¿Por qué nos pican los mosquitos?

Con el verano recién estrenado y las altas temperaturas, ya tenemos los molestos mosquitos entre nosotros. ¿Por qué necesitan picarnos?

Mosquito picando
Un mosquito tigre picando a una persona

Muchos ya hemos sufrido las primeras batallas nocturnas en busca del mosquito que se acaba de pasear cerca de nuestro oído. Cada año se repite la misma historia. Hay muchos mitos y leyendas sobre los mosquitos que, llegado este momento, toca aclarar.

Necesitan nuestra sangre

Vamos a recordar el motivo por el cual los mosquitos nos pican. En primer lugar, solo las hembras necesitan nuestra sangre, siendo las únicas de la especie en picarnos. ¿Por qué? Porque con una alimentación a base de néctar de flores no tienen suficiente. Necesitan proteínas para poder poner sus huevos, y la mejor manera de obtenerlas es a través de la sangre.

El problema surge en la manera en la que extraen nuestra sangre. Cuando nos hacemos un pequeño corte, vemos como rápidamente la sangre se coagula para evitar que nos desangremos. Cuando el mosquito hembra clava su probóscide, nombre que adquiere la especie de aguja con la que chupa la sangre, nos transfiere parte de su saliva, que es anticoagulante y permite una extracción más eficiente. Esto es lo que nos produce a la mayoría de seres humanos una reacción alérgica con una hinchazón de la zona. Por cierto, los mosquitos también pican a otros mamíferos, no solo a nosotros.

¿Cómo nos detectan?

La fuente de detección principal es a través del dióxido de carbono (CO2) que exhalamos al respirar. Los mosquitos tienen la habilidad de detectarlo a muchos metros de distancia, así que aunque estemos en la habitación con las ventanas cerradas, si en el salón las tenemos abiertas, el mosquito podrá encontrarnos. También detectan sustancias que libera nuestra piel y pueden oler nuestro sudor. Estas sustancias son volátiles y dependen mucho de nuestra alimentación. Esto hace que cada persona sea distinta a otra y puede provocar cierta predilección por parte del mosquito a la hora de picar.

También nos detectan por el calor, aunque esta detección no pueden hacerla a tanta distancia. Por este motivo de noche, aunque estemos a oscuras, saben perfectamente dónde nos encontramos y aunque nos tapemos todo el cuerpo salvo la cabeza, se acaban paseando frente a nuestros oídos, porque notan nuestra temperatura.

La vista no la tienen muy desarrollada. Si encendemos una luz pequeña, puede que se acerquen, pero más por el calor que por la luz que emite. Si intentas matar un mosquito, al acercarte observarás que huye.

Y aquí es cuando se pone en duda la efectividad de los repelentes de ultrasonido para ahuyentar a los mosquitos. El oído no es el sentido más desarrollado de los mosquitos. Incluso la asociación de consumidores FACUA pidió la retirada del mercado de estos aparatos al no encontrar estudios científicos que demuestren que estos productos tengan efectos repelentes.

Agua y altas temperaturas, pero tampoco en exceso

Los mosquitos ponen los huevos en zonas de aguas estancadas. Por esto siempre hay mosquitos cerca de ríos y lugares húmedos, porque necesitan el agua. Depositan los huevos en la superficie, que posteriormente evolucionarán a larva, pupa y finalmente saldrá el adulto. Cada mosquito puede poner miles de huevos.

Con la temperatura sucede algo curioso. Las condiciones ideales de reproducción son con altas temperaturas. Pero seguro que los veraneantes se habrán dado cuenta que cuando hace más calor, cuando estamos entre 35 y 40 grados, no aparece ningún mosquito. En julio y agosto, solo cuando llega el atardecer y la noche se dan las condiciones de temperatura ideales para que el mosquito pueda salir en busca de alimento.