¿Qué fenómenos meteorológicos pueden cancelar o retrasar un vuelo?

En ocasiones vemos en los informativos noticias que hablan sobre incidencias en los vuelos debido a las "condiciones meteorológicas". ¿A qué fenómenos se pueden achacar los retrasos y cuáles te pueden dejar definitivamente en tierra?

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Aquí te contamos los principales fenómenos meteorológicos adversos que te hacen perder o retrasar un avión.

Cuando viajamos en avión una de las cosas que vigilamos primero es la meteorología, ¿cómo será el vuelo? ¿Habrán turbulencias? Sería fatal perder un un viaje o que te retrasen el vuelo a causa de las circunstancias climatológicas adversas. ¡Aquí te contamos los principales culpables!

Circunstancias meteorológicas adversas

Hay que decir que las cancelaciones de vuelos son poco frecuentes, pero pueden pasar. El tráfico aéreo es una de las industrias con más controles y una de las más seguras para viajar. Sin embargo, por más controles que se hagan, no se libran de la meteorología, su principal "rival".

Las circunstancias meteorológicas adversas son la causa más habitual de cancelación de un vuelo. Nieve, tormenta, lluvia helada o intensa niebla son los fenómenos más usuales que hacen que un vuelo no pueda despegar a la hora que le toca, no pueda aterrizar en su destino o que, directamente, se cancele.

¿Qué fenómenos te pueden dejar en tierra?

Como nos podremos imaginar, las tormentas ocupan el primer puesto. Están compuestas por nubes de tipo cumulonimbo, de desarrollo vertical y con gran actividad eléctrica. Volar en el interior de una tormenta es peligroso, molesto, con turbulencias y reduce los márgenes de seguridad. Por lo tanto, no está permitido… ¡y menos mal!

Aunque se puedan esquivar tormentas gracias al radar meteorológico, hay veces que no te libras una vez estás en lo alto. Por esa razón, nuestro avión tiene que ser capaz de seguir funcionando a pesar de la inmensa ingesta de agua, de granizo y de nieve. Puede ser que tu vuelo haya despegado a tiempo, pero probablemente se retrase para llegar a su destino y si la pista está congelada o con nieve te aseguramos que será una tarea complicada.

El viento, como no, es uno de los peores rivales y más si está racheado. Habrá ocasiones en las que no sea peligroso y la maniobra del avión resulte fácil, pero en otras circunstancias no. Puede provocar una cantidad enorme de retrasos pero, ¿por qué? Mientras el avión se acerca a la pista de aterrizaje, el viento lo desviará y si el piloto no está seguro de que pueda controlar la posición pues… ¡motor y al aire otra vez!

Y finalmente, otros candidatos importantes a arruinarte las vacaciones -o viaje de negocios- son los rayos y la niebla. Normalmente, los rayos no suponen un peligro porque el avión actúa como caja Faraday, pero si el aparato está en el suelo y es abastecido por queroseno, ahí sí. En cuanto a la niebla, los aeropuertos no pueden mantener el mismo número de operaciones por hora debido a la reducción de la visibilidad, por ello habrá retrasos y en algunos casos el cierre total de la instalación.

Otro rival intratable: los volcanes

Las erupciones volcánicas son una de las principales causas de cancelación de vuelos, aunque no formen parte de la meteorología. La ceniza supone un riesgo para los aviones porque contiene partículas de roca, cristal y arena que pueden afectar a las turbinas y llegar a parar los motores de los aviones.

Ya pasó en el año 2010 con la erupción del volcán en Islandia donde se cancelaron más de 490 vuelos. También ocurrió el año pasado con el volcán de La Palma, donde centenares de vuelos fueron cancelados.