Un invierno para olvidar, ¿por qué no ha llovido?

Arrancamos los últimos días del invierno climatológico con estabilidad y altas temperaturas. En nuestro país las precipitaciones apenas se han dejado ver en los últimos meses. ¿Por qué? Aquí te damos las claves.

El fantasma de la sequía vuelve a asomar tras un invierno que ha sido muy seco en casi todo el país.

Otro invierno será. Sin duda, esta es una de las frases más repetidas por aficionados a la meteorología, amantes de los deportes de nieve o por personas a las que simplemente les gusta el frío. El mes de febrero se despedirá con el dominio absoluto de las altas presiones en buena parte de Europa. En España, otro tanto de lo mismo: ambiente suave de día, frío de noche, niebla y algunas lluvias débiles, de carácter local.

Hace justo un año el panorama tampoco era muy esperanzador. El invierno había sido seco en todo el país, excepto en algunas regiones del norte y del este peninsular. Sin embargo, a finales de febrero la famosa "Bestia del Este" abrió la puerta del Atlántico dejando una sucesión de borrascas atlánticas. Durante la primavera cayeron varios récords por las abundantes precipitaciones.

Desgraciadamente, por ahora parece que esta situación no se va a repetir. A corto y medio plazo seguiremos con la inercia anticiclónica que nos ha acompañado, salvo algunos días puntuales, en todo este invierno. Y esta es una de las grandes preguntas de estos días: ¿por qué no ha llovido y nevado casi nada este invierno en gran parte de España?

En los últimos meses las altas presiones no nos han querido abandonar. En algunos días, los máximos de presión los hemos encontrado en el solar ibérico; en otros, la circulación en omega nos ha dejado en tierra de nadie, entre dos descuelgues. En ambas situaciones, la inestabilidad no puede llegar ni desde el Mediterráneo ni desde el Atlántico. Esta situación no es insólita en nuestro país en esta época.

Sin embargo, la duración de esta situación anticiclónica ya no es tan habitual. En lo que llevamos de invierno, no ha llovido ni la cuarta parte respecto a la media de estos meses en mucha zonas del litoral mediterráneo y de Canarias, y en algunos puntos del interior. Las precipitaciones no han llegado a la mitad respecto a la media de la cuenca del Duero hacia el sur.

Un invierno húmedo en el norte

La excepción la encontramos en el extremo norte, y especialmente, en la fachada cantábrica. Cuando el anticiclón se ha retirado ligeramente, la inestabilidad ha llegado con viento del norte o del noroeste. Con este escenario las precipitaciones son muy abundantes en la cara norte de la Cordillera Cantábrica y de los Pirineos.

A sotavento de estas cordilleras, la cosa cambia. La masas de aire del noroeste pierden humedad y se suavizan tras atravesar estas formidables murallas montañosas, por lo que conforme avanzamos más al sur y al este, la precipitaciones son cada vez más escasas. Salvo casos puntuales como el de Grazalema, en general ha sido un invierno paupérrimo. Y por desgracia, a corto y medio plazo no se prevén cambios importantes.

Así que nos quedamos con un invierno en el que en gran parte del país las protagonistas han sido las heladas, las nieblas y el ambiente suave durante las horas centrales del día. Esperemos que el mes de marzo arranque con una dinámica distinta, porque no hay que olvidar que en algunas regiones el invierno suele ser la estación más lluviosa.