Unos científicos chinos revelan que comer picante podría rejuvenecer los órganos
Un estudio longitudinal en China relaciona el consumo frecuente de picante con órganos más “jóvenes”. Los investigadores advierten: no es magia, es solo una asociación estadística. ¿Rejuvenece el picante?

Si alguna vez has oído que comer picante te añade vida, no es solo un mito popular en China o México: la ciencia empieza a darle algo de razón. Un grupo de investigadores en China analizó los datos de casi 8.000 personas y encontró un patrón curioso: quienes comían platos picantes con frecuencia tenían una edad biológica menor en comparación con quienes apenas los probaban.
Y no hablamos de años en el calendario, sino de cómo responden los órganos cuando se miden ciertos parámetros de salud. El efecto se observó sobre todo en los sistemas metabólico y renal, lo que sugiere que el cuerpo de estos consumidores habituales de picante parecía “más joven” por dentro.
La edad biológica frente a la edad cronológica
La clave del estudio está en diferenciar la edad cronológica de la edad biológica. Mientras la primera no tiene secretos —el número de velas en tu cumpleaños—, la segunda se calcula a través de marcadores como los valores sanguíneos, la función de los riñones o la salud metabólica.
Spice Up Your Lifeand Live Longer Doing It! ️
— Dr. Eric Plasker (@Drericplasker) August 8, 2025
Love a little heat with your meals? Turns out, your spicy food habit could be doing more than just exciting your taste budsit could be helping you live longer! ️
Recent studies link regular spicy food consumption to a 14% pic.twitter.com/HLaEfxCjun
Es, en cierto modo, la edad “real” de nuestros órganos. Cuando los investigadores compararon a personas que nunca comían picante con quienes lo hacían entre una y dos veces por semana, tres a cinco o incluso casi a diario, la tendencia era clara: más picante, menos aceleración del envejecimiento biológico.
El posible papel de la capsaicina
La gran sospechosa de este efecto es la capsaicina, la molécula responsable de la sensación de ardor en los chiles. La capsaicina actúa sobre los receptores TRPV1 de nuestro organismo y provoca respuestas relacionadas con el metabolismo y la inflamación. En modelos animales se ha visto que puede mejorar la sensibilidad a la insulina, aumentar el gasto energético e incluso influir en la microbiota intestinal.

Todo ello suena prometedor, aunque trasladar esos resultados a humanos es más complicado de lo que parece. La investigación china sugiere un papel positivo, pero todavía no sabemos si es la capsaicina, otros compuestos presentes en los alimentos picantes o simplemente un conjunto de factores asociados al estilo de vida.
Asociación no es causalidad
Aquí conviene ser cautos. El estudio muestra una asociación, pero eso no significa que el picante sea la causa del “rejuvenecimiento”. Las personas que lo consumen con frecuencia pueden tener dietas diferentes, costumbres distintas o incluso condiciones socioeconómicas que influyen en su salud.
Tal vez cocinen más en casa, coman más vegetales o sigan rutinas de vida que también marcan la diferencia. La ciencia necesita más pruebas experimentales para poder afirmar que la capsaicina o el chile son responsables directos de estos efectos.
Entre beneficios y riesgos
Lo cierto es que no todo lo que brilla es oro. Algunos estudios en poblaciones similares han encontrado que un consumo muy elevado de picante puede relacionarse con una menor densidad mineral ósea o con más molestias digestivas en ciertos grupos de edad.

Esto nos recuerda que ningún alimento es mágico: lo que en algunos órganos puede ser beneficioso, en otros quizá no lo sea tanto. Al final, la dosis y el contexto importan.
Un guiso con guindilla puede aportar antioxidantes y variedad a la dieta, pero un exceso diario de salsas ultracondimentadas podría no sentar bien a todo el mundo.
Lo que podemos aprender
El hallazgo chino abre la puerta a un terreno fascinante: pensar en la alimentación no solo como fuente de energía o de placer, sino también como modulador de la velocidad a la que envejecen nuestros órganos.

Pero aún estamos lejos de convertir al picante en una receta universal contra la edad. Hacen falta ensayos clínicos más controlados, estudios en diferentes culturas y poblaciones y, sobre todo, comprender mejor cómo cada persona responde a este tipo de alimentos.
En la vida real
Mientras tanto, ¿qué hacemos con esta información? Pues lo sensato es lo de siempre: disfrutar del picante si nos gusta y lo toleramos, porque puede ser un aliado interesante para el metabolismo y porque convierte cualquier plato en una fiesta de sabor.
Pero sin pensar que con cada bocado estamos comprando años de juventud. El reloj de nuestros órganos depende de muchos factores, y la comida es solo uno de ellos.
Referencia de la noticia
Zhang, N., Hong, F., Xiang, Y. et al. Spicy food consumption and biological aging across multiple organ systems: a longitudinal analysis from the China Multi-Ethnic cohort. Nutr J 24, 86 (2025). https://doi.org/10.1186/s12937-025-01147-z
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