La Estación de Santander-Ojáiz: 25 años de observaciones. Parte III

José Luis Pelayo Arce. Nota de la RAM. Queremos reproducir en la revista este extenso trabajo de José Luis Pelayo Arce responsable de dicha estación y autor de este trabajo tan minucioso tras 25 años de trabajo impagable. Son muchas páginas, ideas, gráficas, etc. Este es el tercero de la serie de este extenso reportaje.

Las primeras entregas de este trabajo puedes verla en:

Parte I https://www.tiempo.com/ram/4880/la-estacin-de-santander-ojiz-25-aos-de-observaciones-parte-i/

Parte II https://www.tiempo.com/ram/5144/la-estacin-de-santander-ojiz-25-aos-de-observaciones-parte-ii/

Capítulo 2

La precipitación y los fenómenos meteorológicos

……

2.7.- Régimen pluviométrico estacional

Clasificando las estaciones astronómicas de acuerdo con el cómputo que se utiliza en el año agrícola, obtenemos el régimen pluviométrico para cada una de las estaciones. Con éste método podemos saber cuál ha sido la estación más lluviosa o la más seca.

Los valores de precipitación se obtienen a partir de las medias mensuales del periodo 1984 – 2008. Para el cálculo del porcentaje correspondiente, se divide el valor medio de cada estación entre la precipitación total de los 25 años repartidos conforme a la división del año agrícola y finalmente se multiplica por 100.

La precipitación acumulada del periodo es de 26861,0 l/m2.


Según las fuentes, la estación más lluviosa corresponde al otoño que agrupa un 31,74% de la precipitación total. En el marco de esta estación es el mes de noviembre el que aporta más cantidad de lluvia al total estacional y Septiembre el más seco. Le sigue por orden el invierno, siendo Diciembre el mes más lluvioso y Febrero el más seco. Este periodo estacional agrupa el 27,55% de la cantidad total de lluvia.

A medida que avanza el año, las precipitaciones van disminuyendo progresivamente. La primavera contribuye al total general con un 24,97%, siendo Mayo el mes más lluvioso en comparación a junio que es el más seco.

Los tres meses del verano en el año agrícola proporcionan un 15,74%, y es por lo tanto la estación más seca. En ella Agosto, considerado como el punto de inflexión anual, es el mes más lluvioso y Julio el más seco.

2.8.- Repartición horaria de la precipitación

La precipitación es una variable meteorológica muy aleatoria: Cuando llueve la cantidad de agua que cae a la tierra no es siempre la misma en los días que precipita y tampoco se recoge una cantidad igual en las horas de cada día.

El pluviógrafo es el aparato encargado de medir la lluvia que cae en cada hora por medio de un registro gráfico que se imprime en una banda especial de papel. Lo más característico del pluviógrafo es dar a conocer el tiempo en que ha ocurrido la precipitación más que la medida de la misma, aunque también se puede precisar ésta, comparando la cantidad recogida con el pluviómetro oficial y utilizando un coeficiente de corrección que es variable en función del agua recogida.

El sistema más utilizado por AEMET es el de sifón, donde un flotador, metido en un contenedor especial del que se sabe su medida, lleva unido un vástago y a éste una plumilla inscriptora. Cuando la cantidad de precipitación recogida llega a los 10 milímetros, se vacía automáticamente. El vaciado del agua lo hace hasta el nivel “cero” (cero ficticio de la banda registradora), que puede corregirse gracias a un tornillo de sujeción del brazo de la pluma. Para fijar el aparato en tierra se prepara una plataforma de mampostería de modo que la boca del equipo esté a una altura de 1,50 metros del suelo.

Un poco más debajo de la boca de captación el pluviógrafo lleva una serie de aletas que impiden que el agua de la lluvia penetre en el interior. La banda registradora se enrolla en un tambor de relojería el cual puede dar una vuelta completa en 24 horas (registro diario) o en siete días (registro semanal)

La banda registradora diaria está fraccionada en horas y, dentro de éstas, las divisiones se hacen cada diez minutos.

En la estación de Ojáiz se utiliza el mismo modelo oficial del que hace uso AEMET (Thies), cuya capacidad total es de 200 litros.

Es preciso hacer la salvedad de que el pluviógrafo se instaló en el recinto en el mes de Marzo de 1989; por lo tanto, no hay datos horarios de precipitación de los años anteriores. Pero aunque la serie no se corresponda con los 25 años de observaciones, se ha creído interesante incluirlo en este resumen. Para no errar en los cálculos estadísticos (que llevarían a conclusiones no exactamente reales) se han omitido éstos y solamente se muestran los gráficos de las medidas aportadas por el equipo.

Las observaciones de precipitación horaria se refieren siempre al día civil (de 00 a 24 horas), prescindiendo del día pluviométrico (que abarca desde las 07 horas de un día hasta las 07 horas del siguiente). Con los totales de precipitación en cada una de las horas, se ha formado el gráfico que se muestra a continuación:

En el gráfico se han representado las líneas que dividen las horas del día civil; estas divisiones van de 00 a 07h, de 07 a 13h, de 13 a 18h y de 18 a 24h. Vemos cómo la precipitación tiende a acumularse preferentemente en las horas nocturnas, pero sin embargo es a las 08h donde alcanza el máximo. Por el contrario, en el periodo de tiempo que corresponde a la tarde, la precipitación total es menor: En las horas vespertinas llueve menos.

Desde la instalación del pluviógrafo se han contabilizado un total de 9836 horas y 27 minutos, lo que a su vez equivale a una media de algo más de 820 horas por año. El año con mayores horas de lluvia fue precisamente el último de la serie (2008), con un total de 834 h y 24 m.; el año con menos horas fue 2001, con 398h y 38m (se ha omitido 1989 ya que no se dispone de los datos completos del citado año).

Por meses, el mayor número de horas corresponde a Octubre de 1992, con un total de 132h y 21m; y el de menos tiempo de lluvia es Enero de 1993, con tan sólo 5h y 10m. La media mensual más alta la ostenta el mes de Noviembre (67h, 17m), y la más baja a Julio (38h, 45m), que se corresponde igualmente con el mes con menor precipitación, tanto anual (es decir, año por año), como en el cómputo general (21 años).

2.9.- Intensidad máxima de la precipitación

En toda precipitación se produce siempre un momento en el que se alcanza la mayor intensidad. En precipitaciones de granizo o nieve, determinar la cantidad que cae en el momento de máxima intensidad puede resultar un problema, pero en el caso de la lluvia se conoce con total exactitud a través del examen minucioso de las bandas del pluviógrafo.

La duración que tiene ése tiempo en el que se alcanza el máximo es diferente en cada ocasión; entonces, para comparar mejor los datos, la cantidad precipitada se evalúa por hora, es decir, se obtiene el dato teórico de la cantidad de precipitación que hubiese caído si se hubiera mantenido constante con la misma intensidad. Es un cálculo muy sencillo, tomando como punto de partida la cantidad máxima registrada por el pluviógrafo en 10 minutos. Tras una sencilla regla de proporción, se evalúa la cantidad que se acumularía en una hora en el caso de que la precipitación continuase con la misma fuerza.

La forma en que se producen las precipitaciones durante un periodo de tiempo determinado, es decir su intensidad o lo que es igual, la relación entre su cantidad y duración, es de enorme importancia para la hidrología, ya que éste conocimiento es vital para la prevención de riadas, establecimiento de los periodos de retorno y la adecuación de obras públicas y servicios; asimismo para el conocimiento de las causas y la prevención de los efectos de la erosión y los arrastres de suelos.

La intensidad máxima anual queda reflejada en el gráfico siguiente:

La intensidad máxima del periodo de 21 años ocurrió en el mes de Octubre de 2003, alcanzándose los 115,2 mm/hora, que supuso una cantidad de 192 décimas de milímetro en tan sólo diez minutos de tiempo. La intensidad mínima dentro de los valores máximos fue de 33,0 mm/hora y tuvo lugar en el mes de Enero de 1990.

2.10.- Fenómenos atmosféricos asociados a las precipitaciones

De todos los fenómenos atmosféricos que ocurren en la troposfera tan sólo la lluvia, la nieve, la niebla, el rocío y la escarcha son susceptibles de dejar registros apreciables en el pluviómetro. En la estación de Ojáiz, de entre todos los citados, la cantidad más representativa de precipitación corresponde a la lluvia o llovizna, bien sea que precipite de manera continua o bajo la forma de chubascos.

Sin embargo, es muy difícil distinguir las cantidades que corresponderían a cada uno de los fenómenos, pues en casi la totalidad de las ocasiones la lluvia ha caído mezclada con el granizo o, de modo menos frecuente, junto a la nieve. Por el contrario, aunque también presenta algún problema, la niebla o el rocío, o incluso la escarcha pueden ser computados más fácilmente pues estos fenómenos, por lo general, van muchas veces asociados a tiempo anticiclónico, aunque no siempre ocurre así.

Por lo tanto para hacer la “distinción” entre las precipitaciones que aportan los registros más importantes, se recurrió a las Instrucciones para las observaciones en las estaciones pluviométricas, En ellas se dice que, si en un mismo día se observa lluvia y granizo, sólo se contabiliza como día de granizo; si se observa lluvia y nieve, sólo se cuenta como día de nieve.

El método no es exacto, pero es lo más ajustado que se ha encontrado para diferenciar la cantidad que corresponde a los días de lluvia, granizo, niebla o nieve.

En las tablas y gráficos siguientes, el tiempo se ha dividido en quinquenios con el objeto de no hacer excesivamente extenso este apartado que, por lo demás, sólo se incluye a modo informativo.

2.11.- Fenómenos atmosféricos y cantidades de precipitación

Para finalizar éste capítulo dedicado a las precipitaciones hemos incluido en él las observaciones referidas a los fenómenos atmosféricos registrados en la estación a lo largo de estos años.

La atmósfera está compuesta por aire, polvo, vapor de agua; los fenómenos que observamos en ella están directamente relacionados con los ciclos del agua, la radiación solar y el movimiento de la Tierra.

La cantidad total de los fenómenos atmosféricos se ha dividido en periodos de cinco años. Las tablas y gráficas que se muestran a continuación nos lo explican con detalle:

Lluvia:

Se define así a la precipitación que llega al suelo en forma líquida, constituida por gotas de tamaño apreciable (por convenio su diámetro es superior a los 0,5 mm.) La llovizna está formada por gotas más delgadas; se trata de una precipitación bastante uniforme, con gotas inferiores a 0,5 mm de diámetro, muy juntas unas de otras. Se forma por coalescencia de gotitas de nubes estratiformes y cae procedente de ellas cuando su base está próxima al suelo.

Los chubascos son un tipo de precipitación que se caracteriza porque sobreviene bruscamente y termina con la misma rapidez y son la consecuencia de una discontinuidad local que existe en el estado de la atmósfera. Pueden ser de lluvia, nieve o granizo.

Nieve:

La nieve es una precipitación sólida que tiene lugar en forma de una gran variedad de minúsculos cristales de hielo, ramificados o en forma de estrella, a temperaturas por debajo de los 0ºC formando copos de nieve de tamaño bastante mayor y a temperaturas muy próximas a los 0ºC. La nieve granulada está formada por granos opacos, alargados y achatados, cuyo diámetro no suele superar los 2 ó 4 mm. En muchas ocasiones nieve y lluvia caen a la vez dando lugar a otro tipo de precipitación: Aguanieve

En la estación de Ojáiz son escasas las precipitaciones de nieve, aunque ha habido años que sí ha hecho su aparición, generalmente asociada a olas de frío importantes.

Cabe destacar que en todos los quinquenios aparece siempre alguna cantidad con días de nieve, siendo de destacar el primero de ellos por su cantidad: 14 días de nieve que se repartieron del siguiente modo:

1985:6 días de nieveMes:Enero
1986:1 día de nieveMes:Enero
1987:6 días de nieveMeses:Enero:4; Febrero:2
1988:1 día de nieveMes:Febrero

Granizo:

Se denomina así a la precipitación sólida en forma de granos de hielo redondeados o bolas, cuyos diámetros pueden variar entre 5 y 50 mm, aunque a veces son mayores. Caen separados o formando conglomerados de forma irregular que constituye el pedrisco.

El granizo se forma dentro de los cumulonimbos: Las corrientes ascendentes y descendentes que tienen lugar en el interior de la nube hace que las gotas de agua suban y desciendan. En el interior de la nube reinan temperaturas por debajo de cero y a cada ascendencia o bajada se van uniendo capas de hielo a las gotas ya congeladas. Por eso, si partimos un granizo, podemos ver las capas concéntricas de las que está compuesto.

La aparición del granizo está limitada al periodo invernal, cuando las masas de aire frío irrumpen con fuerza en el norte peninsular. Frecuentemente es acompañado de fenómenos tormentosos y el tamaño de los granos de hielo raramente excede de los 10 mm. Tiene una frecuencia de aparición de 13 días al año.

Granizo depositado en el recinto de la Estación

Tormenta:

El siguiente elemento a destacar son las tormentas aunque se presentan bajo condiciones completamente diferentes según la época del año. En invierno acompañan en ocasiones a los frentes fríos y en verano su formación es diferente debidas a la acumulación de humedad, evaporación y calor en una atmósfera inestable: Las tormentas de calor. Como media, aparecen unos 21 días al año; en los meses de invierno, Febrero es el más proclive a la aparición de fenómenos eléctricos asociados al recorrido de los frentes atlánticos. En verano este “privilegio” le corresponde al mes de Julio en el que son bastante frecuentes las tormentas, a veces con gran aparato eléctrico e intensos aguaceros de corta duración.

Fotografía de una descarga eléctrica en Ojáiz

Niebla:

La niebla también es un elemento a destacar pero no precisamente por los registros que deja en el pluviómetro (la mayoría son inapreciables), sino por la incomodidad que presenta para varios aspectos de nuestra vida diaria. También suelen formarse bajo condiciones atmosféricas completamente diferentes: La niebla de radiación, que se origina en las noches serenas y claras de invierno, forma bancos de pequeño espesor que se asientan en las depresiones del terreno, siempre en contacto con el suelo y que desaparecen poco después de la salida del sol.

Las de advección, más frecuentes la época estival, casi siempre proceden de la costa y se producen cuando una masa de aire húmedo atraviesa una superficie fría (el mar) y se condensa. Su aspecto es el de una nuble blanquecina que avanza rápidamente empujada por las brisas marinas. En ocasiones es tal su persistencia que aún en pleno verano la temperatura desciende varios grados; es muy probable que tierra adentro siga luciendo un sol espléndido mientras que playas y zonas próximas a la costa estén sumidas en una niebla cerrada que impide el paso de los rayos solares. En ocasiones, con este tipo de fenómeno, el cielo puede quedar cubierto varios días seguidos hasta que se modifican las condiciones atmosféricas que dieron lugar a su origen. Este agente atmosférico suele presentarse unos 20 días al año, independientemente de cual sea su origen.

Niebla de advección, procedente del mar, sobrepasando la sierra litoral de Liencres

Rocío y Escarcha:

El rocío es la condensación del vapor de agua sobre una superficie cuya temperatura ha disminuido en virtud del enfriamiento por radiación, por debajo del punto de rocío del aire en contacto con ella. De los dos procesos de formación del rocío el más corriente tiene lugar en condiciones de calma (con vientos a 10 metros del suelo inferiores a un nudo), cuando el vapor de agua se difunde desde el suelo hacia arriba, hasta la superficie expuesta al enfriamiento (por ejemplo el césped).

La escarcha es una masa de hielo en forma cristalina, que adopta el aspecto de escamas, plumas o agujas, que se depositan sobre superficies previamente enfriadas por radiación o por otra causa. El depósito está compuesto con bastante frecuencia por gotitas de rocío congeladas tras haber sido depositadas y por hielo formado directamente a partir de la propia sublimación del vapor a temperaturas inferiores a los 0ºC.

La presencia de niebla, que viene a proteger las superficies de una excesiva radiación, tiende a evitar la formación de la escarcha.

En Ojáiz la escarcha se presenta generalmente en el periodo invernal. A veces es tan intensa que, a pesar de la elativa proximidad a la costa de la estación, la temperatura desciende varios grados por debajo de cero. Enero y Febrero son los meses en los que la escarcha hace su aparición, generalmente.

Escarcha depositada en el heliógrafo y en el campo circundante

Ocurren otros fenómenos que aunque no son contabilizados en los cuadernos de registro oficiales de la estación, no por ello son menos importantes. Entre los más peligrosos, la aparición de las Galernas es sin duda el fenómeno más espectacular. La del 7 de Junio de 1.987 o la más reciente del 2 de Mayo de 2.005 (aunque de mucha menos intensidad) ponen de manifiesto el inmenso potencial energético de la atmósfera. Pueden aparecer con mayor frecuencia entre los meses de Abril a Octubre. Hay años que, aún dándose las condiciones para su formación, no se manifiestan; y en otras ocasiones se presentan tan rápidamente que es casi imposible predecirlas o se cuenta con un mínimo margen de tiempo para poner en marcha los dispositivos de seguridad ciudadana. Precisamente esa característica es lo que las hace tan peligrosas sobre todo para la navegación. Antaño estos fenómenos se cobraban muchas vidas humanas entre los pescadores de los puertos del Cantábrico, siendo la más luctuosa de todas ellas la famosa Galerna del Sábado de Gloria, que ocurrió el 20 de abril de 1.878.

Otro de los fenómenos a tener en cuenta son las “mangas” o trombas marinas, que se forman en el mar cuando la actividad convectiva es especialmente intensa. Afortunadamente hasta la fecha ninguna de ellas ha entrado a tierra y ha causado destrozos, si no que nacen y desaparecen en el mar. Este año 2.005 ha sido muy propicio para su observación. El hecho más reciente ocurrió en el mes de Septiembre de 2005, pero anteriormente también se vieron muchas mangas a la altura de las zonas de San Vicente de la Barquera, Comillas, Cóbreces y Santander (Zona de Cabo Mayor).

Es muy curioso observar la especie de “nube” que se forma cuando el embudo hace su contacto con el agua. A esta zona se la conoce con el nombre de “matorral”. Antes de que la tuba llegue a la superficie marina, ya se observa un extraño fenómeno parecido a cuando el agua comienza a hervir y que no es más que la agitación, muy localizada, de las aguas provocadas por el efecto de succión de la tromba marina.

El primer período en la formación de una manga marina pasa por la fase de “tuba” que no es mas que una protuberancia que sale de la base de las nubes y que aún no ha tocado la superficie del mar.

El “gancho” es la primera fase de una tromba marina (o un tornado) cuando empieza a descender desde la nube madre hacia la superficie

Arco Iris observado durante un chubasco desde la estación de Ojáiz

Potente torre-cúmulo que más tarde dio origen al cumulonimbo de la fotografía inferior

Nieve cubriendo el suelo durante las nevadas del mes de Enero de 1.985

Continuará

Esta entrada se publicó en Reportajes en 01 Sep 2009 por Francisco Martín León