Unos astrónomos advierten: un fallo en el control orbital podría causar caos en el espacio en menos de tres días
Un reciente análisis alerta sobre la fragilidad real de la órbita baja terrestre y cómo una tormenta solar puede desencadenar colisiones masivas en cuestión de días.

La expresión “castillo de naipes” suele relacionarse hoy en día con la cultura popular, pero su significado original describe sistemas que se sostienen con bastante dificultad. Esa imagen sirve para entender la situación actual de la órbita baja terrestre, donde miles de satélites dependen de un equilibrio extremadamente delicado.
Agrupan enormes cantidades de aparatos que orbitan a baja altura alrededor de la Tierra. Su objetivo principal es proporcionar acceso a internet y servicios de comunicación a escala planetaria, como ocurre con redes tipo Starlink u OneWeb.
Su presencia masiva provoca reflejos visibles en el cielo, altera las observaciones científicas y genera interferencias en señales de radio, lo que dificulta el trabajo astronómico y degrada la experiencia de observar el firmamento nocturno.
Un trabajo firmado por Sarah Thiele, originalmente estudiante de doctorado en la Universidad de Columbia Británica y ahora en Princeton, y por otros investigadores exponen con números ese escenario. El estudio retrata un entorno muy saturado, donde la acumulación de megaconstelaciones eleva el riesgo de fallos en cadena.
Órbita baja terrestre saturada: encuentros cada pocos segundos
Los autores analizan la frecuencia de un “acercamiento cercano”, definida como el cruce de dos satélites a menos de un kilómetro . En conjunto, todas las mega-constelaciones registran uno de estos episodios cada 22 segundos, una cifra que describe bien la congestión orbital.
Megaconstelaciones de satélites en el cielo: todo ok, circulen. https://t.co/Lbg9k2SjQT
— Daniel Marín (@Eurekablog) October 29, 2025
En el caso concreto de Starlink, el intervalo medio entre estos eventos se sitúa en torno a una vez minutos. Cada satélite debe ejecutar decenas de correcciones al año para esquivar objetos cercanos. El promedio ronda las 41 maniobras anuales por unidad, un ritmo muy elevado para un sistema que depende de combustible limitado.
Este funcionamiento continuo puede dar una sensación de control. Sin embargo, los sistemas complejos suelen fallar en situaciones poco habituales . El estudio señala que esos escenarios extremos son los que más preocupan cuando se evalúa la estabilidad de la órbita baja terrestre.
Tormentas solares y megaconstelaciones: un cóctel inestable
Las tormentas solares aparecen como uno de los factores más delicados. Cuando se producen, calientan la atmósfera superior y aumentan la resistencia aerodinámica. Ese cambio altera la trayectoria prevista de los satélites y complica la precisión de los cálculos orbitales.

Durante la llamada “tormenta de Gannon” de mayo de 2024, más de la mitad de los satélites en órbita baja gastaron combustible extra para reajustar su posición. Ese consumo reduce el margen de maniobra futuro y eleva la dependencia de los sistemas automáticos.
El mayor problema cuando estas tormentas afectan a la navegación y las comunicaciones. Si los satélites pierden la capacidad de recibir órdenes, no pueden evitar choques. En un entorno con mayor arrastre y más incertidumbre, el riesgo se multiplica de forma abrupta.
El Reloj CRASH y el riesgo de un colapso en días
Para medir esa amenaza, los investigadores proponen el Reloj CRASH, siglas de “Collision Realization and Significant Harm”, en español “Materialización de una colisión y daño significativo”. Esta métrica estima cuánto tiempo pasaría hasta una colisión grave si se pierde el control de las maniobras. Según los cálculos, en junio de 2025 bastarían unos 2,8 días sin capacidad de respuesta para que ocurra un choque catastrófico. En 2018, antes del despliegue masivo de megaconstelaciones, ese plazo era de 121 días.
¡TERRIBLE! Estamos cerca de que se desencadene el Síndrome de Kessler, el Apocalipsis de la Era de los Satélites.
— EXOPLANETAS Noticias de Ciencia y Tecnología (@ExoPlanetascom) December 27, 2024
La órbita de la Tierra está tan congestionada que los controladores del tráfico espacial emiten más de 1.000 avisos de colisión al día.
Abro Hilo pic.twitter.com/merAcl7atI
El estudio añade otro dato inquietante: una interrupción de sólo 24 horas implica un 30% de probabilidad de una colisión capaz de iniciar el Síndrome de Kessler. Aunque este proceso suele desarrollarse durante décadas, aquí el detonante podría aparecer casi de inmediato. Las tormentas solares apenas ofrecen margen de reacción. A veces sólo se detectan con uno o dos días de antelación. Incluso con aviso, las opciones se limitan a proteger los sistemas y esperar que el control no se pierda. Si eso ocurre, el margen para recuperar la situación se reducirá en unos pocos días.
El precedente histórico existe. El Evento Carrington de 1859 fue la tormenta solar más intensa registrada. Un fenómeno similar hoy podría dejar fuera de servicio los sistemas de control durante más de tres días , tiempo suficiente para que el Reloj CRASH llegue a cero. El análisis no cuestiona los beneficios técnicos de las megaconstelaciones, pero sí exponen sus riesgos. La posibilidad de perder el acceso al espacio durante generaciones por un solo evento extremo obliga a evaluar con cuidado cada decisión.
Referencia de la noticia
Thiele, Sarah & Heiland, Skye & Boley, Aaron & Lawler, Samantha. (2025). An Orbital House of Cards: Frequent Megaconstellation Close Conjunctions. 10.48550/arXiv.2512.09643.
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