Y ahora, ¿qué hacemos con las hojas?

Se acerca el invierno. Lo notamos en los termómetros, en los temporales que nos acechan y en el suelo. Calles y parques quedan, tras el otoño, cubiertos de un extenso manto de hojas pero, ¿qué hacemos con ellas?

Las hojas secas realizan una importante labor ecológica.
Las hojas secas realizan una importante labor ecológica.

Todos lo hemos hecho de pequeños: recoger las hojas caídas de los árboles y utilizarlas para nuestras manualidades escolares. Eran el mejor recurso para entender los cambios de la naturaleza al llegar el otoño. Pero estas hojas, que pueden ser fuente de inspiración y sacar nuestro lado más artístico, en algunas ocasiones se vuelven peligrosas. Entonces, ¿las recogemos? ¿qué hacemos con ellas? ¿a dónde van a parar?

Inconvenientes de las hojas secas

Empecemos por lo negativo. En las ciudades su recogida se lleva a cabo por razones obvias. La hojarasca acumulada en calles y aceras puede ser peligrosa con las lluvias del otoño, convirtiendo el suelo que pisamos en pistas de patinaje. Además, puede atascar la red de alcantarillado provocando colapsos en la recogida de aguas fluviales que terminen dando lugar a inundaciones. Por ello, se recogen normalmente como un residuo más.

No obstante, algunos ayuntamientos de nuestro país las utilizan como fertilizante natural para abonar parques y jardines realizando compost a partir de ellas. Un proceso que no es sencillo, ya que estas hojas pueden mezclarse con otros residuos presentes en el suelo, como plásticos.

Pero las hojas caídas no solo pueden resultar perjudiciales para los viandantes, también para otras especies vegetales. La falta de luz, aire y agua puede asfixiar el manto de césped favoreciendo la aparición de hongos.

Ventajas de las hojas secas

La parte positiva de las hojas caídas de los árboles es que pueden llegar a contener hasta un 80% de los nutrientes que un árbol absorbe en su etapa de crecimiento. Son, por ello, un abono natural beneficioso para el suelo que al descomponerse es reabsorbido por las raíces. Si se colocan en capas de 10 centímetros irán creando un humus beneficioso para el suelo al llegar las lluvias.

Además, protegen el césped de las heladas que suelen llegar cuando se acerca el invierno conservando así su humedad.

Otra función fundamental de la hojarasca es crear un hábitat idóneo para otras especies como lombrices, mariposas o lagartijas que ponen sus huevos bajo las hojas. Igualmente, los pájaros se sirven también de ellas para realizar sus nidos.

Hojas secas e innovación

El volumen de hojas secas que se acumula o se retira a lo largo del otoño ha llevado también a los investigadores a interesarse por buscar posibles soluciones. Algunas de ellas pasan por aprovechar las hojas para otros fines más allá de la jardinería o la agricultura.

En China, investigadores de la Universidad de Shandong Jianzhu y la Universidad Tecnológica de Qilu publicaron en 2017 un estudio en el que planteaban utilizar hojas secas como base de los electrodos de un supercondensador, un dispositivo capaz de almacenar gran cantidad de energía eléctrica en forma de cargas electroestáticas. Aprovechemos o no las hojas caídas de los árboles, hemos de ser conscientes de que la naturaleza es sabia y no genera residuos.