Meteorología y Poesía: selección de Gerardo Diego

Nació en Santander, en el seno de una familia de comerciantes, que tenían su negocio y vivienda en el edificio número 7 de la céntrica calle de Atarazanas, situada en la zona más comercial y concurrida de la capital de Cantabria. Era una tienda de tejidos y ropa llamada “El Encanto”.

Frente a la Bahía de Santander, en la Avenida de la Reina Victoria, estatua sedente de Gerardo Diego, obra del escultor cántabro Ramón Muriedas Mazorra.

SELECCIÓN DE POEMAS DE GERARDO DIEGO en “MI SANTANDER, MI CUNA, MI PALABRA”
Artículo de abril 2006, recuperado julio 2011

Carmen Gozalo de Andrés
Licenciada en Historia

Gerardo Diego. Biografía

Gerardo Diego Cendoya (1896-1987) nació en Santander, en el seno de una familia de comerciantes, que tenían su negocio y vivienda en el edificio número 7 de la céntrica calle de Atarazanas, situada en la zona más comercial y concurrida de la capital de Cantabria. Era una tienda de tejidos y ropa llamada “El Encanto”, que ocupaba los bajos del inmueble de la calle citada, desaparecida en el terrible incendio ocurrido en febrero de 1941. Gerardo fue el séptimo de los hijos de don Manuel Diego y doña Ángela Cendoya y el décimo y último de don Manuel, quien, al enviudar de su primera esposa, había aportado tres hijos al matrimonio en segundas nupcias con doña Ángela. La numerosa familia habitaba los pisos altos de la edificación.

Gerardo asistió al colegio a partir de los cuatro años, iniciando también clases de solfeo y piano. Hizo los estudios de Bachillerato en el Instituto General y Técnico de Santander -hoy Instituto de Santa Clara- con brillante historial académico. Fue determinante en su vocación poética el Catedrático de Preceptiva Literaria D. Narciso Alonso Cortés, el mismo que muchos años después contestaría a Gerardo Diego en su Discurso de Ingreso en la Real Academia Española.

Cuentan sus biógrafos que Gerardo sentía verdadera pasión por la lectura y la música; que en el Instituto representaba con éxito comedias y sainetes de los hermanos Álvarez Quintero y que admiraba, desde muy joven, a los grandes pintores y a los toreros extraordinarios. En cuanto a los políticos, se mostró siempre bastante escéptico.

En 1912, Gerardo Diego inició como becario su primer curso en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Deusto. Se examinó en las Universidades de Salamanca y Madrid durante varios cursos, siempre con óptimos resultados, obteniendo la calificación de sobresaliente en los exámenes de Licenciatura. Después, comenzó en Madrid los Cursos de Doctorado y decidió preparar oposiciones a cátedras de instituto. Un tribunal, presidido por doña Emilia Pardo Bazán, le adjudicó la Cátedra de Lengua y Literatura del Instituto de Soria, la misma cátedra en que había sido titular Antonio Machado. Años después, Gerardo se trasladó a otros institutos de segunda enseñanza, impartiendo sus clases en Gijón, Santander y Madrid. En 1934, se casó en Toulouse con la estudiante francesa Germaine Marin, que fue su compañera inseparable durante su larga vida. El matrimonio solía veranear en Sentaraille (Pirineo francés) y allí se encontraba cuando se inició la Guerra Civil española, en julio de 1936. Al ser tomada Santander por el ejército franquista, en 1937, regresaron de nuevo a esta Ciudad. Tras la inevitable depuración, Gerardo Diego se incorporó nuevamente a su Cátedra de Literatura del Instituto santanderino. Finalizada la contienda, se trasladó a Madrid, al Instituto Beatriz Galindo, Centro en el que permaneció hasta su jubilación, en 1966. Murió en Madrid en julio de 1987. Está enterrado en el Cementerio de Pozuelo de Alarcón. Al lado de su tumba, aparecen grabados algunos de sus versos -del libro Versos divinos- y hay plantado un ciprés, que es una evocación viva de aquel otro ciprés del Monasterio de Silos, a quien Gerardo había inmortalizado en uno de sus sonetos más conocidos.

De los numerosos premios y homenajes que le fueron otorgados en su larga vida, se citan como más significativos: Premio Nacional de Poesía -ex aequo con Rafael Alberti-, por “Versos humanos” (1925); Académico de Número de la Real Academia Española (1947); Premio Ciudad de Barcelona, por “Amor solo” (1956); Premio Nacional de Literatura por “Paisaje con figuras” (1956); Medalla de Oro del Trabajo (Avilés, 1968); Premio Internacional de la Societé des poètes françaises (1974); Premio Miguel de Cervantes, 1979 (1980), compartido con Jorge Luis Borges;Investidura de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cantabria (1980) y Medallas de Oro del Ayuntamiento de Madrid (1985), de la Ciudad de Santander y de la Comunidad de Cantabria(1987).

Poética

La personalidad de Gerardo Diego y su obra literaria son muy versátiles. Fue poeta, profesor, conferenciante internacional, crítico literario, articulista de prensa, musicólogo, tratadista de tauromaquia, comentarista de actualidad, concertista de piano, pintor… y autor de más de cuarenta libros poéticos, que le han convertido en una de las más destacadas figuras de la poesía del siglo XX. En sus composiciones, sorprende la gran variedad de temas y de estilos, lo que él justificaba diciendo: “no soy responsable de que me atraigan simultáneamente el campo y la ciudad, la tradición y el futuro; de que me encante el arte nuevo y me extasíe el antiguo…” lo que, además, le permitió sincronizar durante toda su vida la poesía de vanguardia con la poesía tradicional.

Fue el máximo representante español del Creacionismo y también cultivó el Ultraísmo. Se le considera como el más osado y vanguardista de los poetas de la Generación del 27, pero también el más apegado a lo tradicional. El estar dotado de una sensibilidad musical extraordinaria y de un oído finísimo, le permitió dar al verso una gran flexibilidad y variedad rítmica, sólo alcanzada hasta entonces por los poetas del Siglo de Oro. Con frecuencia, amenizaba sus recitales poéticos, interpretando al piano composiciones musicales con gran virtuosismo y notable éxito.

En general, la crítica le fue siempre favorable, aunque a veces se le tachó de poeta desconcertante, contradictorio y difícil de encasillar y definir con pocas palabras. Se le reconocía estar dotado de gran imaginación y capacidad de sorprender. Uno de sus axiomas más discutidos es el que afirma que “la poesía no se hace con ideas, sino con palabras”. De su obra, creemos muy acertado el siguiente juicio:

“La obra poética de Gerardo en su conjunto, resulta de una belleza incomparable y debe ser considerada como una extraordinaria obra de arte, a la que no le falta emoción e intensidad expresiva y en la que el mundo, transfigurado por la magia de un renovado lenguaje poético, queda reducido a sus más puros valores estéticos” (F. Carratalá).

Mi Santander, mi cuna, mi palabra es uno de sus libros más extensos y “el más querido -según confesión del propio autor- por ser en el que de modo más conmovido y total refleja su vida y sus amores familiares”. Canta a Santander, su ciudad natal, evocando recuerdos que le unen a ella, a sus calles, sus plazas, su cielo, su bahía…y también dedica poemas a La Montaña, en sus parajes más entrañables o en sus preciosos paisajes. Poetiza la tienda y trastienda de tejidos “El Encanto” y la vivienda familiar de Atarazanas; los partidos de futbol infantiles y los otros juegos de su niñez. Recuerda individualmente a cada uno de sus nueve hermanos; a algunos tíos y parientes; a D. Marcelino Menéndez Pelayo; a Concha Espina y su jardín; a Pereda, “hemipléjico”, paseando; a Don Benito (Pérez Galdós) en su mansión veraniega santanderina, mirando “apenas sin ver”; a varios escritores y periodistas cántabros contemporáneos; a dos o tres pintores y algún famoso torero … Incluye romances inspirados en ríos cántabros (Miera, Asón, Nansa…) y escribe otros poemas de variada métrica, que ofrenda a diversas montañas y picos (Peña Cabarga, Peña Castillo, Pico de Solares, Castro Valnera, Puerto de los Tornos, Portillo de la Sía, Tres Mares…). No olvida los vientos más frecuentes, ni las brumas, las nieblas, la lluvia…que conforman el variado clima de Santander y de Cantabria en la maravilla de sus paisajes.

A continuación, se incluye una pequeña selección de poemas del libro Mi Santander, mi cuna, mi palabra, elegidos entre el centenar y medio de composiciones que contiene este libro. Todos ellos tratan un tema meteorológico local o regional. Hay bastantes poemas en que aparecen versos sueltos, incluso estrofas, claramente alusivos a la meteorología de Cantabria, aunque lo meteorológico sea accesorio, está presente en el poema que los contiene; pero que sí aportan curiosas informaciones respecto al conocimiento que Gerardo Diego tenía del tiempo atmosférico característico de Santander y de la tierra de sus mayores. Algunas composiciones aparecen dedicadas, casi siempre a amigos. Otra singularidad de esta obra es el haber rescatado de otros libros anteriores poemas de contenido familiar, santanderino o regional y haberlos incluido en Mi Santander, mi… con el fin de convertirlo en una especie de antología de todos los poemas referidos a lugares cántabros, personas y recuerdos que para Gerardo eran especialmente cercanos y entrañables.

VIENTO SUR

A José Gutiérrez Solana

No existe el aire ya. Las lejanías
están aquí al alcance de la mano.
Evidente es el mundo y tan cercano.
He aquí la densidad que apetecías.
La luz se cierne en mineralogías
tan de ardiente osatura y primer plano,
que me brota este grito sobrehumano:
gloria al bramar de las montañas mías.
Es el viento que encrespa sus bisontes,
que en bravo alarde de torsión y ultraje
lomos restalla de olas y de montes.
El viento que me empapa de paisaje.
Sur, viento sur, enrólame en tu viaje
y ráptame en tus brazos de horizontes.

De “Alondra de verdad”

En este soneto, que Gerardo Diego dedica al pintor Gutiérrez Solana, pone de manifiesto dos características inherentes a los vientos de componente Sur que llegan con frecuencia a tierras cántabras: la extraordinaria visibilidad que proporciona su aire seco y cálido, que acerca a nuestra vista los paisajes que normalmente vemos lejos, y la gran fuerza –mejor, la considerable velocidad- que este viento suele traer. Estas circunstancia están motivadas, en parte, por el encajonamiento orográfico que experimenta el Sur al atravesar los valles perpendiculares a la costa y al efecto Foehn, producido al franquear este viento la Cordillera Cantábrica.

Con frecuencia, en situaciones de emergencia por previsión de suradas, los Servicios de Protección Civil advierten del riesgo y medidas protectoras que debe tomar la población afectada. Es un viento bastante asiduo, que en invierno da lugar a agradables temperaturas casi veraniegas y escasa humedad, pero que también provoca incendios forestales y contribuye a promover el desnieve en las montañas, con el consiguiente aumento de caudal en los ríos y en la reserva de agua en los embalses.

El viento Sur, en Cantabria, además, tiene otras connotaciones maléficas, de sobra conocidas, que el autor del poema prefirió no citar. Tradicionalmente, se ha considerado al Sur como el viento pirómano por excelencia y el causante de importantes destrozos materiales cuando alcanza velocidades en muchos casos superiores a los cien kilómetros por hora. Además, está demostrado que causa cefaleas, angustia y otros trastornos nerviosos, a personas meteorosensibles. Del viento Sur, se decía antiguamente que era un “viento de maleras”, curioso modismo regional que, en este momento, está prácticamente en desuso.

Gerardo Diego construyó este soneto con sus cuartetos y tercetos métricamente perfectos y utilizó acertados recursos literarios, con cuidada acentuación en los endecasílabos, consiguiendo un ritmo y sonoridad ostensibles, muy favorecedores al poema, cuando se recita en alta voz. Formalmente, es una composición magistral, en la que al autor no le interesó introducir elementos semánticamente peyorativos, que pudieran limitar la suntuosidad que él tuvo intención de dar al viento Sur en este soneto.

NORDESTE AZUL

Nordeste azul, ¿de qué minas y gozos
de sal, de sol, de qué hébridas o antillas
acarreas tus risas, tus fablillas,
tus repentes de luz, tus alborozos?
Lámina azul sobre los verdes pozos,
riza, desriza, erízate en puntillas,
y vosotras, paced, brincad, loquillas,
cabritillas de nieves y retozos.
Nordeste azul, amor de las goletas,
vierte tu leche cóncava en las tetas
de las lonas que alumbras y estremeces.
Clarísima se me abre mi bahía,
¡hip, hip, hurra!, a tus besos y a tus peces,
jinete siempre azul de la alegría.

De” Alondra de verdad”

Este soneto está inspirado en el viento que llega del Nordeste, que también es muy frecuente en Santander. Si lo comparamos con el soneto anterior, se advierte la gran versatilidad de Gerardo Diego. Mantiene la maestría formal de las estrofas en su medida y rima y utiliza metáforas, personificaciones e imágenes aún más sugestivas. Las cabritillas del segundo cuarteto, son sin duda las “pequeñas olas blancas y espumosas que se levantan en el mar cuando empieza a agitarse” y que, en los diccionarios, figuran con el nombre de “cabrillas”.

Estos dos poemas dedicados al Sur y Nordeste los había compuesto Gerardo Diego para “Alondra de verdad”, un pequeño libro formado por sólo cuarenta y dos sonetos, escritos entre los años 1926 y 1936, libro que consiguió una gran aceptación de crítica y de público y que el poeta consideraba “el más cálido, el más apasionado y el más logrado” de sus libros. Decía de él que las técnicas empleadas en cada uno de los cuarenta y dos sonetos habían sido elegidas en función de la intención de cada uno de ellos; que él solía variar las rimas de los tercetos, procurando no dejar ningún verso suelto y que, a veces, cambiaba la acentuación en los endecasílabos -tal y como permite la tradición- con objeto de conseguir una mayor diversidad formal entre ellos. La oposición semántica existente entre términos de una y otra poesía se advierte a simple vista (Sur-bisontes-bramar- montañas / Nordeste-cabritillas-fablillas-mar).

Meteorológicamente, Gerardo sugiere que el Nordeste trae aire frío (cabritillas de nieves...) y que los cielos están despejados de nubes (azules), propios de situaciones anticiclónicas, muy deseables en verano. Aunque recordamos, de paso, lo molestas y poco agradables que resultan en Santander, las playas del Sardinero con Nordeste, o las de Los Peligros y La Magdalena con viento del Sur…

No viene al caso analizar y comparar exhaustivamente los textos de estos dos sonetos, que, bastantes años después de haberlos publicado en “Alondra de verdad”, seleccionó Gerardo Diego para ocupar páginas contiguas en Mi Santander, mi cuna, mi palabra. Respecto al punto de vista del autor en cada uno de ellos, parece que el Nordeste resultaba al poeta viento más grato que el Sur, por la utilización reiterada de diminutivos afectivos y los dos jubilosos versos finales: ¡hip, hip, hurra!, a tus besos y a tus peces / jinete siempre azul de la alegría.

DISUELTA EN LLUVIA

Bendita sea el agua, el agua mansa.
Tú me la envías, tú, por ti me besa
en mi frente desnuda y montañesa.
Besa, oh lluvia purísima, remansa
en mí, como en mis ríos: Deva, Nansa,
Saja y Besaya –amor que nunca cesa-,
Asón que el salmón salta presa a presa,
Pas que en cantar mi sangre no se cansa,
Miera que a un sable de oro su alma entrega.
Todos mis ríos, toda mi fortuna,
rizados van de ti, lluvia mimosa
que mojas, oscureces playa y duna.
Porque eres tú, disuelta en lluvia ciega,
quien me lame las manos amorosa.

De “Sonetos a Violante”

El poema precedente formó parte del libro “Sonetos a Violante”, publicado por primera vez en Sevilla, en el año 1962. Es el segundo libro de Gerardo Diego compuesto sólo por sonetos. En este caso treinta, todos ellos dedicados a Violante y escritos entre los años 1951 y 1957. Anteriormente, había publicado otro libro “Canciones a Violante” (1959), canciones que, métricamente, están formadas por series aleatorias de versos libres, también dedicados a Violante y que Gerardo había compuesto en la misma época que los sonetos. Se da el caso curioso de que en ambos libros aparecen varias poesías con el mismo tema, aunque el título sea diferente. Entre las treinta “Canciones a Violante”, hay una titulada “Llueve” que el poeta no seleccionó para incluir en Mi Santander, mi cuna, mi palabra, quizá por faltar en ella referencias a su ciudad natal o a Cantabria, por lo que no la comentamos.

En cuanto a la identificación de Violante, Gerardo Diego informa previamente, en el prólogo de Sonetos, de que “Violante no es la amante, ni la amada, ni la novia, ni la esposa, ni la musa, ni el eterno femenino (…) Si yo bautizo a mi creado ser mitológico Violante es como homenaje a Lope, inventor de Violante, aunque su famoso soneto apareciese para despistar, en tono de burla y en boca de gracioso de comedia…”

El soneto “Disuelta en lluvia” pertenece al capítulo VII de Mi Santander, mi cuna, mi palabra, capítulo de cuarenta sonetos que el poeta dedica a La Montaña. En él bendice al agua mansa que llega en forma de lluvia a los ríos cantábricos, haciendo alusión especial a su ascendencia pasiega (mi sangre), cuando cita al río Pas.

TRESMARES

A Evaristo Lavín del Noval
In vitam, post mortem
Ni una gasa de niebla ni una lluvia
o cellisca ni una dádiva de nieve
ni un borbollar de fuentes candorosa
dejo perderse. Madre soy de Iberia
que incesante en mi seno nace y dura.
A los tres mares que la ciñen, corren
-distintas y purísimas- mis aguas.
Al Ebro el Híjar, el Pisuerga al Duero
y el Nansa se despeña. Tres destinos:
Mediterráneo, Atlántico, Cantábrico.
Y mi cúspide eterna, bendiciendo
-vientos de Dios- España toda en torno.
Prostérnate en mi altar si eres hispano.
Si de otras tierras, mira, admira y calla.

De “El Cordobés” dilucidado-Vuelta del peregrino

En Mayo y Agosto de 1964, Gerardo Diego recorrió Cantabria acompañado de su amigo, Evaristo Lavín del Moral, Ingeniero Jefe de la Delegación de Obras Públicas. Llegaron al Pico Tres Mares y Lavín pidió al poeta que compusiera un poema dedicado a este emblemático Pico, para grabarlo en piedra y colocarlo después en el refugio existente en su cumbre.

Al poema lo tituló Tresmares y lo incluyó en su libro Vuelta del peregrino. Aunque está formado por catorce versos, no le dio forma de soneto. Temáticamente, resulta muy original, porque es el propio Pico Tres Mares quien informa a cualquier visitante que ascienda hasta su cima del extraordinario uso que hace de cuantas nieblas, lluvias, celliscas, nieves… le llegan, convirtiendo todos estos meteoros en aguas purísimas, que se encaminan después, ya en forma de ríos, a los tres mares que delimitan la Península Ibérica.

Métricamente, está formado por catorce versos de rima libre y desigual medida, muchos de ellos endecasílabos. A pesar de esto, con la acentuación de las palabras, su disposición en cada verso y los propios y escasos signos de puntuación, consigue el ritmo que se propone. Las sugerencias que el poeta hace -en los dos últimos versos- a quienes se acercan al Pico Tres Mares -desde donde dicen se llega a ver Santander con buen tiempo- son un acierto muy original.

Los libros “El Cordobés” dilucidado (17 poemas taurinos) y Vuelta del peregrino (36 poemas) aparecieron juntos, en el mismo volumen, aunque no tenían nada que ver en cuanto a su contenido. El “peregrino”, del segundo libro, es la persona de Gerardo Diego, quien, después de su peregrinación a Compostela, hizo un recorrido bastante completo por el territorio nacional. Seguía componiendo sin interrupción. Con frecuencia, evocaba amigos, ya desaparecidos, ya vivientes. El resto, son, según informó él mismo, “emociones de viaje o de residencia y vida en distintas ciudades, campos o costas españolas. “Tresmares” fue uno de los poemas elegidos por Gerardo Diego para formar parte de Mi Santander, mi cuna, mi palabra (capítulo VIII).

El Ebro, en Fontibre

Del Pico Tres Mares puede decirse que es un triedro gigante de 2.175 m. de altura, cuyas laderas miran a los tres mares españoles: Cantábrico, Mediterráneo y Atlántico. Tradicionalmente, se tenía como nacimiento del río Ebro, a un manantial situado en las inmediaciones del pueblo de Fontibre, a 900 m. de altitud y 5 km. aguas arriba de Reinosa. Pero, en opinión de algunos geólogos, este nacimiento del Ebro puede tratarse de un filtraje de las aguas del río Híjar, el cual tiene su origen en los manantiales de la falda este y campurriana del Pico Tres Mares. Esta es la tesis que aceptó Gerardo Diego en su poema. Presenta la particularidad e interés especial de ser el único pico dentro de la Península con vertientes a varios mares.

En 1967, Juan Guerrero Urreisti compuso el “Himno a Tres Mares”, utilizando como texto la composición de Gerardo Diego. La Hermandad de Campoo de Suso lo adoptó años después como Himno propio y la Coral “Voces del Ebro”, lo interpreta, desde hace muchos años, en sus giras por España.

Santander, febrero de 2006

BIBLIOGRAFÍA

  • DIEGO CENDOYA, Gerardo: “Mi Santander, mi cuna, mi palabra” Edic. Librería Estudio. 1ª edición. Santander, 2000 DIEGO CENDOYA, Gerardo:”Versos Escogidos (1918-1983)”. Edic. Círculo de Lectores
  • DIEGO CENDOYA, Gerardo: “Antología Poética” Edit. Gobierno de Cantabria, Santander, 1996
  • HERRÁN CEBALLOS, Jesús: “Cantabria. Diez rutas culturales con Gerardo Diego”. Alianza Editorial. Madrid, 2004
  • LÁZARO SERRANO, Jesús: “Historia y Antología de Escritores de Cantabria”. Edic. Librería Estudio. Santander, 1985
  • SIMÓN CABARGA, José: “Santander en la historia de sus calles” Edic. Librería Estudio. Santander, 2001
Esta entrada se publicó en Reportajes en 06 Jul 2011 por Francisco Martín León