Una fuerte tormenta geomagnética está azotando la Tierra, la NOAA esperaba un evento mucho menos potente: los efectos

Una tormenta geomagnética de clase G3 ha azotado la Tierra. Inicialmente, se pronosticó una tormenta mucho menos intensa, y según los expertos algunas perturbaciones significativas podrían afectar nuestro planeta.

En varias ocasiones hemos destacado el hecho de que el Sol ha alcanzado el pico de actividad magnética ligado al ciclo solar de once años alrededor de finales de 2024. Esto significa que la actividad solar debería volver a disminuir gradualmente, las manchas solares deberían disminuir, así como los fenómenos más energéticos, y en consecuencia también la Tierra y su campo magnético deberían sufrir menos interferencias.

Pues bien, parece que nuestra estrella no lo está pasando bien, aún no está preparada para su merecido “periodo de descanso” y sigue provocando tormentas solares.

La última y particularmente intensa golpea la Tierra desde ayer, 29 de mayo de 2025. Se trata de una fuerte tormenta geomagnética de clase G3 capaz de traer perturbaciones importantes a nuestro planeta, incluso en latitudes inusuales, como las latitudes medias.

Una fuerte tormenta geomagnética inesperada para algunos

A pesar de que numerosas agencias alrededor del mundo monitorean constantemente nuestra estrella, esta vez habían subestimado el poder del Sol.

Era claro y evidente, sin embargo, que el Sol tenía un agujero coronal, es decir, una región de la atmósfera solar más fría y menos densa que la atmósfera circundante, que al girar se colocaba en una posición geoefectiva, es decir, giraba directamente hacia la Tierra.

Se sabe que en relación con los agujeros coronales el viento solar es más intenso, con mayor velocidad, y al estar en posición geoefectiva habría llegado a la Tierra perturbando su campo magnético.

Recordemos también que el viento solar no es otra cosa que el flujo de partículas cargadas emitidas por la atmósfera superior del Sol. Éste está compuesto principalmente por electrones y protones y puede tener temperaturas y velocidades variables en función, precisamente, de la actividad magnética solar.

Aurora
Se han observado auroras boreales en lugares tan lejanos como Estados Unidos.

Sin embargo, no fueron solo el agujero coronal y su rápido viento solar los que causaron esta fuerte tormenta geomagnética. De hecho, una región de interacción corrotante (CIR) también contribuyó a la intensificación de la perturbación.

Las regiones de interacción corrotativa se forman por la interacción entre el viento solar más lento y el viento de alta velocidad que lo sigue, y si bien no siempre están asociadas con flujos de agujeros coronales de alta velocidad, son más frecuentes cuando estos últimos son más persistentes.

Este término se utiliza en el clima espacial para indicar una región de compresión que se forma delante de un flujo de alta velocidad proveniente de un agujero coronal.

Los CIR suelen provocar un aumento de la densidad de partículas y un fortalecimiento del campo magnético interplanetario, y por supuesto pueden provocar tormentas geomagnéticas si alcanzan la Tierra.

Numerosas perturbaciones pero también magníficas auroras

La NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) actualizó rápidamente la clasificación actual de la tormenta, advirtiendo a la comunidad que sería una tormenta geomagnética significativamente más intensa.

Como siempre ocurre en casos de fuertes tormentas solares, las perturbaciones en nuestro planeta y en los satélites en órbita terrestre pueden ser múltiples. Podríamos sufrir apagones de radio, perturbaciones en los sistemas de comunicaciones y navegación, así como interrupciones en las líneas eléctricas, especialmente en latitudes altas.

Sin embargo, las tormentas geomagnéticas casi siempre tienen un lado positivo, a saber, las magníficas auroras que se han observado en lugares tan lejanos como Estados Unidos, en los estados de Iowa y Oregón.