Nuevo estudio de atribución: "estos domos de calor extremo no se explican sin el cambio climático"

Un estudio publicado hoy martes por la WWA atribuye al cambio climático los distintos domos de calor extremo ocurridos en distintas regiones de la Tierra este mes de julio.

Calor anómalo
Anomalías de temperaturas en superficie previstas para hoy en parte del mundo.

La magnitud y frecuencia de las anomalías cálidas que se están produciendo a escala global lo que llevamos de año (2023), tanto en el aire de la baja atmósfera como en el agua de la superficie de los océanos, así como algunos patrones meteorológicos anómalos observados, están llamando la atención de los especialistas del clima.

Los domos de calor extremo que se han producido en diferentes regiones de la Tierra, como Norteamérica, el sur de Europa o el noroeste de China han provocado unos registros de temperatura extraordinarios, batiéndose nuevamente récords de calor. Parece claro que dicha circunstancia no puede desvincularse del calentamiento global, pero para demostrarlo se requiere de un estudio de atribución, como el que oportunamente acaba de dar a conocer hoy la WWA (World Weather Attribution).

Domos de calor
Mapa global del campo de geopotencial de 500 hPa del 17 de julio de 2023, en el que aparecen señalados los distintos domos de calor extremo que afectaron simultáneamente a distintas regiones del hemisferio norte. Figura adaptada por Francisco Martín León. Fuente: Climate Reanalyzer.

¿Qué es la WWA (World Weather Attribution)?

Este grupo de trabajo (WWA) fue puesto en marcha en 2015 por el Dr. Geert Jan van Oldenborgh y la Dra. Friederike Otto. En la actualidad, el equipo principal de WWA está formado por investigadores de varias instituciones de distintos países, así como el Centro Climático de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. Sus estudios de atribución son una valiosa herramienta de cara a mejorar nuestro conocimiento sobre cómo se está comportando el clima terrestre y la singularidad de los fenómenos extremos que se están observando por todos los rincones del planeta.

Este tipo de estudios permite vincular un determinado fenómeno meteorológico extremo (o un conjunto de ellos, como los domos de calor de este mes de julio) y el cambio climático. Además, tienen el valor añadido de poderse llevarse a cabo con rapidez, proporcionando los resultados apenas unos pocos días después de acontecer el extremo climático.

Su conclusión: sin el calentamiento global, estos domos de calor extremo hubierán sido muy poco probables

Este último estudio de atribución de la WWA ha demostrado que sin el calentamiento global de origen principalmente antropogénico hubiera sido muy poco probable (extremadamente raro en el caso de China y virtualmente imposible en los casos de EEUU/México y el sur de Europa) que se hubieran producido esos domos de calor extremo simultáneos en las regiones terrestres apuntadas con la magnitud que han alcanzado, dando lugar a esos picos de calor tan extremo.

Regiones de calor extremo
Los mapas de la izquierda indican las temperaturas máximas medias alcanzadas durante las olas de calor analizadas en este estudio, en dos de las regiones consideradas. Los mapas de la derecha muestran las anomalías de temperatura respecto al período 1950-2023. Fuente: WWA.

Los responsables de este estudio de atribución señalan que estos eventos de calor extremo ya no son raros en la actualidad, reduciéndose significativamente sus períodos de retorno. El cambio climático provoca que en las olas de calor analizadas las temperaturas máximas alcancen +2,5 °C en el sur de Europa, +2 °C en América del Norte y aproximadamente +1°C en China, lo que no ocurriría si no hubiera calentamiento global. Si la temperatura media global alcanza los +2 ºC con respecto a los valores preindustriales, una ola de calor extremo como las recientes ocurrirá cada 2 a 5 años.

Dos cartuchos más en la recámara

Paralelamente a la aparición de este estudio de atribución, empieza a cobrar fuerza entre la comunidad científica la hipótesis de que la extraordinaria cantidad de vapor de agua que la violenta erupción del volcán submarino Hunga Tonga –ocurrida en el océano Pacífico el 14 de enero de 2022– lanzó hasta la estratosfera (alcanzando incluso la mesosfera), podría explicar, al menos en parte, las grandes anomalías cálidas que estamos teniendo lo que llevamos de año y que están dejando cortas a las proyecciones que se hicieron el año pasado.

Uno de los hechos que más está sorprendiendo a los científicos es el extraordinario calentamiento que, desde principios de año, registran las aguas superficiales del Atlántico Norte. También se espera una contribución al aumento de la temperatura a escala planetaria por parte del evento de El Niño que se inició el pasado mes de mayo en el océano Pacífico, cuya intensidad seguirá aumentando en los próximos meses.

Es probable que se termine convirtiendo en un El Niño moderado o fuerte, lo que sumado al resto de circunstancias apuntadas, pone a tiro de piedra el famoso grado y medio (+1,5 ºC). Todo apunta a que veremos antes de lo que se preveía un primer pico (transitorio) con esa anomalía cálida a escala global.