Va a cambiar el tiempo, me lo ha dicho mi rodilla

A pesar de toda la información meteorológica que existe hoy en día, para muchos, la mejor y más infalible forma de predecir el tiempo es mediante huesos y articulaciones. ¿Es cierto que, cuando te duelen, va a cambiar el tiempo?

Ante tanto cambio de tiempo, nuestros huesos y articulaciones están más sensibles de lo normal y puede que llegues a experimentar tu propia predicción del tiempo.
Ante tanto cambio de tiempo, nuestros huesos y articulaciones están más sensibles de lo normal y puede que llegues a experimentar tu propia predicción del tiempo.

No salimos de una gota fría y ya nos estamos metiendo en otra. Demasiados cambios de tiempo para la época en la que nos encontramos que hacen que nuestro cuerpo sufra cambios, o más bien los detecte. Y es que es muy común escuchar la frase aquella de: “me duele un montón la rodilla, va a cambiar el tiempo, y justo, fruto de la "casualidad", a las pocas horas cambia el tiempo.

Nuestro cuerpo nos está mandando señales

Ante este fenómeno tan peculiar, nos llegamos a cuestionar si realmente existe una relación del dolor óseo y articular con los cambios de presión, temperatura y humedad. Muchos investigadores y expertos han intentado establecer una conexión, aunque con bastante controversia. Unos afirman que los cambios de presión atmosférica son los responsables de estos dolores, otros plantean que son los cambios de temperatura y humedad, y otros tantos que directamente intentan tumbar las teorías.

Como conclusión general, se ha determinado que cuando se produce una bajada de presión atmosférica, la temperatura disminuye y aumenta la humedad provocando en aquellas personas que han sufrido lesiones, operaciones o enfermedades en huesos y articulaciones un cierto dolor que hace que puedan predecir un cambio de tiempo en las próximas horas.

La explicación residiría en los barorreceptores articulares, cuya función es identificar los cambios en la presión atmosférica. Cuando ésta disminuye, el llamado “líquido sinovial” -un fluido presente en nuestras articulaciones- se expande ligeramente generando una inflamación y cierta presión sobre los nervios, la cual provoca si tenemos la articulación dañada un ligero dolor. En cambio, si tienes la articulación sana, ¡ni lo notarás! Es por ello que esta molestia no es producida en el propio hueso, sino en sus articulaciones.

Sumado a esto, diversos estudios a nivel nacional determinan que sí existe una explicación científica a esta relación debido a que -dicho de forma resumida- las diferentes partículas que existen en la atmósfera, al ir a la velocidad de la luz, anteceden en horas o días la llegada de un nuevo frente atmosférico, provocando en el cuerpo humano estos dolores.

Nuestro cuerpo es muy sabio, y cuando responde ante ciertos estímulos con dolor... presta atención, algo está pasando o va a pasar en las próximas horas.
Nuestro cuerpo es muy sabio y cuando responde con dolor... presta atención, algo está pasando o va a pasar en las próximas horas.

Estamos catalogados como “meteorosensibles”

Los especialistas estiman que entre un 30 y un 50% de la población es meteorosensible o meteosensible, es decir, que es capaz de sentir que se va a producir un cambio de tiempo a corto plazo en base a las reacciones experimentadas en su cuerpo. Y es que las personas que padecen lumbalgia, que se han sometido a una operación, por ejemplo, de rodilla, hombro o codo; que padecen de artrosis o artritis reumatoidea o que han sufrido ciertas lesiones articulares son más sensitivos a la hora de notar los cambios meteorológicos.

Otra de las formas que tiene el cuerpo humano de “predecir” estos cambios es mediante las cicatrices. Cuando se produce un cambio de presión, lo normal es que la piel sana se expanda ligeramente, pero, el tejido cicatrizado, al ser mucho más rígido -es decir, al tener menos elasticidad-, le cuesta estirarse y puede provocar cierto dolor y molestias previas a ese cambio.

Ante ello muchos de los “afectados” se preguntan, ¿qué puedo hacer? Y es sencillo: evita la humedad y el frío usando ropa abrigada para mantener el cuerpo cálido, no realices actividad física intensa en momentos de mayor dolor y, si lo necesitas, acude a un especialista.