Sequía en España: ¿sería muy preocupante que acabara abril sin lluvias?

La primavera avanza y de momento no llegan las ansiadas lluvias, lo que agrava la sequía cada día que pasa. Hablamos de las perspectivas para lo que resta de abril.

Sequía
La ausencia prolongada de lluvias, tras un inicio de primavera muy seco, agrava la sequía en España

Las precipitaciones del invierno no fueron suficientes para compensar el importante déficit hídrico que veníamos arrastrando desde el año pasado. La primavera de 2023 se inició con sequía meteorológica (en algunas zonas, como la cuenca del Guadalquivir o Cataluña, también agrícola e hidrológica) a la espera de las lluvias que pudieran llegar con la nueva estación. Estamos a 11 de abril y seguimos esperándolas, con el agravante de las altas temperaturas reinantes, lo que ya ha echado a perder una parte importante de la cosecha de cereal.

El mes de marzo fue muy cálido y muy seco, y el mes de abril ha comenzado por los mismos derroteros. Durante la recién terminada Semana Santa, el tiempo dominante ha sido seco y caluroso, agravando la sequía. Aunque durante la segunda mitad de esta semana cambiará el tiempo y tendremos algunas lluvias, no serán generalizadas, afectando sobre todo el norte peninsular y esquivando las zonas del sur y del este que más necesitan que llueva. La primera mitad de abril podemos darla por pérdida, sin que las perspectivas para lo que resta de mes sean buenas.

Valores muy bajos del índice SPI

Para caracterizar la sequía se recurre a distintos índices. Uno de los más usados es el SPI (Índice de precipitación estandarizado), que a través de un valor numérico representa lo que se desvía la precipitación durante un período dado respecto a la media. El mapa que acompaña estas líneas nos muestra los valores del SPI tomando como periodo de acumulación los tres últimos meses (enero-febrero-marzo de 2023).

¿Qué es el índice SPI?
Es un valor numérico que representa las desviaciones en la precipitación caída en un período de acumulación determinado respecto a la media. Fue diseñado para poder cuantificar el déficit de precipitación en diferentes escalas temporales.

Los valores negativos se extienden por la mayor parte del territorio peninsular, siendo particularmente altos en la zona del Alto Tajo, sur de Aragón, gran parte de Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía y el nordeste de Cataluña.

SPI
Mapa con los valores del SPI correspondiente al primer trimestre de 2023. Fuente: © AEMET

Para que se revierta la situación y la sequía no se agudice, no basta solo con que llueva lo que resta de primavera; tiene que hacerlo, además, de forma abundante y generalizada. Tanto la segunda mitad de abril como el mes de mayo deberían de ser húmedos o muy húmedos. De no cumplirse esa premisa, los impactos de la sequía serán cada vez mayores, lo que puede conducirnos a una situación muy complicada de cara al próximo verano y el inicio del otoño. Aparte de seguir castigando a la agricultura, las restricciones al consumo se pondrían encima de la mesa.

La predicción mensual por semanas del modelo del Centro Europeo, extendida a 45 días, no invita al optimismo. Tanto la presente semana como la próxima se mantienen las anomalías negativas de precipitación en prácticamente toda España. La última semana de abril será previsiblemente algo más lluviosa (más ajustada al comportamiento normal pluviométrico), pero, en principio, sin un cambio claro de patrón que invite a pensar en el inicio de un ciclo húmedo.

Dicha circunstancia la confirman los mapas de tendencia correspondientes a las tres primeras semanas de mayo. Las lluvias que puedan producirse en ese periodo estarán asociadas principalmente a las tormentas que empiezan a cobrar protagonismo en la antesala del verano.