El Mediterráneo occidental con una ola de calor marina casi todo el año 2025: "y no ha tocado techo"

Las anomalías térmicas que está experimentando el Mediterráneo, y especialmente la cuenca occidental, son muy preocupantes. Los valores que se están registrando son de récord para la época, y aún no han tocado techo.

La boya de Pollença de SOCIB ya ha detectado una temperatura del mar superior a los 30 ºC en algunos momentos en los últimos días.

Las importantes anomalías térmicas son noticia este mes de junio. El calor intenso que se sucede jornada tras jornada en gran parte de España no es lo habitual para estas fechas, registrándose valores más típicos de plena canícula, es decir, del 15 de julio al 15 de agosto, estadísticamente el periodo más cálido del año.

Las boyas de Puertos del Estado y SOCIB han registrado valores de 27-28 ºC en estos últimos días, e incluso se han superado los 30 ºC en aguas de Pollença, en Mallorca.

No obstante, como venimos comentando en Meteored no hay que perder de las temperaturas del Mediterráneo, cuyas aguas presentan las anomalías cálidas más importantes del planeta en estos momentos, aunque realmente viene sufriendo una situación anómala desde que comenzó el año. Y esto tiene una serie de impactos.

Un junio de 2025 de récord en el Mediterráneo

El mar Mediterráneo está registrando temperaturas inusualmente altas durante este 2025, con aguas superficiales que en algunas zonas ya superan los 28 °C. Hablamos de valores muy por encima de lo habitual para estas fechas, y lo peor es que todavía hay mucho margen de subida.

Los cielos despejados, las altas temperaturas y una escasa agitación marina pueden ser otros factores que expliquen esta acumulación de calor, sobre todo desde primavera, y que este actúe como un enorme “almacén” de energía térmica.

En algunas zonas del Mediterráneo occidental las temperaturas de la superficie marina alcanzan los 27-28 ºC.

Aunque durante el invierno y la primavera las temperaturas del mar se mantuvieron en algunos momentos por debajo de las registradas en los dos años anteriores, junio ha marcado un punto de inflexión. En las últimas semanas, el mar se ha recalentado de forma acelerada, alcanzando valores sin precedentes para esta época del año. Nunca antes habíamos tenido un mes de junio con unas aguas tan cálidas en el conjunto de la cuenca mediterránea.

Las temperaturas del mar aún no han tocado techo

Aunque las temperaturas superficiales del Mediterráneo ya son muy elevadas, lo cierto es que pueden subir mucho más. De hecho, según nuestro modelo de referencia en los próximos días se esperan condiciones idóneas tanto de temperatura como de estabilidad que pueden favorecer aún más su calentamiento, acrecentando así las anomalías existentes.

A largo plazo, las temperaturas del mar suelen tocar techo a mitad de agosto. Si en la cuenca occidental tenemos temperaturas en torno a 26 ºC a 28 ºC, a mitad de agosto podrían alcanzar o superar los 30 ºC en varios sectores si se mantiene esta tendencia. Esto es muy negativo para las zonas cercanas a la costa, ya que las brisas no refrescan el ambiente y se reduce el confort térmico.

Esto va en línea con lo observado en los últimos años, con el Mediterráneo registrando temperaturas más propias de mares tropicales durante varios meses al año, situación que puede empeorar si se cumplen las proyecciones de cambio climático.

Las consecuencias de esta situación tan anómala

Como hemos mencionado anteriormente, unas temperaturas marinas mucho más altas de lo normal alteran el patrón de las brisas. También reducen el confort térmico y no permiten que las temperaturas bajen por la noche en zonas de costa, produciéndose mínimas tropicales (> 20 ºC) o incluso tórridas (> 25 ºC).

Aunque ya se ha empezado a hablar de una posible situación de lluvias catastróficas de cara al próximo otoño, hay que recordar que un mar caliente por si sólo no puede generarlas, aunque el potencial es mayor.

Este colchón de calor y humedad es gasolina de primera para las tormentas, los países mediterráneos podrían sufrir fenómenos más extremos, como inundaciones o grandes granizadas. Un mar más caliente no asegura que vaya a haber fenómenos extremos, pero es un ingrediente que agrava estos eventos en caso de producirse.

Finalmente, toda la fauna y flora marina autóctona se puede ver comprometida debido a que estamos en territorios desconocidos térmicamente hablando. La pérdida de biodiversidad es un hecho, y las proyecciones de cara al futuro no son nada alentadoras.