Expertos de SEO BirdLife y del CSIC avisan de la presencia de cafeína y paracetamol en humedales españoles protegidos

De la taza de café al botiquín doméstico, nuestras rutinas dejan rastro en lagunas y humedales protegidos, qué nos dice la presencia de cafeína y paracetamol en sus aguas?

Espacio natural
En humedales y lagunas se han detectado restos de cafeína, paracetamol y otros fármacos

Los humedales, marismas y lagunas que deberían ser refugio de aves y biodiversidad se están llenando de restos de medicamentos y sustancias ligadas a nuestro día a día. Un estudio elaborado por SEO/BirdLife en colaboración con el CSIC ha detectado en aguas superficiales de espacios naturales españoles un cóctel químico en el que destacan, por su frecuencia, la cafeína y el paracetamol, acompañados de analgésicos, antibióticos y antidepresivos.

Lejos de ser casos aislados, estos compuestos aparecen de forma sistemática y en concentraciones muy bajas, pero suficientes para encender las alarmas sobre sus efectos a largo plazo en los ecosistemas acuáticos.

Los mayores contaminantes de ríos, lagunas y humedales

En los muestreos realizados se han buscado decenas de contaminantes emergentes en ríos, lagunas y humedales de alto valor ecológico. Entre ellos figuran medicamentos de uso masivo, pesticidas, compuestos perfluorados, nicotina o cafeína. Los resultados muestran que prácticamente todas las muestras contenían algún fármaco, y que la combinación más habitual incluye precisamente cafeína y analgésicos como el paracetamol.

La cafeína, ligada al consumo de café, refrescos y bebidas energéticas, se detecta en un porcentaje muy elevado de muestras y se considera un marcador directo de la presión humana. El paracetamol refleja el uso masivo de analgésicos. Que ambos aparezcan de forma tan recurrente en aguas donde deberían dominar solo las señales naturales del ecosistema demuestra hasta qué punto nuestra rutina diaria deja huella incluso en lugares supuestamente prístinos.

Cómo llegan la cafeína y el paracetamol a humedales y ríos

Que estos compuestos aparezcan en lagunas protegidas tiene mucho que ver con la llamada contaminación difusa. No procede de un único tubo visible, sino de miles de pequeñas aportaciones repartidas por el territorio. Cuando tomamos un medicamento, nuestro cuerpo no lo metaboliza por completo; una parte del principio activo se excreta por la orina y las heces, entra en el sistema de alcantarillado y acaba en las depuradoras.

Red alcantarillado
Muchas estaciones depuradoras no están diseñadas para eliminar los contaminantes

Con la cafeína ocurre algo parecido, ya que también termina en las aguas residuales tras pasar por nuestro organismo. El problema es que muchas estaciones depuradoras no están diseñadas para eliminar estos contaminantes emergentes. Reducen su presencia, pero no consiguen hacerlos desaparecer del todo, de modo que una fracción sobrevive al tratamiento y se vierte a ríos, estuarios y humedales aguas abajo.

A ello se suman prácticas domésticas inadecuadas, como tirar medicamentos caducados por el inodoro o el fregadero, que incrementan la carga química de las aguas residuales. En zonas donde los espacios naturales conviven con urbanizaciones, polígonos industriales, carreteras o una intensa presión turística, el volumen de aguas residuales aumenta y, con él, la cantidad de sustancias como cafeína y paracetamol que terminan llegando al medio natural.

Del delta del Llobregat al sureste

Los estudios sobre contaminación difusa, incluido el trabajo de SEO/BirdLife y el CSIC, coinciden en algo que ninguna de las áreas analizadas está completamente libre de estos compuestos. En humedales condicionados por la cercanía de grandes ciudades, depuradoras y aeropuertos, como el entorno del Delta del Llobregat, los fármacos representan una parte muy importante de la carga química detectada en el agua.

En otros espacios naturales, especialmente en aquellos donde coinciden presión agrícola y urbana, se suma la presencia de pesticidas y sustancias persistentes. El resultado es un escenario complejo, en el que se superponen fármacos, cafeína, compuestos industriales y agroquímicos. Todo ello interactúa en ecosistemas ya frágiles por la escasez de agua, la sequía recurrente o la alteración de los caudales naturales.

¿Por qué preocupan estas concentraciones tan bajas?

Las cantidades de cafeína, paracetamol y otros fármacos que se miden en el agua son muy pequeñas y se expresan en nanogramos por litro. Aun así, la comunidad científica insiste en que el problema no es solo la dosis aislada, sino la exposición crónica y el efecto combinado de muchas sustancias. Los organismos acuáticos están en contacto continuo con esta sopa química durante semanas, meses o años.

Peces muertos en entorno natural
El problema no es solo la dosis aislada, sino la exposición crónica de muchas sustancias

Muchas de estas moléculas están diseñadas para actuar sobre sistemas biológicos sensibles, como hormonas o neurotransmisores, y pueden alterar procesos fisiológicos en peces, anfibios o invertebrados. Se ha comprobado además que la presencia de antibióticos en el medio natural favorece la aparición de bacterias resistentes, un desafío creciente para la salud pública.

Los especialistas reclaman que los contaminantes emergentes se integren de forma sistemática en la gestión de humedales, ríos y lagunas. Eso implica monitorización periódica, mejoras tecnológicas en depuración y una planificación del territorio que tenga en cuenta estas presiones químicas. Proteger un espacio natural ya no es solo limitar la urbanización o la caza, también es vigilar lo que le llega por el agua.

Referencia de la noticia:

Dulsat-Masvidal, Maria & Ciudad, Carlos & Lacorte, Sílvia & Mateo, Rafael & Infante, Octavio & López-Samaniego, Estibaliz & Cabrera Fernández, María & León-Muez, David & López, Miguel & Muñoz, Miguel. (2021). Ciencia LIBERA: Análisis de la contaminación difusa en los espacios naturales. 10.31170/0082.

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