Las lluvias forteanas: ranas, peces y otras rarezas que caen del cielo

Hay documentadas lluvias raras por todo el mundo, aunque las más habituales son de ranas y peces. Se conocen también como lluvias forteanas, en alusión a Charles Fort, el profeta de lo inexplicable.

Recreación artística de una lluvia de peces
Las lluvias de peces, como la recreada en esta imagen, ocurren en ocasiones. Autor del fondo de imagen Denis Tangney Jr. y de los peces Phanuwat Nandee/EyeEm. Fuente: Getty

Si en estos tiempos de fake news aparece una noticia en la prensa en la que se cuenta que han llovido ranas o peces en una determinada localidad, muchas personas pensarán que se trata de un bulo; una de esas noticias falsas que circulan por Internet y que se viralizan con rapidez gracias a las redes sociales.

Hay muchas de estas lluvias tan singulares documentadas por todo el mundo, y en muchos casos tienen una explicación científica.

Los anglosajones emplean la expresión: “It's raining cats and dogs” (llueven perros y gatos) cuando diluvia. El origen de esta expresión es medieval. En aquella época, en los pueblos y ciudades británicas abundaban los perros y gatos callejeros. Las calles estaban muy sucias y embarradas, por lo que los animales solían pasar gran parte del tiempo en los tejados de las casas. Cuando llovía con intensidad muchos de ellos iban a parar a la vía pública, arrastrados por el agua que se precipitaba desde los tejados.

Llueven perros y gatos
Grabado de George Cruikshank (1792-1878), del año 1835. En el pie se puede leer: “Tiempo muy desagradable, o lo que certifica el viejo refrán: 'llueven gatos, perros y horcas' © National Gallery of Victoria, Australia.

La mayor parte de lluvias raras que se producen en la Tierra son de pequeños batracios (ranas y sapos) y de peces. El hábitat natural de esos animales son los ríos, los lagos, lagunas, pantanos, humedales, o el mar (sólo en el caso de los peces que no son de agua dulce).

Si en un momento dado esos seres vivos caen del cielo en un determinado lugar que esté más o menos próximo a esos enclaves acuáticos, es lógico pensar que algún fenómeno de naturaleza meteorológica ha sido el encargado de transportarlos por el aire.

La tromba marina y su capacidad de succión

El fenómeno que habitualmente explica la mayoría de los chaparrones de ranas y peces es una tromba marina o manga, que es como se conoce al pequeño tornado que se forma sobre una gran superficie de agua. El torbellino se descuelga desde la base de una nube, habitualmente tormentosa, hasta tocar la superficie líquida y, una vez allí, comienza a succionar un gran volumen de agua, incluyendo toda la fauna acuática contenida en ella.

La manga puede transportar, suspendidos en el aire, miles de renacuajos, sapitos o peces de pequeño tamaño, hasta terminar precipitando a kilómetros de distancia de donde fueron succionados.

El inventario de lluvias raras es muy extenso, aparte de las ranas, los sapos y los peces, dentro de la categoría de pequeño animales tenemos también patos, ratas, gusanos, lagartijas, medusas o serpientes. Por ejemplo, en enero de 1877 llovieron serpientes en la ciudad estadounidense de Memphis, en Tennessee, y según contaba una revista científica de la época, tenían entre 30 y 45 centímetros, aunque por suerte no eran venenosas.

También precipitan en ocasiones trozos de hielo en condiciones de “buen tiempo”, con el cielo raso, sin nubes. Varias de esas caídas desataron la “fiebre de los aerolitos” en el año 2000. También han precipitado a veces masas gelatinosas o sustancias fibrosas parecidas al cabello de ángel, también se han producido chubascos de tela de araña, pelotas de golf, trozos de carne pestilente, granos de maíz, manzanas o piedras, pero no de granizo, sino de las de verdad.

Charles Fort, el profeta de lo inexplicable

Estas “lluvias” tan sorprendentes y otros muchos fenómenos extraños llamaron la atención de un singular personaje llamado Charles Fort (1874-1932). Este estadounidense, nacido en Albany, en el estado de Nueva York, se dedicó durante más de 30 años, de forma casi obsesiva, a recopilar miles de noticias que hacían referencia a lluvias extrañas, publicadas en diferentes revistas científicas y periódicos de su época.

A Fort le apodaron “el profeta de lo inexplicable” y se cuenta que llegó a reunir hasta 60000 notas manuscritas que guardaba en centenares de cajas de zapatos. En 1919 publicó El libro de los condenados, donde relata muchos de esos fenómenos extraños y anormales, llamados en su honor “fenómenos forteanos”. La alusión a “los condenados” en el título de su ensayo es en relación a los fenómenos ignorados por los científicos de su época, al no encontrarse una explicación racional a los mismos.

Charles Fort
Charles Fort (1874-1932). Fuente: © Jot Down.

Este polémico libro fue el primero que se dedicó a los fenómenos paranormales, que el propio Fort popularizó gracias a la obra. Las lluvias forteanas son solo uno de muchos hechos aparentemente inexplicables (¡condenados por la ciencia!, según proclamaba Charles Fort) que se recopilan en el libro. El autor no se conformaba con describir las lluvias raras que documentó, sino que planteaba al lector un hecho inexplicable en torno a ellas. Lo vemos con un ejemplo.

El 30 de abril de 1887 se produjo una lluvia densa, ardiente, negra y pestilente. El mismo fenómeno se repitió el 9 de octubre de 1907 y el 2 de marzo de 1908. La 'explicación' fue que se trataba de polvo de carbón que habría flotado en el aire desde las minas de Gales. Pero una lluvia similar se registró el 20 de enero de 1911 en Suiza y otra en el cabo de Buena Esperanza, el 5 de febrero de 1912", explica.


“(…) Según el reverendo James Rust una lluvia negra cayó en Slains, Escocia, el 14 de enero. Otra en Carluke, a 250 km. de Slains, el 1 de mayo. Y otras dos en este sitio el 20 de mayo de 1862 y el 21 de octubre de 1863. El informe químico identificó esta sustancia no como un producto volcánico o ceniza, sino como escoria de fundición. (…) Resulta imposible –prosigue Fort– - imaginar que un producto artificial como es la escoria de hierro haya podido caer en tan grandes cantidades y en sitios tan distintos."