Las primeras nevadas en las cordilleras españolas

Como nos han ido advirtiendo en los diferentes medios de comunicación, estos últimos días del mes de octubre es probable que nos traigan las primeras nevadas de cierta entidad a las cotas más elevadas de nuestro país.

Pirineos
En las cotas más elevadas de la cordillera de los Pirineos, la nieve hace acto de aparición a finales del verano.

Es habitual que, cada año, en las cordilleras montañosas más elevadas caiga la primera nevada en verano. Si nos ceñimos al verano como esa estación que empieza el 21 de junio y termina entre el 22 o 23 de septiembre, y teniendo en cuenta que las cotas máximas de nuestras montañas superan los 3.000 m de altitud, a la mayoría esta afirmación ya no se le hace extraña, pero si además nos aventuramos a afirmar que muchos años la primera nevada cae en el mes de agosto, esa afirmación cuesta más de creer.

Y sin embargo así suele ser: cada año la primera nevada, esa que cae sobre el suelo aún caliente, suele llegar en agosto. A veces es nieve tal como la imaginamos, otras veces es un granizo que lo deja todo blanco como si de nieve se tratara, pero con el agravante de que, si estamos en la montaña en ese momento, duele al caer.

Evidentemente, esas nevadas duran apenas unas horas: con el nuevo día, entre el calor del sol y el del suelo, a poco que regresen las condiciones “propias” del verano, la nieve o el granizo se funden y desaparecen río abajo.

Es a partir de septiembre, y sobretodo del actual mes de octubre, con el día más corto y las condiciones más frescas, cuando esas nevadas pueden cubrir la montaña durante varias jornadas consecutivas. Ya en noviembre o diciembre quien piensa en nuestras cordilleras las imagina permanentemente blancas, con una capa de nieve cada vez de mayor espesor.

El pico Veleta (3.396 metros), situado en Sierra Nevada, recibe con frecuencia la visita de la nieve en septiembre y octubre.

¿Vas a ir a la montaña? Unos consejos...

Para aquéllos que se dirijan a la alta montaña (por encima de 2.500 metros) será una buena costumbre, independientemente de la previsión meteorológica, incluir en la mochila gorro, dos pares de guantes (con unos guantes finos seguramente ya no será suficiente), un extra de ropa de abrigo y una manta térmica. En montaña las condiciones meteorológicas pueden cambiar rápida y drásticamente, pero además los recorridos a estas cotas se suelen empezar al amanecer o antes (cuando la temperatura alcanza su mínimo diario).

A partir de octubre deberemos estar muy atentos a estos días en que la montaña se cubre de blanco, porque además progresar por la montaña recién cubierta por una fina capa de nieve suele ser muy incómodo y tendremos que estar atentos para evitar resbalones, torceduras por piedras tapadas sólo a medias, etc.

Normalmente, la información está ahí, solo es necesario buscarla y hacer una correcta interpretación de la misma. Si tenemos la información antes de salir, nos podremos equipar en consecuencia y no nos sorprenderán los elementos una vez estemos en el monte.