La paradójica 'suciedad' de la energía limpia: así son las tierras raras que mueven la lucha climática
Con la realidad de las energías limpias viene el avanzar hacia un futuro más verde sin repetir los errores del pasado. ¿Podemos hablar de la energía del progreso sin volver a quemarlo todo?
Hace millones de años, el cielo tenía diez soles. Cada uno salía por turnos, hasta que un día, los diez decidieron brillar al mismo tiempo. Y la tierra ardió. Entonces, el arquero Hou Yi derribó nueve de ellos y solo quedó uno para mantener la vida. Y henos aquí queriendo más sol, más viento, más energía "limpia"… pero sin volver a quemarlo todo.
Más allá de fábula china, todo va de equilibrio natural: demasiada luz quema la tierra, demasiada oscuridad la condena. Y, mientras buscamos energías más “verdes”, aumenta la extracción de tierras raras y el precio ambiental y social . Entonces toca preguntarnos: cuánta luz (o progreso) puede soportar el planeta sin quemarse.
Y sí, ese rostro técnico y prometedor de la “energía limpia” tiene un reverso que pocas veces se ve. Porque la explotación de estas tierras raras implica minería a gran escala, uso masivo de ácidos, liberación de residuos que pueden contener torio o uranio, e impactos que llegan a regiones con menor regulación ambiental.
Pero ¡ojo! La energía renovable no es “limpia” en absoluto, pero sí más limpia que el statu quo fósil. En la transición energética, el objetivo no es alcanzar una pureza imposible, sino un equilibrio ambiental neto positivo. ¿Qué es el saldo neto positivo? Sostén ese pensamiento unos párrafos más.

No se trata de demonizar las energías renovables, sino de depurar su producción. Entonces abramos el debate sobre una de las mayores paradojas tecnológicas de nuestro tiempo: ¿Cuán “limpia” es realmente la transición hacia un futuro sostenible?
La otra cara en "renovable"
Las tierras raras no son “raras” por su abundancia en la corteza terrestre , sino en cuanto a depósitos económicamente explotables. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, en 2024, su país produjo aproximadamente 45,000 toneladas de concentrados de REO (óxido de tierras raras) equivalentes. Mientras tanto, China concentra cerca del 70 % de la cadena de valor (minería, separación, refinación).
Y así surge un nuevo tipo de extractivismo donde el “verde”, idealizado en la superficie, requiere materiales que implican grandes impactos debajo de esta. Además del riesgo geopolítico, porque allí donde se controlan las materias primas críticas recae el control del futuro energético.

Su uso más importante y de mayor demanda son los imanes permanentes de alto rendimiento para turbinas eólicas, motores de vehículos eléctricos e híbridos, aviones, sistemas satelitales, computadoras, celulares, etc. Pero además de esto, las tierras raras son vitales para otras tecnologías de transición energética como las baterías de vehículos y las celdas de combustible.
Retomemos ahora lo de balance ambiental neto positivo . Un vehículo eléctrico promedio puede requerir unos 200 kg de minerales críticos (litio, níquel, cobalto, tierras raras), frente a los 30 kg de un vehículo convencional. Pero durante su vida útil evita más de 50 toneladas de CO₂. ¡Ahí está el detalle!
Traduce “sostenible” y “resiliente” en que los beneficios ecológicos y sociales de una tecnología superen los daños que genera a lo largo de todo su ciclo de vida, y que esos impactos sean los menores posibles, reconocidos y asumidos tanto por quienes producen como por quienes consumen. Porque sí, lo primero para enfrentar un problema es reconocer que existe.
Por un futuro menos "raro"
¿Qué necesitamos? Una estrategia que abarque tanto la innovación tecnológica como el reciclaje, la resiliencia de la cadena de suministro y las normas de sostenibilidad. Y aquí la cooperación internacional es crucial.
Según la Agencia Internacional de Energía, estos son los 6 puntos clave para una transición energética sostenible.
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Diversificar las fuentes, no solo las energías.
No basta con cambiar de fósil a solar o eólica, necesitamos que los materiales que sostienen esa transición provengan de distintos lugares y bajo reglas justas. -
Promover la innovación tecnológica.
La investigación y el desarrollo deben enfocarse en un uso más eficiente de los materiales, sustituyendo los metales escasos y promoviendo procesos de producción más limpios. -
Reciclaje y economía circular.
Reciclar baterías, turbinas y paneles es tan importante como producirlos. Si aprovechamos lo que ya tenemos, reducimos la necesidad de abrir nuevas minas y evitamos buena parte de la contaminación asociada a la extracción. -
Resiliencia y transparencia de las cadenas de suministro.
Saber de dónde viene cada metal y cómo se obtuvo es parte de la solución. Deben establecerse mecanismos de monitoreo, evaluación de riesgos y reservas estratégicas voluntarias, promoviendo mejores prácticas ambientales y laborales. -
Personas y planeta primero.
La transición energética debe garantizar políticas para proteger los derechos humanos y ecosistemas, reducir las huellas ecológicas y garantizar la seguridad de las comunidades cercanas a las minas. -
Cooperación internacional.
La cooperación entre países —compartiendo datos, tecnología, capacitación técnica y normas ambientales comunes— puede hacer que la transición sea más rápida, más justa y más segura para todos.
Una transición energética sostenible debe considerar la huella minera y sus implicaciones como parte del cálculo climático. Porque lo “verde” sentido se pierde si se construye sobre desigualdad o contaminación.
Latinoamérica en la mira
Latinoamérica posee algunas de las mayores reservas del mundo de minerales críticos y de tierras raras, aunque gran parte aún está sin explotar. Por ejemplo, Brasil posee alrededor de una quinta parte de las reservas mundiales de minerales raros, pero actualmente participa en apenas el 0.2 % de la producción global.
La noción de “minería responsable” es crucial. Comunidades rurales o indígenas pueden ver afectadas sus fuentes de agua, tierras agrícolas o modo de vida. Si no se regula con rigor, la extracción de tierras raras puede reproducir patrones de extractivismo tradicional, justificados en “verde” y en lucha climática.
La justicia ambiental y la transición tecnológica deben ir de la mano. No es frenar el progreso, sino hacerlo bien. No basta reducir CO₂ multiplicando la desigualdad. Debemos ser capaces de generar energía sin consumirnos en el intento, encender soles sin que todo arda de nuevo.
Referencia de la noticia
El papel de los minerales críticos en las transiciones hacia la energía limpia. Informe especial de Perspectivas de la Energía Mundial . 2021. Agencia Internacional de Energía (AIE).
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