¿Cuál es la velocidad máxima del viento en un tornado?

No sólo generan los vientos más fuertes de nuestro planeta, sino que ni siquiera sabemos con certeza qué velocidad pueden llegar a alcanzar: los tornados siguen siendo un desafío en el mundo de la meteorología.

Tornados más intensos
Los tornados supercelulares son normalmente los más intensos y los únicos que han logrado generar velocidades de viento registradas superiores a 400 km/h.

Cuando pensamos en los vientos más fuertes del planeta, a menudo reparamos en grandes borrascas polares, temporales en alta montaña, huracanes, supertifones e incluso en los poderosos vientos catabáticos de la Antártida. En todos estos casos podemos encontrarnos rachas por encima de los 200 km/h y ocasionalmente de 300 km/h. Sin embargo, los datos han demostrado que fenómenos mucho más pequeños y breves, asociados a la convección y las tormentas severas, pueden alcanzar con facilidad estas cifras.

Nos referimos a reventones, vórtices de racha y muy especialmente a los tornados, siendo estos últimos capaces de superar los 300 km/h de velocidad de viento con relativa facilidad. Pero, ¿hasta qué velocidad de viento puede llegar a alcanzarse dentro de estos remolinos?

En primer lugar tenemos que tener en cuenta que es muy difícil medir la velocidad del viento en estas situaciones, ya que la probabilidad de dejar con éxito instrumentos de medida justo en el camino de estos breves y locales fenómenos es remota. Además, la velocidad del viento en los casos más extremos suele comprometer la fiabilidad del aparato, pudiendo llegar a destruirlo.

Esquema de un tornado
Esquema de un tornado.

Para estimar la velocidad del viento en situaciones tan extremas empezó a usarse a finales del siglo XX la Escala Fujita. Esta escala clasificaba a los tornados desde el nivel F0 (por debajo de 120 km/h) hasta el nivel F5 (por encima de 420 km/h) en función de los daños provocados.

La facilidad con la que los vientos más intensos destrozaban las edificaciones y la escasez de marcadores de daños llevó a usar desde 2007 la Escala Mejorada de Fujita, que contaba con muchos más indicadores. Sin embargo, esta escala también presenta fallos importantes que han llevado a cuestionarla hasta el punto de considerarse poco útil en el ámbito científico.

¿Se puede engañar a un anemómetro?

Un tornado puede hacer que las lecturas de un anemómetro situado en su interior resulten engañosas, incluso si el instrumento logra salir intacto. Esto se debe a dos factores: en primer lugar, el anemómetro no mide componentes verticales y por tanto las subestimará, en un tornado el viento no tiene una componente totalmente horizontal, ni siquiera cerca del suelo.

En segundo lugar, los anemómetros miden medias de velocidad en 3 segundos para determinar la velocidad de las rachas. En cambio, en un tornado, sobre todo si cuenta con múltiples subvórtices, las rachas de viento más violentas pueden durar 1 segundo o incluso menos, escapando así de la medida del anemómetro.

Los radares: la mejor opción

Si bien los anemómetros pueden fallar en un tornado, los radares, que no necesitan introducirse en él y que pueden analizar la velocidad instantánea del viento dentro del remolino, son una opción muy adecuada. Precisamente, uno de los hechos que llevó a cuestionar la Escala Mejorada de Fujita es que no incluía medidas reales de velocidad de viento como marcador: en mayo de 2013 un violento tornado en El Reno, Oklahoma, fue clasificado como EF-3 (vientos de unos 250 km/h) al no encontrarse daños mayores debido a que discurrió por un entorno despoblado. Sin embargo, los radares detectaron velocidades de viento máximas comprendidas entre 430 y 541 km/h.

Otro detalle importante recientemente investigado y que habría pasado desapercibido si no fuese por los radares es que, en contra de lo que se pensaba, las mayores velocidades del viento en un tornado se encuentran muy cerca del suelo. A menudo se desestimaban medidas de radar por realizarse a varias decenas o incluso cientos de metros sobre el suelo, pensando que a nivel de superficie serían inferiores, tal y como sucede con vientos lineales asociados a borrascas o ciclones tropicales.

En el caso de un tornado, la proximidad del suelo acentúa el gradiente de presión e incrementa la velocidad del viento, compensando los efectos de la capa límite donde predomina el régimen turbulento y encontrándose el máximo de velocidad a poco más de 10 metros de altura.

Por esta razón, además de las anteriormente comentadas, se llevó a elaborar la recientemente elaborada Escala Internacional de Fujita, que tiene en cuenta todos estos factores y además incluye daños infligidos a otros tipos de estructura más frecuentes en Europa o Asia.

Los tornados más extremos: ¿vientos de más de 500 km/h?

Dicho todo esto, pocos tornados se han estudiado con radar y muchos han escapado a cualquier tipo de medida. Los más intensos registrados, entre los que destaca el tornado de El Reno en 2013 o el de Moore (Oklahoma) en 1999, con vientos de 486 km/h, ni siquiera son los que han causado los daños más increíbles, por lo que los 400 e incluso 500 km/h pueden ser cifras relativamente habituales en los tornados más fuertes.

No es descabellado pensar que en los tornados más grandes se puedan alcanzar los 500 km/h de forma relativamente habitual.

Aunque no se han obtenido datos directos, en Europa también se han registrado tornados con velocidades de viento estimadas de más de 420 km/h, concretamente 2 en Francia, 2 en Alemania (uno de ellos estimado en 480 km/h), 1 en Italia y 1 en Rusia. En España, el tornado de Navaleno (Soria) de 1999 se estimó que produjo vientos de 300 km/h.