Isaac Newton predijo en 1704 la fecha exacta del Apocalipsis: no falta mucho para su "nuevo comienzo"

Isaac Newton hizo algo más que descubrir la gravedad: también calculó la fecha del “fin del mundo”, basándose en textos bíblicos. Y no está tan lejos como parece.

Carta de Isaac Newton prediciendo el fin del mundo
El calculo del fin del mundo de Newton se basa siete puntos fundamentales, y cada uno de ellos está relacionado con cifras sagradas y hechos históricos espec��ficos. Imagen: Jerusalem Hebrew University

Cuando pensamos en Sir Isaac Newton, lo primero que aparece en nuestra mente es una manzana cayendo y sus famosas leyes. Pero lo que pocos saben es que dedicó buena parte de su vida a estudiar textos religiosos y a practicar alquimia. Lejos del laboratorio, pasaba horas desentrañando el significado oculto de las profecías bíblicas.

Stephen Snobelen, investigador especializado en historia de la ciencia en la Universidad King’s College de Halifax (Canadá), explicó que Newton era escéptico respecto a poner fechas exactas al cumplimiento de profecías, ya que temía que los errores humanos al interpretar mensajes divinos terminaran dañando la credibilidad de las Escrituras.

Entre sus escritos personales, encontró lugar para hacer un cálculo tan inesperado como inquietante: el año 2060 sería clave. No como un apocalipsis cinematográfico, sino como una transformación mundial de raíz espiritual, guiada por una interpretación matemática de la Biblia.

Interpretando la Biblia con una calculadora

Newton aplicó lógica y números a lo que normalmente se interpreta con fe. No tuvo una visión ni escuchó voces: simplemente sumó años, convirtió días en símbolos de eras y cruzó fechas históricas con pasajes del Antiguo Testamento. Uno de sus focos principales fue el Libro de Daniel, repleto de referencias al "fin de los tiempos".

Retrato de Isaac Newton (1642-1727). Copia de una pintura de Sir Godfrey Kneller (1689).

Para él, ciertos números, como 1.260 o 2.300, no eran aleatorios, sino representaciones codificadas. Asumió que un “día” profético equivalía a un año real, y construyó un sistema de fechas basadas en eventos religiosos esenciales. Así, estableció que desde el año 800 d.C., al que consideraba el inicio del desvío religioso institucional, pasarían 1.260 años. Resultado: el año 2060.

El Apocalipsis según Newton: ni meteoritos ni zombies

Lo que Isaac Newton describió no se parece al final que muestran las películas. No hablaba de cataclismos naturales ni invasiones extraterrestres. Su versión del fin era una sacudida espiritual, un juicio a las estructuras religiosas corruptas y el regreso de Jesús como juez definitivo. Nada de segunda oportunidad: quien no haya seguido “el camino correcto”, se enfrenta a la justicia divina.

Según Newton, el mundo no desaparecería, pero sí sería profundamente distinto, como si la historia entrara en una nueva fase.

No todos serán destruidos, pero sí todos serán transformados. Se acabaría, según su visión, una era de errores, hipocresía y poder mal ejercido en nombre de Dios. Comenzaría otra etapa, con una fe renovada y libre de manipulación.

La idea era más moral que física. Según Newton, el mundo no desaparecería, pero sí sería profundamente distinto, como si la historia entrara en una nueva fase. No se trataba de un "Game Over", sino de un nuevo comienzo.

Entre fe y fórmulas: la vigencia de la predicción de Newton

Hoy en día, las predicciones de Isaac Newton se estudian más por curiosidad histórica que por temor real. Pero no deja de ser fascinante que un hombre de ciencia dedicara décadas a los misterios del Apocalipsis. Newton veía en la Biblia algo más que una guía espiritual: un código matemático escondido entre metáforas.

No intentaba fundar una religión nueva ni advertir al mundo. Sólo buscaba entender el universo en todas sus dimensiones: desde las órbitas planetarias hasta los símbolos sagrados. Para él, todo estaba conectado. Ciencia y fe no eran opuestas, sino lenguajes distintos para describir la misma realidad.

Tal vez no llegue ningún juicio final en 2060. Pero el mensaje de fondo sigue vigente: cada generación se enfrenta a sus propios finales y comienzos. Y la verdadera revolución siempre empieza desde dentro.