Unos expertos en medicina revelan en Science que los trastornos digestivos duplican el riesgo de Alzheimer y Parkinson
La evidencia científica muestra que la salud intestinal influye directamente en el aumento del riesgo de enfermedades neurodegenerativas, abriendo nuevas vías para la prevención y la medicina personalizada.

Un macroestudio internacional, publicado recientemente en Science Advances y liderado por la investigadora española Sara Bandrés-Ciga, ha revelado una asociación relevante: las personas con trastornos digestivos persistentes presentan el doble de probabilidad de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.
El trabajo, basado en el análisis de datos genéticos y clínicos de más de 487 000 personas, refuerza la evidencia de la existencia de un eje intestino-cerebro, un sistema bidireccional de comunicación en el que intervienen las neuronas entéricas, la microbiota intestinal y las señales inflamatorias.
El estudio
Los investigadores analizaron cohortes poblacionales amplias, integrando información genética y registros médicos. El resultado fue claro: quienes sufrían de gastritis crónica, colitis, síndrome del intestino irritable u otros trastornos digestivos mantenidos en el tiempo mostraban un incremento significativo en el riesgo de desarrollar patologías neurodegenerativas.
How can gastrointestinal and metabolic disorders serve as early warning signs for neurodegenerative diseases like Alzheimer's and Parkinson's?@ScienceAdvances @NIH @NIHAging
— DailyHealthcareAI (@aipulserx) August 28, 2025
"Gut-brain nexus: Mapping multimodal links to neurodegeneration at biobank scale"
The gut-brain axis pic.twitter.com/vxHrDXOgRJ
Este hallazgo no implica una relación causal directa, pero sí establece un marcador de riesgo que puede ayudar a mejorar la detección temprana y la vigilancia clínica de estos pacientes.
El eje intestino-cerebro
El intestino no es solo un órgano digestivo. Contiene millones de neuronas entéricas que interactúan con el sistema nervioso central a través del nervio vago, de señales inmunológicas y de los metabolitos que produce la microbiota.

Cuando existe un trastorno digestivo persistente, suele aparecer un estado de inflamación crónica que puede influir en el estrés oxidativo, en la disfunción neuronal y en la degeneración progresiva del sistema nervioso. Esto explica por qué los investigadores llevan años explorando el papel del intestino en enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson.
¿Y ahora qué?
Vale, ya sabemos que hay relación. ¿Podemos hacer algo al respecto?
Aquí es donde viene la parte jugosa del estudio: abre la puerta a usar el intestino como sistema de alerta temprana. Es decir, si alguien presenta problemas digestivos persistentes, quizá se le pueda vigilar más de cerca en términos neurológicos, adelantando diagnósticos o previniendo daños.

Además, entender mejor esta relación podría llevar a nuevas dianas terapéuticas. ¿Imagináis que parte de la prevención del Alzheimer pase por cuidar la microbiota? No sería descabellado. No hablamos de yogures mágicos, sino de estrategias reales de nutrición, medicamentos específicos o incluso trasplantes fecales (sí, suena poco glamuroso, pero en ciencia se prueba todo).
Lo que no significa
Aquí queremos poner el freno, porque ya nos vemos venir los titulares en redes sociales:
- “Si tienes colon irritable acabarás con Alzheimer”.
- “Comer kéfir te salvará del Parkinson”.
No, no y mil veces no. La investigación no dice que un trastorno digestivo cause directamente una enfermedad neurodegenerativa. Dice que aumenta el riesgo. Y riesgo no es destino.

Igual que fumar aumenta el riesgo de cáncer de pulmón pero no significa que cada fumador lo vaya a desarrollar, aquí pasa lo mismo: hablamos de probabilidades, no de certezas absolutas.
¿Qué podemos hacer ya, sin esperar al futuro?
Mientras la ciencia afina los mecanismos exactos, hay cosas que sí están en nuestra mano:
- Cuidar la dieta: más verduras, frutas, fibra y alimentos frescos, menos ultraprocesados. La microbiota lo agradece.
- Evitar la inflamación crónica: controlar el estrés, moverse, dormir bien.
- Revisiones médicas: si tienes problemas digestivos recurrentes, no los normalices. Consulta y haz seguimiento.
Porque lo que sí sabemos es que un intestino sano contribuye a una vida más sana en general.
El valor de la ciencia a lo grande
Este estudio es un ejemplo precioso de lo que pasa cuando se combinan datos masivos, genética y clínica: se descubren patrones que de otra manera tardaríamos décadas en confirmar. Y además nos recuerda que la ciencia española, con figuras de la talla de Sara Bandrés-Ciga al frente, tiene mucho que aportar al panorama internacional.

Ahora falta seguir tirando del hilo: ¿qué mecanismos exactos median esta relación? ¿Inflamación, microbiota, factores genéticos? ¿Podemos intervenir de manera efectiva antes de que aparezcan los síntomas neurológicos?
Tu barriga y tu cerebro no viven en mundos separados. Se mandan mensajes, se influyen y, a veces, se complican la vida mutuamente. Este nuevo macroestudio pone una pieza más en el puzle: los trastornos digestivos no son solo un fastidio del día a día, también pueden ser una señal temprana de problemas mayores en el cerebro.
Referencia de la noticia:
Mohammad Shafieinouri et al. , Gut-brain nexus: Mapping multimodal links to neurodegeneration at biobank scale. Sci. Adv.11, eadu2937(2025). DOI: 10.1126/sciadv.adu2937