Fríos extremos de enero. Sobre Filomena y otras invasiones históricas

Según la climatología, enero es el mes más frío del año. Las heladas y la nieve son dos de sus señas de identidad. En ocasiones tienen lugar olas de frío que dan lugar a temperaturas extraordinariamente bajas. Repasamos algunas efemérides meteorológicas de enero.

Tiempo invernal en enero
Enero es el mes más frío del año. Las bajas temperaturas, las heladas y la nieve son sus principales señas de identidad.

Que en enero haga frío no tiene que ser necesariamente noticia, ya que, según los datos climatológicos, es el mes del año en el que la temperatura media es más baja (aproximadamente 5 ºC para el conjunto de España peninsular). En el mes de enero no suelen faltar a su cita las entradas de aire frío de origen polar, lo que favorece la formación de heladas, produciéndose también nevadas en las zonas expuestas a flujos de aire húmedo. De forma más esporádica (no todos los años), tienen lugar olas de aire frío, caracterizadas tanto por su intensidad como por su duración. Son estas situaciones excepcionales las que dan lugar a efemérides meteorológicas dignas de mención.

El meteorólogo Inocencio Font Tullot, en su libro “Historia del clima de España” (INM, 1988) recopila numerosos datos y referencias de los rigores de enero. Son particularmente abundantes durante la Pequeña Edad del Hielo (PEH), en la que, a diferencia de lo que ocurre ahora (inmersos en el calentamiento global), dominaban los episodios de frío extremo sobre los de calor. A modo de ejemplo, a finales del siglo XVII, el invierno de 1696-97 fue particularmente crudo. Según el Cronicón Mayoricense de Mut, en Mallorca “… del 3 al 7 de enero de 1697 hubo una gran nevada general que obligó a descargar la nieve de los tejados. Se vieron flotar en el mar témpanos de gran tamaño”.

Metidos ya en el siglo XVIII, conocemos por un relato –citado por Manuel Rico Sinobas y comentado por Font Tullot– que en Valladolid, desde el 17 de enero hasta el 1 de febrero de 1739, el río Pisuerga se mantuvo “tan profundamente helado, que entraran las gentes y se pasearan como pudieran por el campo. Danzaran, tuvieran meriendas, tiraban a la barra…” El frío extremo también hizo su aparición en repetidas ocasiones en el siglo XIX.

Según una crónica palentina, también citada por Font Tullot, en diciembre de 1835 y enero de 1836 bajó tanto la temperatura que se helaron los huevos en sus cáscaras (…) y lo que más nos espantó fue, que el día de los Reyes a tres sacerdotes en la Iglesia de san Antolín [en Palencia] se les heló el vino en el cáliz, y aún después de consagrado, no sin alta turbación del que decía misa.”

El gélido enero de 1985

Siguiendo el recorrido cronológico que hemos iniciado, llegamos al siglo XX. Nos detendremos en una de las olas de frío más destacadas de esa centuria, ocurrida en enero de 1985. Tal y como suele ocurrir con las olas de frío históricas –como es el caso–, presentan varios pulsos u oleadas. La que nos ocupa tuvo una primera irrupción, iniciada el 5 de enero, que extendió el frío extremo por la Península y Baleares entre los días 6 y 9. Tras unos días posteriores fríos, pero no gélidos, el tiempo se volvió a recrudecer el día 12, desplomándose las temperaturas principalmente en el cuadrante nordeste peninsular y Baleares, entre los días 15 y 17 de enero.

Mapa de enero de 1985
Mapa de reanálisis ERA con el mapa de altura de 500 hPa y el campo de presión en superficie del 15 de enero de 1985 a las 6 UTC, correspondiente a la segunda oleada de la excepcional ola de frío de enero de 1985. Fuente: Wetterzentrale.

El mapa que acompaña estas líneas muestra la situación de la madrugada del 15 de enero de 1985, con el núcleo duro de aire situado sobre la mitad sur de Francia, que se extiende hacia el sur, abarcando el Cantábrico Oriental (donde aparte del intenso frío se produjeron nevadas a nivel del mar), el Alto Ebro, Aragón, Cataluña, la mitad norte de la Comunidad Valencia y el norte de Baleares. La presencia de un flujo del nordeste en superficie (tal y como se deduce a partir de las isobaras) intensificaron el frío sobremanera en el norte y nordeste de Cataluña (la zona más expuesta). Los días 15 y 16 se midieron -21 ºC en Arties, el 16, -20 ºC en Viella; idéntico valor al medido los días 16 y 17 en Pont de Suert y en Camprodon. En Olot se midieron -16 ºC los días 14 y 15 de aquel gélido mes de enero de 1985.

Los récords de frío al paso de Filomena

Este pequeño repaso a los fríos extremos del mes de enero estaría incompleto sin una mención a la ola de frío que, en enero de 2021, siguió a la histórica nevada provocada por la borrasca Filomena. Sobre la génesis que dio lugar a este episodio invernal tan extraordinario corrieron, en su día, ríos de tinta, siendo muchísima la información publicada al respecto.

En esta ocasión nos centraremos en las temperaturas extraordinariamente bajas que se registraron los días después de la nevada por el centro y este peninsular, batiéndose las temperaturas mínimas absolutas de algunos observatorios. La presencia duradera de la capa de nieve enfrió muy eficazmente el aire sobre el manto blanco, produciéndose heladas de irradiación muy intensas, favorecidas por el tiempo anticiclónico.

Nevada de Filomena
Calle de la ciudad de Madrid sepultada de nieve durante la gran nevada que provocó la borrasca Filomena, los días 8 y 9 de enero de 2021.

Las temperaturas permanecieron en valores significativamente por debajo de la media entre los días 11 y 20 de enero. El día 12 la ola de frío post-Filomena alcanzó su momento álgido. En Toledo se alcanzó una mínima de -13,4 ºC, convirtiéndose en el valor más bajo jamás medido en su centenario observatorio, mientras que la de Teruel fue de -21 ºC (también mínima absoluta). Los valores de temperatura mínima más bajos registrados durante la ola de frío por estaciones de AEMET fueron los -26,5 ºC de Torremocha del Jiloca (Teruel), -25.4 ºC de Bello, también en Teruel, y los -25,2 ºC de Molina de Aragón (Guadalajara); todos ellos también del 12 de enero y nuevas mínimas absolutas de sus respectivas series.