Reconstrucción climática de los últimos 2.000 años en el interior peninsular

Un estudio elaborado por un equipo multidisciplinar de científicos a partir de los sedimentos de la laguna Cimera, en la Sierra de Gredos, ha permitido reconstruir el clima de la zona central de la península ibérica de los últimos 2.000 años con una resolución temporal de unos 10 años.

Reconstrucción Climática De Los últimos 2.000 Años En El Interior Peninsular

En la investigación han participado, entre otros, investigadores del ICTJA-CSIC, el ICTA-UAB, el CREAF y la Universidad de Barcelona (UB).

El artículo, publicado en la revista Quaternary Science Reviews representa “un avance significativo para comprender los mecanismos climáticos que han controlado parte de nuestra historia", explica Guiomar Sánchez, primera firmante del artículo e investigadora del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA-CSIC).

Para efectuar esta reconstrucción climática, los autores tomaron durante el invierno de 2012 nueve testigos de sedimentos de la laguna Cimera, de origen glacial y situada a 2.140 metros de altitud. Según Sánchez, “una laguna como la de Cimera nos permite estudiar las variaciones del clima de los últimos 2.000 años sin las perturbaciones provocadas por las actividades humanas. La señal climática obtenida fue la más prístina posible”.

“Analizamos las muestras recogidas a una resolución de 10 años, obteniendo una serie de datos muy precisos para caracterizar los distintos periodos climáticos y los principales factores que los han regulado”, explica la investigadora.

Los resultados obtenidos muestran que durante el periodo romano (200 AC - 500 de nuestra era) se alternaron en el centro de la Península los periodos cálidos y fríos, siendo los inviernos cálidos y húmedos y los veranos también cálidos. En la Baja Edad Media (500-900 de nuestra era) hubo un cambio hacía condiciones más frías, con unos inviernos fríos y secos y unos veranos que aún eran cálidos.

El estudio indica también que durante la Anomalía Climática Medieval (900-1300 de nuestra era), el clima ibérico central se caracterizó por inviernos secos y cálidos y por veranos cálidos. En el periodo siguiente, durante la Pequeña Edad del Hielo (1300-1850 de nuestra era), ocurrió todo lo contrario: los inviernos fueron húmedos y fríos y los veranos fueron también fríos.

Los autores han caracterizado también el periodo de la era industrial, que se extiende entre el 1850 y el 2012. Durante este lapso de tiempo, los efectos del cambio climático han tenido una influencia en el comportamiento de la laguna que se ha hecho evidente en los sedimentos analizados. Sánchez indica que “el clima más reciente está siendo mucho más seco y cálido”.

Reconstrucción Climática De Los últimos 2.000 Años En El Interior Peninsular

Esta investigación, integrada con reconstrucciones climáticas anteriores de otras zonas de la Península, ha permitido establecer con precisión la influencia de los principales patrones de circulación atmosférica: la Oscilación del Atlántico Norte (NAO) y el del Atlántico Este (EA), fundamentales para entender la dinámica de la precipitación y de la temperatura en la península ibérica. La NAO y el EA muestran dos fases, una positiva y una negativa.

La fase negativa de la NAO se caracteriza por inviernos más húmedos en el sur de Europa mientras que la fase positiva provoca inviernos más secos. En cambio, durante la fase negativa del EA se observan veranos más fríos que cuando domina la fase positiva de dicho patrón. La interacción de estos modos en la misma fase provoca un clima más homogéneo en la Península mientras que si la interacción se produce en fases opuestas se observa más variabilidad climática.

Los gradientes de humedad observados durante el periodo romano y la Baja Edad Media indican una interacción entre la NAO y la EA en fases opuestas, mientras que la ausencia de dichos gradientes durante la Anomalía Climática Medieval y en la Pequeña Edad de Hielo muestra que ambos modos actuaron en fase.

“Si bien las condiciones climáticas dominantes durante los inviernos y los veranos de estos 2000 últimos años ya eran conocidas aproximadamente, este estudio ha permitido determinar el papel la NAO y el EA para establecer dichas condiciones. Hasta la fecha, nadie lo había determinado con tanta precisión”, añade Santiago Giralt, investigador del ICTJA-CSIC y coautor del estudio.

En el presente estudio han participado científicos del ICTJA-CSIC, la Facultad de Ciencias de Lisboa, el CREAF, el Centro de Estudios Hidrográficos (CEDEX), del Parque Nacional de La Sierra de Guadarrama, de la Facultad de Geología de la Universidad de Barcelona, del ICTA-UAB, así como investigadores de Edith Cowan University de Australia y la University of Western Australia.

Fuente: ICTJA-CSIC

Esta entrada se publicó en Noticias en 03 Nov 2016 por Francisco Martín León