Cuando Theia chocó con la Tierra: así fue el colosal impacto que dio origen a la vida
Un colosal impacto cósmico con Theia hace 4.500 millones de años no solo formó la Luna, sino que pudo haber sembrado las semillas para la vida en la Tierra.

Hace unos 4.500 millones de años, en los albores del sistema solar, un evento cataclísmico cambió para siempre el destino de nuestro planeta. Un cuerpo del tamaño de Marte, conocido como Theia, colisionó con la Tierra primitiva en un impacto tan violento que sus escombros dieron origen a la Luna. Este choque, lejos de ser solo una anécdota cósmica, pudo haber sido un paso crucial para que la vida surgiera en nuestro mundo.
Según investigaciones recientes, esta colisión no solo moldeó la geografía celeste, sino que también dejó un legado químico que habría facilitado las condiciones para la aparición de organismos vivos.
La Hipótesis del Impacto Gigante, aceptada ampliamente por los científicos, explica cómo la Luna se formó a partir de los restos expulsados durante esta colisión. Pero más allá de la creación de nuestro satélite, el evento tuvo implicaciones profundas.
EL GRAN IMPACTO DE THEIA
— Universo Recóndito (@UnvrsoRecondito) March 21, 2025
Un hipotético protoplaneta que, según la hipótesis del Gran Impacto, colisionó con la proto-Tierra hace unos 4.500 millones de años.
Esta colisión habría dado origen a la Luna y contribuido a la evolución temprana de nuestro planeta.
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Nuevos estudios sugieren que Theia aportó elementos esenciales, como carbono, nitrógeno y azufre, que se convirtieron en los ladrillos fundamentales de la vida. Este artículo explora cómo aquel impacto cósmico, ocurrido en un universo joven y caótico, pudo haber preparado el escenario para que la Tierra se convirtiera en el único planeta conocido con vida.
Un choque que trajo los ingredientes de la vida
El impacto de Theia no fue un evento menor. Estudios cosmoquímicos han demostrado que entre el 5 % y el 10 % de la masa de la Tierra procede de condritas carbonáceas (un tipo de meteorito rico en carbono, agua y compuestos orgánicos, que se originan en el Sistema Solar primitivo) que chocaron contra el joven planeta.
La colisión ocurrió cuando la Tierra aún era un mundo fundido, apenas comenzando a consolidarse. Theia, un protoplaneta del tamaño de Marte, golpeó con tal fuerza que vaporizó parte de la corteza terrestre y proyectó material al espacio. Este material, una mezcla de escombros terrestres y de Theia, se aglomeró con el tiempo para formar la Luna. Sin embargo, lo más fascinante no es solo la formación lunar, sino lo que Theia dejó atrás en la Tierra.
Un trabajo de investigación titulado "Origen dinámico de Theia, el último impactador gigante de la Tierra", realizados por astrofísicos del Observatorio Astronómico de Lisboa (Portugal) y de la Universidad de Bordeaux (Francia), se basó en simulaciones y análisis de meteoritos, halló que Theia pudo haber sido rica en compuestos volátiles, como carbono y nitrógeno, esenciales para la química prebiótica.
A new simulation from @durham_uni reveals an alternative explanation for the moon's formation
— New Scientist (@newscientist) October 5, 2022
Instead of forming by gradual accumulation of debris from Earth's impact with Theia, the moon was immediately placed into orbit around the Earthhttps://t.co/Cq0NxMZoGW pic.twitter.com/K1yDn2ZEBg
Estos elementos, dispersos en la Tierra tras el impacto, habrían enriquecido el planeta con los componentes necesarios para formar moléculas orgánicas complejas. Por ejemplo, el carbono es la base de las proteínas y los aminoácidos, mientras que el nitrógeno es clave para el ADN y el ARN.
Además, el impacto pudo haber generado condiciones extremas, como altas temperaturas y presiones, que favorecieron reacciones químicas capaces de crear compuestos orgánicos simples. Este escenario sugiere que, sin Theia, la Tierra podría no haber tenido los ingredientes básicos para que la vida emergiera millones de años después.
Un legado cósmico para la habitabilidad
El impacto de Theia no solo aportó materiales, sino que también transformó las condiciones físicas del planeta. La colisión estabilizó el eje de rotación terrestre, creando un clima más predecible que permitió el desarrollo de ecosistemas complejos con el tiempo. Además, la formación de la Luna tuvo un papel crucial: su gravedad estabilizó las mareas y ayudó a regular el clima terrestre, factores esenciales para la habitabilidad a largo plazo.
Por otro lado, el aporte de agua es otra pieza clave del rompecabezas. Aunque no está claro cuánto agua trajo Theia, algunos modelos sugieren que el impacto pudo haber liberado vapor de agua atrapado en el manto terrestre, contribuyendo a la formación de océanos primitivos. Estos océanos, combinados con los compuestos orgánicos, crearon un caldo primigenio donde las primeras formas de vida pudieron surgir. Así, el choque de Theia no solo marcó el nacimiento de la Luna, sino que también dejó un legado químico y físico que convirtió a la Tierra en un planeta excepcionalmente apto para la vida.
Previous research suggests that Theia may have been a carbonaceous object. If that's true, much of Earth's life-giving habitability may have resulted from a collision between the two. @IcarusJournal @arxivhttps://t.co/SjLzqHGpEZ pic.twitter.com/W0r0ILWhl7
— ScienceAlert (@ScienceAlert) July 9, 2025
En resumen, el impacto de Theia preparó el escenario para que, millones de años después, la vida floreciera. Este relato nos recuerda que la historia de nuestro mundo está íntimamente ligada a los eventos violentos y fortuitos del universo, un recordatorio de que la vida, tal como la conocemos, es el resultado de una danza cósmica de colisiones y casualidades.
Referencia de la noticia:
Duarte Branco and Sean N. Raymond and Pedro Machado. Dynamical origin of Theia, the last giant impactor on Earth. (2025), arXiv:2507.01826 https://doi.org/10.48550/arXiv.2507.01826