5 estrategias de los animales para enfrentar temperaturas bajo cero que parecen ciencia ficción

Cuando el frío extremo amenaza la vida, algunos animales despliegan trucos biológicos sorprendentes. Desde especies que se congelan y reviven hasta otras con anticongelantes naturales, la naturaleza nos demuestra que la capacidad de adaptación supera los límites de la imaginación.

El oso es el único gran mamífero que hiberna para soportar temperaturas bajo cero.

Cuando el termómetro se desploma, los seres humanos recurrimos al abrigo, nos refugiamos bajo mantas o encendemos la calefacción.

Pero en la naturaleza salvaje, solo hay una opción: el ingenio evolutivo. Así que, en las zonas más heladas del planeta, algunas especies han desarrollado trucos que harían sonrojar a los guionistas de ciencia ficción.

5 estrategias sorprendentes de los animales para sobrevivir al frío extremo

Estas cinco estrategias animales para sobrevivir al frío extremo que parecen imposibles, son totalmente reales y seguro que van a sorprenderte.

La rana que se congela y resucita

La Lithobates sylvaticus, o rana de bosque —también conocida como rana de la madera— es la especie de anfibio más común en la fría Alaska (Estados Unidos).

Aunque cueste creerlo, pasa el invierno convertida en un pequeño bloque de hielo. Cuando el frío se agudiza, su cuerpo deja de moverse, su corazón se detiene y hasta su cerebro queda congelado.

Ejemplar adulto de rana del bosque, muy extendida en Alaska.

Sin embargo, su hígado libera una gran dosis de glucosa que protege las células, evitando que el hielo las rompa.

Meses después, cuando llega la primavera, el hielo se derrite, su corazón comienza a latir de nuevo y esta rana “vuelve a la vida” como si nada hubiera pasado. Un verdadero superpoder.

Peces con sangre anticongelante

En el otro polo del planeta, en las aguas heladas de la Antártida, los llamados peces de hielo (Channichthyidae) nadan tan tranquilos a temperaturas que congelarían a cualquier otro ser vivo.

Algunos peces pueden sobrevivir a las heladas aguas de la Antártida gracias a una sustancia que actúa como anticongelante.

Su secreto está en una sustancia —una glicoproteína— con propiedades anticongelantes que impide que el hielo se forme en su sangre y tejidos.

Este hallazgo ha inspirado a científicos que buscan preservar órganos humanos a bajas temperaturas y que podría ser fundamental para ampliar los tiempos de traslado en operaciones de trasplantes.

Pingüinos que se calientan en equipo

También en los paisajes helados de la Antártida, los pingüinos emperador practican una de las formas más conmovedoras y tiernas de supervivencia colectiva: el “efecto colmena”.

En los pingüinos, el "efecto colmena" les ayuda a sobrevivir a temperaturas gélidas en equipo.

Miles de ellos se agrupan en enormes círculos compartiendo calor corporal. Los que están afuera soportan el viento durante un tiempo y luego se desplazan hacia el centro, mientras otros ocupan su lugar.

Este movimiento sincronizado mantiene a toda la colonia caliente y segura. Es trabajo en equipo en su máxima expresión; actuar como una unidad para un bien común.

Insectos con poderes criogénicos

En el Ártico, también hay escarabajos especialistas en sobrevivir al frío. Hablamos del Upis ceramboides, que puede soportar temperaturas de hasta -60 °C.

¿Cómo lo logra? Su cuerpo fabrica moléculas especiales —xilomananos— que funcionan como anticongelantes que eliminan casi toda el agua interna antes de que llegue el invierno.

Y, sin agua, no hay formación de hielo posible. Así que el escarabajo pasa meses congelado, esperando a que regrese el calor para despertar.

Los osos, maestros de la hibernación

A los osos no les hace falta congelarse ni fabricar proteínas casi milagrosas. Ellos simplemente bajan el ritmo.

Durante el invierno, entran en un estado de hibernación tan profundo que su corazón late apenas unas ocho veces por minuto y su temperatura corporal cae lo justo para ahorrar energía.

No comen, no beben, no excretan… y, sin embargo, cuando despiertan meses después, están listos para volver a la acción.

Porque lo más impresionante es que, aunque sí bajan de peso, no pierden fuerza ni masa muscular, algo que la ciencia intenta replicar para ayudar a pacientes en reposo prolongado e incluso para futuras misiones espaciales.

La ciencia detrás de cualidades asombrosas

Más allá del asombro y la curiosidad que despiertan, estas cualidades son auténticas joyas biológicas que harían sonreír al mismísimo Darwin.

Nos recuerdan cómo la vida siempre encuentra un modo de persistir, incluso frente a los desafíos del frío extremo, donde la física y la biología dirían que no se puede.

Y es que, a veces, la verdadera innovación (y la esperanza para la ciencia médica) proviene del increíble poder adaptativo de algunos seres vivos.

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