¿Deberíamos comer helados en invierno?

No hay nada más dulce y refrescante que un helado en verano. En invierno, en cambio, solo los tomamos en ocasiones muy especiales. ¿Hacemos bien?

Helado
¿Por qué no comer helados en invierno?

Cuando llegan los meses más fríos del año, nuestro cuerpo se ve obligado a adaptarse a las nuevas condiciones exteriores. Para conseguirlo, activa una serie de reacciones físicas para regular nuestra temperatura corporal. En los días más calurosos del verano, el cuerpo nos hace sudar para refrescarnos. En los días más fríos del invierno, nos hace incluso temblar para generar calor.

Estas reacciones del cuerpo son decisiones que toma el hipotálamo con el fin de conseguir una eficiente termorregulación. Así que nosotros, de forma consciente, no podemos hacer nada al respecto.

El helado, fuente de calorías

Si tenemos mucho calor, comer un helado en verano nos dará un gran alivio. Lo mismo ocurre con un refresco. Es cierto que hace bajar ligeramente nuestra temperatura corporal, pero es solo una sensación y se nota de forma momentánea. ¿Por qué? La cantidad de líquido frío ingerido, comparado con el volumen de nuestro cuerpo, es mínimo. Así, en pocos minutos dejaremos de notar este alivio, nuestro cuerpo volverá a tener una temperatura estable y reactivará los mecanismos para regularla.

Tanto helados como refrescos, contienen una gran cantidad de azúcares. Es decir, calorías. Son como la leña que alimenta al fuego. Así que, a posteriori, estos hacen subir la temperatura de nuestro cuerpo debido a su alto contenido calórico. Lo ideal, para no pasar calor en verano, sería hidratarse con agua.

¿Y por qué no helados en invierno?

Desde el punto de vista calórico, los helados son de gran ayuda en invierno porque nos dan mucha energía. Más de un cocinero famoso ha defendido que los helados deberían comerse todo el año. Es cierto que no apetece mucho al estar tan fríos en otoño e invierno.

Muchos piensan que, en invierno, un helado puede provocarnos un buen resfriado. En realidad, no es así. Todo lo contrario. Cuando tenemos cualquier tipo de dolor, aplicar frío reduce la inflamación. Lo mismo ocurre con el dolor de garganta. Es mucho más peligroso para la garganta pasarse horas en un ambiente seco. Además, un helado, una vez ha pasado por nuestra lengua, prácticamente queda todo líquido y a una temperatura muy parecida a la corporal.

No nos podemos olvidar, además, de otros beneficios de los helados. Nos hacen estar de mejor humor. Tienen calcio por la leche y vitaminas por la fruta. Los solemos tomar con familia o amigos, y esto mejora nuestra relaciones personales. Así que es totalmente recomendable comer helados en invierno, siempre y cuando controlemos su consumo ya que tiene una gran cantidad de calorías.