La casa más aislada del mundo se encuentra en un pequeño islote, te sorprenderá saber para qué se usa

Habitar una isla desierta es la fantasía de quienes sueñan con apartarse del mundanal ruido para dedicarse a la vida contemplativa. Ahora sabemos que ese lugar existe. Al margen de leyendas urbanas, te contamos quiénes lo disfrutan y para qué.

isla de Ellidaey
La desierta isla de Ellidaey esconde un misterio sobre el sorpredente uso de su única edificación.

Imaginemos la escena. Una isla perdida en mitad del océano. Grandes acantilados golpeados por violentas olas, a merced de vientos y tempestades. Un lugar al que sólo se puede llegar en barco y accesible, únicamente, mediante una cuerda situada en una suerte de embarcadero natural.

Ni un solo habitante y, sin embargo, una sola casa de paredes blancas y tejado de pizarra se alza en una de sus verdes y sinuosas laderas. El sueño de quienes, a veces, nos vemos golpeados por el estrés, ¿verdad?

Pues ese lugar existe. Se llama Ellidaey, y es un minúsculo islote de 0,45 kilómetros cuadrados, reserva natural, situado en el pequeño archipiélago de Vestman, al sur de Islandia. Sólo que su uso no está relacionado con retiros espirituales, inspiraciones literarias ni anhelos románticos. Vamos a desentrañar el enigma.

Leyendas urbanas: una famosa cantante, un apocalipsis zombie y un fanático religioso

La única edificación con la que cuenta Ellidaey es una casa en perfecto estado de conservación, pero sin electricidad, que se abastece de agua por un sistema de recogida de pluviales.

La leyenda local dice que fue construida hace 300 años por cinco familias que vivían en la isla y que se dedicaban a la cría de ganado, la caza y la pesca. Según esta historia, en la década de los años treinta del siglo pasado, sus últimos moradores abandonaron Ellidaey.

La solitaria casa de la isla de Ellidaey es fuente de disparatadas leyendas urbanas.

Y entonces, la casa se convirtió en la más solitaria del mundo... Pero no iban los tiros por ahí. En el año 2000, la vivienda fue objeto de otra polémica cuando el entonces primer ministro islandés, Davíð Oddsson, anunció su intención de regalársela a la cantante Björk, de la que dijo que había hecho más por Islandia que la mayoría de sus compatriotas.

En realidad, se trató de un malentendido. El mandatario se refería a una parte del fiordo Breiðafjörður que tiene el mismo nombre. Pero en el imaginario colectivo, sobre todo para los seguidores de la artista, quedó fijada la idea de que esa es la casa de Björk. Nada más lejos de la realidad.

Y aún existen otros rumores sobre la propiedad de la vivienda. Los más disparatados, que fue construida por un excéntrico multimillonario que planeaba retirarse a la isla para protegerse de un apocalipsis zombie. O que estaba ocupada por un ermitaño y fanático religioso.

Un refugio para los cazadores de frailecillos

¿La realidad? La misteriosa casa se construyó en 1954 y es propiedad, igual que el resto de la isla, de una asociación que se dedica a organizar excursiones por unos 5000 dólares americanos para cazar frailecillos atlánticos (Fratercula arctica).

Se trata de un ave marina autóctona en situación vulnerable que, sin embargo, no está protegida por el Gobierno islandés, que permite su caza. La contratación de la excursión daría derecho a disparar a cien frailecillos.

La casa serviría de base logística y de almacenamiento de víveres, rifles y trajes de camuflaje. Un triste destino que desvela, finalmente, el misterio de su existencia.

Un ave vulnerable que podría terminar en peligro de extinción

Desde 2015, el frailecillo atlántico, que forma parte de la cultura gastronómica de Islandia, está catalogado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como 'vulnerable'.

Su población ha descendido masivamente desde el año 2000. En dos décadas, en Islandia se han perdido casi dos millones de ejemplares (sobreviven poco más de cinco millones).

El frailecillo es un ave marina autóctona de Islandia, está considerada una especie vulnerable.

Una de las causas principales es la proliferación de cazadores extranjeros, sobre todos los británicos, que viajan al país nórdico para matar estas aves por diversión y hacer acopio de sus cadáveres como trofeo.

En la actualidad, colectivos ecologistas presionan al gobierno de Rishi Sunak para que prohíba las importaciones de frailecillos como trofeo de caza.

Y a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), para que incluya esta especie en la categoría de protección global. Acciones necesarias antes de que sea demasiado tarde para estas icónicas y peculiares aves.