Cada invierno, gaviotas sombrías vierten 400 kilos de plástico en esta reserva natural malagueña

Han aprendido a alimentarse de nuestros, cada vez, más incontrolables desechos. Ahora, además de un problema de salud pública en algunos lugares, estas aves marinas se han revelado como un peligro para importantes ecosistemas y la fauna que albergan.

La Reserva Natural Laguna de Fuente de Piedra es la más extensa de Andalucía y constituye un enclave único dentro de los humedales del Mediterráneo Occidental.

Las gaviotas son una de las especies de aves marinas más abundantes. Parte imprescindible del paisaje costero, hasta hace unas décadas, su presencia se limitaba a las cercanías del mar, en puertos, playas y acantilados.

En la actualidad, en los meses más fríos del año, ya es habitual que se produzca su migración desde la costa hacia pueblos y ciudades del interior. En pleno centro de España, en la capital del país, Madrid, 200 000 gaviotas pasan el otoño y el invierno, y sustituyen el mar por las aguas de los ríos Jarama o Manzanares.

En el lago artificial Parc de l'Agulla, uno de los principales espacios lúdicos de la ciudad de Manresa (Barcelona), en la Cataluña central, la oportunista gaviota plateada (Larus argentatus) también ha encontrado el lugar perfecto para pasar la temporada invernal, y está contaminando un agua que, después de ser tratada, llega hasta los grifos de los habitantes de la comarca del Bages.

¿El motivo de estos desplazamientos? Estas aves han encontrado en grandes urbes como estas una fuente casi inagotable de comida: los vertederos.

El cambio en la dieta de las gaviotas

Hace medio siglo, las gaviotas se alimentaban estrictamente de pescado y otros recursos marinos. Sin embargo, diversos factores han terminado alterando su comportamiento y, hoy, más de la mitad de su dieta se compone de desperdicios generados por los humanos.

Así lo ha corroborado un estudio científico dirigido por miembros del Grupo de Ecología de Aves Marinas de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, publicado en la revista Ecological Indicators.

La gaviota ha mostrado una enorme plasticidad alimentaria para modificar su dieta.

La investigación compara muestras de isótopos estables en las plumas de gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) disecadas en 1916, procedentes del Museo Darder de Banyoles, en Girona, y del Museo de Historia Natural de Barcelona, con los de ejemplares actuales de la misma especie y zona. Las diferencias son asombrosas.

Como casi siempre, la mano del hombre está detrás de este cambio adaptativo, que encuentra sus causas en la degradación del hábitat natural de las gaviotas y, sobre todo, en la multiplicación de la generación y el vertido de basuras.

Si a eso sumamos la enorme plasticidad alimentaria de las gaviotas, que no han tenido ningún problema para aprender a aprovecharse de nuestros desperdicios, tenemos el caldo de cultivo perfecto para que, en algunos lugares, se hayan convertido en una verdadera plaga y, ahora también, en una amenaza medioambiental.

Ave de vertederos

Los expertos en biología, apuntan varias claves por las que las gaviotas -y también las cigüeñas- han cambiado sus hábitos alimenticios para elegir como proveedores de alimentos los vertederos.

Disponibilidad de alimentos

Estos lugares contienen desechos orgánicos, como restos de comida, que son un recurso fácil de alimentación para estas aves.

Ahí las gaviotas pueden encontrar comida rápidamente y con poco esfuerzo, lo que las hace propensas a regresar a los basureros repetidamente.

Competencia reducida

En los vertederos, las gaviotas pueden encontrar comida sin mucha competencia de otras especies, bien porque están menos adaptadas para alimentarse de desechos humanos o porque evitan estos entornos debido a su naturaleza.

Ambiente favorable para anidar

Algunos vertederos pueden proporcionar áreas seguras para que las gaviotas aniden. En estos lugares es más difícil ser perturbados por sus depredadores naturales, como las rapaces especializadas en cazar aves marinas, y también ofrecen protección contra eventos climáticos adversos.

Una amenaza ambiental

Hasta ahora se conocía que la presencia masiva de gaviotas puede constituir un problema de salud pública (son vectores de enfermedades como la gripe aviar o gripe A, la salmonelosis, la histoplasmosis o la criptococosis), pero, recientemente, también se ha descubierto que suponen un peligro para algunos ecosistemas.

Un equipo científico internacional liderado por la Estación Biológica de Doñana (EBD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y publicado en la revista Waste Management, ha desvelado que las gaviotas sombrías (Larus fuscus) dispersan, cada invierno, hasta 400 kilos de plástico procedente de vertederos, en la Reserva Natural de la Laguna de Fuente de Piedra, en Málaga.

Los estudios dietéticos que han analizado el contenido de las egagrópilas (bolas formadas por restos de alimentos no digeridos) regurgitadas por las gaviotas que invernan en el lago, han determinado que, por ejemplo, sólo en la temporada 2019-2020, se vertieron en este entorno 16 millones de partículas de microplásticos.

La principal preocupación ahora es cómo este tipo de contaminación afectará a otras especies que viven en este humedal, principalmente a la mayor colonia de flamencos de toda la península ibérica y la segunda en importancia de Europa tras la existente en Camargue, Francia, que ya padece otros problemas como la sequía.

Y toca estudiar qué otros problemas ecológicos pueden generar las gaviotas en los ecosistemas naturales por su participación en la bioacumulación de plásticos que transportan desde los vertederos.

Para terminar, un dato para reflexionar sobre la insostenibilidad de nuestro modelo de consumo: en 2021 (último dato disponible del INE), en España, las empresas gestoras recogieron 22,7 millones de toneladas de residuos urbanos. Un 4,3% más que en el año anterior. Más de un kilo por español y día.

Referencia de la noticia:

Jazel Ouled-Cheikh, Virginia Morera-Pujol, Álvaro Bahillo, Francisco Ramírez, Marta Cerdà-Cuéllar, Raül Ramos. Foraging in the Anthropocene: Feeding plasticity of an opportunistic predator revealed by long term monitoring, Ecological Indicators, Volume 129, 2021.