El polo norte magnético se está desplazando hacia Europa

Hasta 50 kilómetros anuales se desvía nuestro 'polo norte' magnético con respecto a su posición original, acercándose a Rusia y el norte de Europa. ¿Qué funciones desempeña la magnetosfera terrestre y qué consecuencias podría tener una fluctuación como esta? Aquí hablamos de ello.

Las partículas cargadas procedentes del Sol son desviadas por la magnetosfera y sólo algunas alcanzan los polos dando lugar a las auroras

La magnetosfera es una gran aliada de la vida en La Tierra. Para encontrar su origen tenemos que desplazarnos más de 2900 kilómetros por debajo de la corteza terrestre, donde las temperaturas alcanzan valores de entre 4.500 ºC y 6.000 ºC. Allí se encuentra el núcleo externo, compuesto fundamentalmente por hierro en estado líquido y otros elementos más ligeros en una proporción menor. Esta capa se encuentra en continuo movimiento debido a las corrientes de convección originadas por las diferencias de temperatura y las fuerzas de coriolis asociadas a la rotación de La Tierra. El movimiento de esta gran masa de hierro fundido constituye una gigantesca dinamo que mantiene activo el campo magnético terrestre.

Sin embargo, este campo magnético tiene muchas peculiaridades. Para empezar lo que llamamos "polo norte" magnético, situado cerca del norte geográfico, es en realidad el polo sur (atrae el polo norte de las brújulas e imanes) y otro detalle que llama la atención es que nunca ha estado fijo. Está sometido por una parte a inversiones en las cuales los polos prácticamente intercambian sus posiciones, esto sucede normalmente cada varios cientos de miles de años.

Por otro lado, también experimenta cambios menos importantes pero que tienen lugar en periodos de tiempo más pequeños, denominados “variaciones seculares” y en estos últimos 20 años parece que estamos teniendo una variación secular importante.

El llamado "polo norte" magnético se está desplazando unos 50 kilómetros por año. Hasta los años 90, se encontraba ligeramente desviado hacia América del Norte a una latitud de 80º. Desde entonces, se ha ido aproximando al polo norte geográfico, pero este año el acercamiento ha llegado al máximo y está empezando a alejarse de nuevo, pero esta vez aproximándose al norte del continente euroasiático.

Sin magnetosfera, nuestra atmósfera estaría expuesta y parte de ella desaparecería

Una función crucial que tiene el campo magnético terrestre es protegernos de partículas cargadas y muy energéticas que parten del Sol, desviándolas y así impidiendo que choquen con nuestra atmósfera. Si esto no sucediera así, las partículas acabarían por afectarnos directamente. Así destruirían el ozono exponiéndonos a las radiaciones ultravioleta más nocivas y poco a poco irían arrancando átomo a átomo las capas más externas de nuestra atmósfera. Esto ya le ha sucedido antes a nuestro vecino, Marte, cuyo campo magnético es tan débil que apenas puede desviar las partículas cargadas procedentes del Sol. Hoy en día se estima que pierde en torno a 10 kg de atmósfera por minuto por esta causa.

Las auroras podrían extenderse a zonas más alejadas del norte geográfico

Las pocas partículas cargadas que consiguen alcanzar la tierra lo hacen desviándose y moviéndose paralelamente a las líneas de campo magnético. Como las líneas de campo convergen en los polos, estas partículas chocarán con la atmósfera en esas zonas y es entonces cuando se produce uno de los fenómenos más espectaculares.

Al igual que sucede en el gas de un tubo fluorescente, las partículas procedentes del Sol ceden energía y excitan a los átomos de gas de la alta atmósfera (en este caso nitrógeno y oxígeno), pero esos átomos tienden a volver al reposo lo antes posible y consiguen 'librarse' de esa energía sobrante emitiendo un fotón. Esto les permite brillar dando lugar a las auroras polares, que se manifiestan con colores verdes y rojizos asociados a algunas de las líneas de emisión del nitrógeno y el oxígeno presentes en la ionosfera.

A medida que el polo magnético se desvíe progresivamente, también lo harán muy ligeramente las zonas de formación de auroras. Si bien seguirán produciéndose en altas latitudes y muy cerca del polo geográfico, la posibilidad de que se puedan ver en latitudes más bajas de Asia y Europa es mayor a medida que el polo magnético se desplace hacia estas regiones. Al margen de estas consecuencias, no parece que este fenómeno sea peligroso o relevante a nivel biológico.

El campo magnético, aunque fluctúe levemente en intensidad y orientación, no parece que vaya a sufrir una inversión ni un debilitamiento significativo, por lo que la única consecuencia importante e inmediata que existirá quedará restringida a instrumentos magnéticos de navegación, calibración de satélites y la necesidad de actualizar el Mapa Magnético Mundial.