Vídeo: impactantes imágenes del supertifón Fung‑wong que deja cuatro muertos y 1,4 millones de desplazados en Filipinas

El potente tifón, con vientos superiores a 185 km/h y lluvias torrenciales, ha golpeado de lleno la isla de Catanduanes provocando inundaciones y evacuaciones masivas, mientras los equipos de rescate luchan contra reloj para llegar a las zonas más aisladas.

De nuevo, el archipiélago filipino vuelve a enfrentarse al rostro más implacable de la naturaleza, después de que en las últimas semanas se hayan sucedido un terremoto de magnitud 7,4, un devastador incendio en Cebú y un tifón —el Kalmaegi— que arrasó la misma ciudad dejando más de 200 muertos.

En las últimas horas ha sido otro supertifón, el Fung-wong (conocido localmente como “Uwan”) el que ha azotado con una violencia feroz la isla de Catanduanes, en la región de Bicol, dejando tras de sí un paisaje de destrucción, evacuaciones masivas y una crisis humanitaria de magnitudes sobrecogedoras.

La secuencia de tormentas ha agravado la vulnerabilidad del terreno, con suelos saturados, ríos a punto del desbordamiento, y comunidades que apenas estaban iniciado la recuperación de los últimos desastres naturales.

Un ciclón de 1800 km de diámetro

Según informaciones oficiales, Fung-wong ha alcanzado vientos sostenidos de más de 185 km/h y rachas que han superado los 230 km/h en su momento más álgido. Su radio de acción ha sido enorme: llegó a medir alrededor de 1.800 km de diámetro, lo que lo convierte en uno de los sistemas más amplios que ha afectado Filipinas en años.

La tormenta no solo trajo vientos huracanados, sino también olas gigantes, marejada ciclónica y lluvias torrenciales que desataron inundaciones repentinas y deslizamientos en zonas montañosas y costeras.

En algunos municipios las casas se han inundado hasta el techo, y varias familias han tenido que ser rescatadas de los tejados. Hasta el momento, se han reportado nueve fallecidos a consecuencia de Fung-wong.

Una nueva declaración de estado de calamidad

Las autoridades filipinas se han visto obligadas a volver a declarar el estado de calamidad nacional. Se estima que más de 1,4 millones de personas han tenido que ser desplazadas o evacuadas preventivamente en varias regiones del país.

En Catanduanes, el foco de la tormenta, la logística de rescate se ve obstaculizada por carreteras bloqueadas, cortes de energía generalizados y comunicaciones interrumpidas.

Las ONG locales y los organismos de emergencia tratan de abordar con urgencia la necesidad de agua potable, alimentos, atención médica y refugios temporales.

Tormentas de proporciones históricas por el cambio climático

Más allá de la tragedia humana y de la necesidad de socorro inmediato, esta catástrofe meteorológica vuelve a poner en evidencia el papel del cambio climático en la intensificación de tifones en la región del Pacífico Occidental.

Los científicos señalan que los océanos más cálidos, la elevación del nivel del mar y la mayor humedad atmosférica están contribuyendo a que tormentas que antes eran severas ahora alcancen proporciones históricas.

Las imágenes proporcionadas por los satélites y los informes sobre el terreno coinciden: comunidades enteras están sin techo, cultivos arrasados y la infraestructura dañada gravemente. En Catanduanes, la economía local —dependiente de la agricultura, la pesca y el turismo modesto— afronta ahora el reto de volver a levantarse.

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