Hablando de Veletas (II)

Arbeteta es un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara situado a mil metros de altitud entre los valles del Tajo y el Guadiela.

Veletas

Mambrú, la legendaria giraldilla de Arbeteta

Arbeteta es un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara situado a mil metros de altitud entre los valles del Tajo y el Guadiela. Posee interesantes parajes naturales, pinos, chopos, encinas, cultivos de cereal y fauna cinegética menor. De su pasado esplendor dan cuenta las ruinas de un castillo medieval ajustado a la roca y de difícil acceso y una iglesia parroquial construida en los siglos XVII-XVIII, con esbelta torre barroca diseñada por el arquitecto Pando. Y sobre ella hay una gran veleta, a la que llaman "el Mambrú", porque según dicen, de lejos, tiene figura de hidalgo caballero inglés .

Asegura la tradición que el “Mambrú” de la giraldilla de Arbeteta, es el protagonista de la canción infantil “Mambrú se fue a la guerra”, curiosa canción que aún hoy se recuerda y que comienza así:

“Mambrú se fue a la guerra,
¡qué dolor, qué dolor, qué pena!
Mambrú se fue a la guerra,
no sé cuando vendrá.
Do-re-mi, do-re-fa,
no sé cuándo vendrá (...)

Esta canción había sido compuesta por los soldados franceses a comienzos del siglo XVIII para celebrar la supuesta muerte, en la batalla de Malplaquet (1709), del militar inglés Yohn Churchil, Duque de Marlborough, que los había derrotado repetidas veces.

La difícil pronunciación del nombre de Marlborough, dio origen, por corrupción fonética, a la palabra “Mambrú” y la burlesca canción, que primero fue cantada por soldados y patriotas franceses, pronto la canturreó todo el pueblo. Después, pasado un tiempo, se olvidó.

Cuenta la leyenda que la Reina María Antonieta –mujer de Luis XVI- un día oyó tararear a la nodriza de su hijo, mientras lo arrullaba, la historia del caballero inglés Mambrú “ el que se fue a la guerra...”. Le hizo gracia la letra y le gustó la melodía. Aprendió la cancioncilla, la divulgó en las fiestas de la corte a las que tan aficionada era y enseguida todos la entonaron en el Palacio de Versalles. Llegó la canción a España y alcanzó gran éxito - como todo lo francés en aquel tiempo - y se sabe que, a finales del siglo XVIII, las niñas de medio mundo jugaban al corro o a la rayuela, cantando la historia de Mambrú, aquel inglés que murió en la guerra, a cuyo entierro sólo asistieron tres pajaritos, “cantando el pío-pío, cantando el pío-pa...”. Una bonita y folclórica canción infantil que también forma parte del cancionero popular hispanoamericano.

Pascual Madoz , a mediados del siglo XIX, daba noticias de la Giralda de Arbeteta. Decía de ella que la Iglesia de San Nicolás ofrecía “de particular su veleta, que es una estatua o figura de hierro de dos y media varas de altura...”. En aquel tiempo el pueblo tenía 140 casas, un Ayuntamiento que servía de cárcel, un sacristán que hacía de maestroescuela, enseñando las primeras letras y las cuatro reglas a 30 niños de ambos sexos, previa retribución en grano aportada por sus padres. Había también una fábrica de vidrio y mucha caza en sus proximidades.

Hoy en Arbeteta, uno de los pueblos más pequeños del Alto Tajo, poblado solamente por medio centenar de vecinos, la giraldilla de la torre de su iglesia, “El Mambrú” de madera de sabina forrado de latón, se ha convertido en una de las veletas más legendarias del territorio nacional y es un atractivo turístico más, curioso y original, para quienes visitan el paisaje rural de la comarca de La Alcarria.

La veleta de Escamilla ( Guadalajara )

La veleta de Escamilla no tiene nombre propio. Representa una figura metálica de gran tamaño a la que los vecinos llaman sencillamente “ La Giralda ”. La instalada en la actualidad es una mala réplica de la antigua a la que sustituyó hace algunos años. Buena parte del vecindario actual opina que la anterior veleta era mucho más artística, y que ésta de ahora en nada recuerda a la precedente, que representaba a una mujer muy bella.

En una tercerilla, que sirve de reclamo turístico al pueblo, se señala a la giraldilla como una de las tres cosas más típicamente representativas de Escamilla:

Tres cosas tiene Escamilla
que no las tiene otra villa:
la plaza, la fuente y la giraldilla
La Giraldilla. Iglesia Parroquial de Escamilla
La Giraldilla. Iglesia Parroquial de Escamilla
La Giraldilla. Iglesia Parroquial de Escamilla

Se olvidan los versos anteriores de las ruinas del castillo, destruido a comienzos del siglo XIX por los franceses en la Guerra de la Independencia. Y tampoco citan a la Iglesia Parroquial, que está bajo la advocación de Nuestra Señora de la Purificación, con una bonita torre de cuatro cuerpos, situada en el ángulo noroeste del templo, torre que está coronada por la veleta de que venimos hablando.

Nos han contado sus vecinos que la primera giraldilla era de madera de encina forrada de cinc, a la que carbonizó un rayo un día de tormenta. Aquella, representaba a una figura de mujer muy hermosa a quien la leyenda atribuía platónicas relaciones con Mambrú, el caballero-giralda de Arbeteta. Decían los lugareños que, cuando el viento era favorable, entre ambas se intercambiaban continuos mensajes.

La veleta actual no pudo hacerse idéntica a la anterior por falta de modelo y añaden los habitantes de Escamilla que, aunque funciona muy bien, “desmerece” a la torre.

¡ Ya está vuelto Pedro Mato !

Cuando alguien, sin razones que lo justifiquen, cambia repentinamente de actitud en lo que fuere, en tierras de La Maragatería suelen comentar su conducta con esta frase proverbial: ¡ Ya está vuelto Pedro Mato !. Algo así como si dijeran ¡ Ya ha cambiado de opinión ! . O como si se llamara “veleta” a alguien. Sin faltar a la corrección gramatical, porque el vocablo “veleta”, según el DRAE, nomina en sentido figurado, a toda persona “inconstante y mudable”.

Pedro Mato es realmente una veleta. Es el nombre que le dieron los habitantes de Astorga a la giralda que ocupa una torreta del ábside de su Catedral. Representa a un personaje legendario y enigmático que se ha convertido en símbolo de la Ciudad. Hasta ahora es un misterio quién fue Pedro Mato y qué hizo tan importante para que lo colocaran en el lugar más alto en que podían ponerlo. Pero documentalmente no puede justificarse su existencia.

Pedro Mato. Ábside de la Catedral de Astorga
Pedro Mato. Ábside de la Catedral de Astorga

El investigador Antonio Viñayo apoya la tesis de que Pedro Mato tomó parte en la batalla de Clavijo, lo que puede considerarse hasta probable, dadas las connotaciones que la batalla tuvo con la ciudad de Astorga , que guarda en su Casa Consistorial un estandarte del combate.

Otra leyenda asocia a Pedro Mato con un arriero maragato de los tiempos de la Guerra de la Independencia así llamado. Los franceses tuvieron sitiada a la ciudad y Pedro Mato habría sido el suministrador de vino, aceite y productos de primera necesidad a los sitiados, con permiso - poco verosímil - del ejército francés. Dice la leyenda que el arriero solía introducir en los odres de aceite y vino una buena cantidad de doblones de oro para ayudar a los astorganos a resistir el asedio. La última vez que lo hizo, los franceses descubrieron el engaño y Pedro Mato fue ajusticiado. Al final, Astorga capituló. Era el año 1810. Años después, la ciudad agradecida colocaría su imagen, en forma de giraldilla, en el lugar más alto, visible y destacado de Astorga, en su Catedral.

Hay otra versión más de la leyenda. Ésta supone que la imagen de Pedro Mato ya estaba arriba del ábside cuando llegaron los franceses y sitiaron Astorga en 1810. Y como la giralda se movía con el viento, confundieron a Pedro Mato con un vigía y decidieron derribarlo. Y no lo consiguieron, a pesar de haber descargado toda su munición. La tradición asegura que, gracias a la intercesión de Pedro Mato, el ejército de Napoleón no consiguió pasar de Astorga y avanzar hacia occidente en la conquista del territorio peninsular.

No procede hacer ningún comentario con el que refutar algo de lo expuesto anteriormente. Las leyendas son así. Si todo lo que dicen fuera verdad histórica verificable, no serían leyendas.

En Zamora, Pero Mato ( Peromato )

Pero Mato. Torre de la Iglesia de San Juan de Puerta Nueva. Zamora
Pero Mato. Torre de la Iglesia de San Juan de Puerta Nueva. Zamora

La similitud de nombre de esta veleta zamorana con el Pedro Mato de la giraldilla de Astorga, inclina a pensar que se trata del mismo personaje. Pero también pudiera ser, sencillamente, una imagen de exaltación al guerrero. Sin ninguna duda, el Pero Mato de Zamora representa a un gallardo guerrero de metal con estandarte.

La iglesia de San Juan de Puerta Nueva, románica del siglo XII, aunque muy restaurada en el XVI, tiene una robusta torre cuadrada en la que se colocó la giraldilla, que representa a un guerrero al que siempre llamaron Pero Mato o Peromato. La que ahora ocupa su lugar es una réplica de la primitiva efigie y no funciona como veleta. La original se conserva en el Museo Provincial de Zamora, a la que un poeta de la tierra maragata, Federico Acosta Noriega, compuso el siguiente soneto, dedicado a Pero Mato, la antigua y emblemática giraldilla de San Juan de Puerta Nueva.

Pero Mato

Este que, inmóvil, en su mano lleva
la poderosa insignia de Viriato
es el buen caballero Pero Mato
el que reinó en San Juan de Puerta Nueva.
Porque a mirarle el rostro no se atreve
algún rufián, o al hacerle desacato,
huyó, al abandonarle el pueblo ingrato,
a un viejo caserón como una cueva
Ya no da vueltas ágil y ligero
al soplar de los vientos, ya no dora
la luz del sol las mallas de su acero
¡ En un rincón de soledad deplora!
Pero aún así, el honrado caballero
es el blasón más puro de Zamora.

La última veleta. Luelmo de Sayago (Zamora)

Hace poco más de dos años, aparecía en la Web de Luelmo un poema romanceado de O. Heras Iglesias titulado “¿Por qué cayó la veleta ? ”. El poeta se refería a la veleta que hasta aquel momento había coronado el campanario de la Iglesia de San Pedro del pueblo zamorano de Luelmo de Sayago.

Sayago es una comarca del oeste de Zamora, limítrofe con Portugal, situada entre los ríos Duero y Tormes. De su paisaje rural forman parte un buen número de pequeñas iglesias, en las que no suelen faltar ni los nidales de cigüeña, ni las veletas. La pérdida de una de estas veletas inspiró al nostálgico poeta sayagués, un romanceado poema de añoranza, en el que detallaba lo que había desaparecido de Luelmo por la emigración de sus gentes, el abandono de la agricultura, la falta de niños... Al final decía:

Vuelva la veleta a estar
donde siempre, vigilando
cual perenne centinela
de su pueblo. Y a su lado,
la cigüeña con su prole
en su nido centenario.

Hace sólo unas semanas, el 23 de enero de este año, el poeta de Sayago cumplía su deseo de ver instalada una nueva veleta, sustituyendo a la anterior. Y esta vez, dos años después, Heras Iglesias ha escrito una decena de estrofas como “Saludo a la veleta”. A la nueva y recién estrenada veleta de Luelmo de Sayago, la sencilla y tradicional veleta bajo la cruz, símbolo emblemático de identidad en tantos pequeños pueblos del paisaje rural castellano-leonés.

Con la imagen de esta “jovencísima” veleta y la última estrofa a ella dedicada en el Saludo del poeta Obdulio Heras, finalizamos los comentarios sobre veletas que iniciamos en el anterior número de la RAM.

Que seas compañera, noche y día,
del esfuerzo constante de tus gentes.
Y seas para todos los ausentes,
la luz para volver. Su norte y guía.
Nueva veleta de Luelmo de Sayago. Nido de cigüeñas
Nueva veleta de Luelmo de Sayago. Nido de cigüeñas

La veleta en el refranero y cancionero populares

También la veleta está presente en los refranes y canciones del folclore tradicional español, aunque su presencia sea un tanto exigua. En mayoría, los cantares y refranes existentes no tienen como protagonistas a veletas meteorológicas propiamente dichas, sino a individuos de carácter voluble. Y esto es correcto gramaticalmente porque “veleta” es un vocablo admitido por la Real Academia para nombrar, en sentido figurado, a “personas inconstantes y mudables”.

Refranes

En cuanto a los refranes existentes relacionados con el término “veleta”, los que son propiamente meteorológicos apenas sobrepasan el uno por mil del total, en refraneros específicamente meteorológicos. Utilizando como referencia “El Libro de los refranes de la temperie” de J. Sánchez Egea, que tiene un total de 3.005 voces, únicamente aparecen reseñados los siguientes:

Febrero, veletero
Más ligero, que veleta de Marzo
En Marzo, la veleta ni dos horas está quieta
En Marzo, la veleta ni dos horas se está quieta (variante del anterior)

Normalmente, los refranes concatenados al término “veleta” que aparecen en refraneros tradicionales, suelen identificar “veleta” con “mujer”, tienen carácter misógino y se refieren casi siempre a la tópica inconstancia y volubilidad femeninas.

Belleza sin talento, veleta sin viento
El aire que corre muda la veleta, pero no la torre
La fortuna es veleta, nunca está quieta
Mujer, veleta y ventura pronto se mudan
El viento que corre muda la veleta, pero no la torre
Veletas y mujeres a cualquier viento se vuelven
Si miras las veletas de dos torres, nunca sabrás que aire corre
Cuando bebe el gallo, llueve en verano. ( Gallo, aquí veleta con forma de gallo)

Cantares

Me llamaste veleta
por lo mudable. ( o variable )
Si yo soy la veleta,
tú eres el aire
y la veleta,
si el aire no la mueve,
se queda quieta.

...

Primero hizo Dios al hombre
y después a la mujer:
primero se hace la torre
y la veleta después.

...

Mujer que giras al viento
como veleta de torre
y cambias de sentimiento
según el viento que corre...

...

En una cumbre me ponen
para que el aire me dé
sirvo de guía a los hombres
y me sostengo de pie.

Glosa final

Nos habíamos propuesto en HABLANDO DE VELETAS recoger un pequeño ramillete-muestra de alguna de las veletas que coronan los campanarios de pequeñas iglesias, catedrales, edificaciones civiles, obeliscos, picotas... reservando para una segunda parte, aquellas veletas que estaban vinculadas a la Meteorología popular, por el carácter legendario de sus giraldillas, que suelen ser imagen de míticos personajes con biografías fantasiosas, deformadas por la tradición oral.

Hemos añadido después, como colofón, una muestra de refranes y cantares populares, en la que, como en las veletas del inicio, tampoco “están todos los que son”... Y ahora, ya en la recta terminal, queremos dejar como apunte que la veleta, el más sencillo y popular de los instrumentos meteorológicos, también ha sido y es fuente de inspiración de multitud de composiciones literarias y musicales escritas en prosa y en verso por pequeños y grandes autores. Entre estos últimos, Federico García Lorca, tuvo a la veleta como tema clave y recurrente en buena parte de su obra poética. Para él fue una “lírica flor de torre y luna de los vientos”. Y, finalmente, en “Memento” ( Poemas del Cante Jondo), Lorca vinculó la veleta al presagio de su propia muerte:

Cuando yo me muera,
enterradme, si queréis,
en una veleta
¡Cuando yo me muera!

Santander, Marzo de 2003

Bibliografía

CANCIONERO MUSICAL. Instituto Cultural Simancas. Valladolid, 1981

MADOZ, P. Diccionario Geográfico-estadístico- histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, 1849.

MARTÍNEZ KLEISER. L. Refranero General Ideológico Español.

HISTORIA UNIVERSAL DEL ARTE. Editorial Planeta. Barcelona, 1988

SÁNCHEZ EGEA ,J. El Libro de los Refranes de la Temperie . I.N.M. Madrid, 1986

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http://www.luelmo.com/htm/veleta.htmhttp://www.luelmo.com/htm/velenue.htm

Esta entrada se publicó en Reportajes en 29 Nov 2011 por Francisco Martín León