¿Por qué el año tiene doce meses?

Todos sabemos que un año es el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del sol, pero... ¿por qué razón el año se dividió en doce meses? ¿Y por qué algunos meses duran más que otros? 

Calendario
¿Por qué dividimos el año en doce meses?

Si nos paramos a pensar en por qué el año se divide en doce partes, llegaremos a la conclusión de que no tiene ningún sentido. Podríamos decir entonces que dividir el año en 365 días tampoco lo tendría, pero en este caso, al menos, todos los días duran lo mismo.  

Antes de entrar en materia vamos a ver primero qué significa la palabra mes. Aunque hay muchas dudas sobre su origen, parece que proviene de mensis, del latín, y a su vez, del griego mene, que significa luna. Así que ya tenemos que el mes y la luna tienen algún tipo de relación. Pero cada mes lunar, también denominado lunación, dura 29 días. Exactamente 29,53. Los meses, salvo uno, duran 30 o 31 días. Así que entre el mes actual que nosotros conocemos y un periodo lunar hay una diferencia considerable.

Nuestro calendario moderno tiene una estrecha relación con el calendario lunar. 

El ser humano se dio cuenta de que una buena manera de medir el paso del año podía ser tomando como referencia la luna debido a la regularidad de su movimiento y de sus fases. Los primeros calendarios tomaban la fase de luna nueva como la que marcaba el inicio del mes. 


Los romanos y el origen de nuestro calendario

Fueron los romanos los que pusieron nombre a los meses. Concretamente Rómulo, fundador de Roma. Por aquél entonces la luna marcaba la duración del mes. Su calendario tenía exactamente diez meses, siendo marzo el primero del año y diciembre el décimo. Algo de esto nos suena, especialmente los meses de septiembre (el séptimo), octubre (el octavo), noviembre (el noveno) y diciembre (el décimo). 

La luna
La luna era una buena referencia y marcaba el inicio de los meses


Al tratarse de un calendario de diez meses, y siendo cada uno de ellos de 29 días, se quedaba corto. Duraba menos de 365 días. Desde diciembre hasta marzo había unas semanas que no correspondían a ningún mes. Quedaban fuera del calendario. Se sospecha que esto era así porque en ese periodo de tiempo no había cosechas debido al frío invernal y no era necesario el calendario hasta la luna nueva que marcaba el inicio del nuevo año en marzo. 

El hueco que quedaba sin calendario fue ocupado por los dos meses que nos faltan: enero y febrero. Fue el sucesor de Rómulo, Numa Pompilio, el segundo rey de Roma, quien llevó a cabo esta reforma. De todas maneras, a pesar de contar ya con doce meses, seguían siendo lunares. Es decir, de 29 días. Seguían quedándose cortos. Se inventaron, a modo de chapuza, meses intercalares, que se añadían cada cierto tiempo para ajustar el calendario a la duración real del año. Y también se amplió la duración de algunos de ellos a 31 días. ¿Y por qué no a 30? Porque los romanos eran muy supersticiosos y pensaban que los números pares podían traer mala suerte.  

¿Tenemos el calendario perfecto?

A lo largo de la historia hubo muchas modificaciones del calendario. Meses que se añadían para cuadrar los años, meses que se alargaban o se acortaban a su antojo... Podríamos pensar, en este punto, que a día de hoy ya contamos con un calendario perfecto, pero no es el caso. Seguimos haciendo chapuzas. Nos tenemos que inventar un día cada cuatro años. ¿Y los meses? Algunos de 30 días, otros de 31 y uno de 28, que cada cuatro años tiene 29. La perfección dista mucho de esto.