica y acogedora. Una estación que invita a caminar sin prisas, detenerse en cafés históricos y admirar parques que parecen sacados de una pintura impresionista.

5 destinos en Europa ideales para el otoño

Entre la gran variedad de rincones europeos que se transforman en esta época del año, cinco ciudades destacan por su esplendor otoñal y su capacidad de enamorar a visitantes que buscan placeres que solo se pueden disfrutar en esta estación.

Praga (República Checa): niebla, torres y reflejos dorados en el Moldava

Conocida como la “Ciudad de las Cien Torres”, Praga ofrece en otoño un espectáculo visual difícil de igualar, como si hubiera sido sacada de un cuento gótico.

Panorámica de Praga y su famoso Puente de Carlos.

El Puente de Carlos envuelto en neblina matutina, los jardines del Castillo teñidos de tonos cálidos y los paseos a lo largo del río Moldava, crean una atmósfera encantadora.

Además, es una temporada ideal para disfrutar de la ciudad con menos turistas y saborear su tradición cervecera en tabernas centenarias o pasear tranquilamente por Malá Strana (el “barrio pequeño”), con sus calles empedradas y su aroma a pan recién horneado.

Edimburgo (Escocia): magia celta y pubs acogedores

Octubre y noviembre son meses ideales para combinar cultura, naturaleza y ambiente acogedor en la capital escocesa, donde conviene no perderse la celebración de la noche de Samhuinn, que marca el fin de la cosecha, el comienzo del invierno y el año nuevo celta.

Vista otoñal del castillo de Edimburgo.

El contraste entre el casco histórico medieval y las extensas zonas verdes también convierten a Edimburgo en un destino privilegiado en otoño. Lugares como Holyrood Park y Arthur’s Seat se llenan de hojas doradas, y ofrecen rutas de senderismo con vistas espectaculares de la ciudad.

Además, la luz suave de la estación realza la arquitectura de piedra y los cafés del centro histórico se convierten en refugios perfectos contra el fresco escocés mientras el sonido del violín acompaña la caída del día.

Budapest (Hungría): baños termales y cruceros por el Danubio

Dividida por el Danubio, Budapest ofrece un escenario otoñal que combina majestuosidad y serenidad.

Realizar un crucero por el Danubio es una de las formas más populares de contemplar la belleza de Budapest.

Los parques como el de la Ciudadela o la Isla Margarita se convierten en auténticos tapices de hojas multicolores. Y los cruceros por el río permiten contemplar cómo los reflejos dorados iluminan el Parlamento y los puentes históricos.

Imprescindible acercarse al Bastión de los Pescadores, en la colina de Buda, que ofrece las mejores vistas de esta monumental ciudad.

Además, nada se compara a la experiencia de sumergirse en los baños termales al aire libre, disfrutando del contraste entre el agua caliente y el aire fresco de esta época del año.

Múnich (Alemania): cerveza y tradiciones

Famosa por el Oktoberfest, una de las mayores fiestas populares del mundo, Múnich guarda otros encantos otoñales que van más allá de su famosa cerveza.

Vista aérea de la Marienplatz, en Múnich.

Por ejemplo, el bellísimo Englischer Garten, uno de los parques urbanos más grandes de Europa, se convierte en un mar de hojas amarillas y naranjas digno de contemplar.

El ambiente de esta ciudad alemana se intensifica durante el mes de octubre: mercados locales, cerveza artesanal, música tradicional y gastronomía de temporada ofrecen al viajero una experiencia completa.

Desde aquí, además, se pueden hacer excursiones hacia los Alpes bávaros, que en otoño ofrecen verdaderos paisajes de postal.

Florencia (Italia): calma renacentista

En la Toscana, el otoño regala a Florencia una luz suave que acaricia las fachadas del corazón del Renacimiento. Su atmósfera incomparable se vuelve más tranquila, lo que resulta ideal para quienes desean recorrer museos y plazas sin aglomeraciones.

Bella estampa de la Catedral de Santa María del Fiore, en el corazón de Florencia.

El Jardín de Bóboli, antiguo parque privado de los Médici, la plaza de Miguel Ángel, el Ponte Vecchio sobre el río Arno o la Catedral de Santa María del Fiore – conocida como Duomo –, visitas obligadas para los visitantes, son escenarios privilegiados para contemplar el manto otoñal que cubre esta impresionante ciudad.

El viaje se completa con sabores de temporada, porque el otoño es la época de festivales gastronómicos, como la vendimia y las ferias de la trufa y la castaña, además de otros eventos culturales que añaden un encanto especial a la visita.