La alfabetización digital frente a la desinformación: ¿es suficiente en países vulnerables sin acceso a la información?

A pesar de que la desinformación es un problema global, las soluciones para mitigarla no son igual de efectivas en los países sin garantías democráticas plenas. A continuación, te explicamos el porqué.

Fake news
El problema de la desinformación es global pero sus soluciones deben tener una perspectiva local.

La mayoría coincide en pensar que los bulos han existido desde siempre. A pesar de esto, domina la opinión de que es uno de los grandes problemas actuales. Ciertamente, la desinformación es un fenómeno global que ha captado un mayor interés en los últimos años.

Soluciones para mitigar la desinformación

Para mitigar este problema global surgen, mayoritariamente en Europa, tres herramientas como soluciones: verificación, regulación y alfabetización digital. Pero su aplicación resulta muy dispar, porque la vulnerabilidad de la información no es la misma en sistemas con garantías institucionales que en aquellos que carecen de ellas.

Según el Informe V-Dem, el 72% de la población mundial vive en alguno de los 88 países que tienen algún grado de autocracia. Incluyendo a países sin libertad de expresión, que en este siglo se han triplicado.

La desinformación no representa el mismo riesgo en países con democracias consolidadas que en autocracias que no cuentan con garantías jurídicas, ni con un sistema de información de calidad.

Tan sólo hay un 6,6 % de países que viven en una democracia plena según el índice anual que elabora The Economist Intelligence Unit. Por lo tanto, las soluciones para la desinformación de las democracias resultan difícilmente trasladables a países sin garantías mínimas al acceso a la justicia y a la información.

Los problemas para la verificación de los datos

El “fact-checking” o verificación de los hechos, requiere disponer de fuentes confiables. Pero esto es un problema en los contextos en los cuales estas fuentes son las mismas que fraguan la información oficial. Por ejemplo, los gobiernos autoritarios suelen instituir medios de comunicación con apariencia de agencias de noticias como parte de su aparato de propaganda estatal.

En estos casos, las organizaciones verificadoras no pueden cumplir con los parámetros de contraste que exigen los protocolos internacionales de verificación. Pues tan sólo disponen de información procedente de pseudomedios o de fuentes gubernamentales no transparentes.

En el caso de contextos sin acceso a información pública, las fuentes digitales pueden convertirse en la única vía para compartir información relevante para la ciudadanía. Por ejemplo, en Latinoamérica, durante la pandemia de la Covid-19, las redes sociales fueron el vehículo de especialistas para aportar información y análisis de datos que se ocultaban en la versión oficial.

¿Cómo regular sin democracia?

En las democracias sólidas existe garantía para la libertad de expresión y el acceso a la información, porque se confía en las instituciones y el respeto por los derechos humanos. El papel de la prensa independiente es diferente al de los medios bajo presión política y financiera.

Sin embargo, existe debilidad de estos factores en las democracias imperfectas, y en las autocracias su ausencia. En estas últimas, el poder define arbitrariamente “la verdad” que señala cualquier versión diferente a la suya como fake news.

La investigación científica debería incluir las variables sociales para poder entender y dimensionar este fenómeno global desde las peculiaridades locales.

A lo largo de la historia hay demasiados casos de regímenes autoritarios que, escudándose en la supuesta amenaza de la desinformación, sancionan leyes que legitiman la persecución y encarcelamiento de la ciudadanía. La información se devalúa y la desinformación se usa para reforzar la polarización y disolver la prensa de calidad.

Inconvenientes para la alfabetización digital

En países con poco o nulo acceso a la prensa, existen altos niveles de desinterés por la información y, por tanto, funciona deficientemente la recomendación de alfabetizar en el uso de medios.

Los sectores más pobres y con menos educación son los que más desconfían de las noticias en los países con poco acceso a la prensa.

Estas limitaciones de acceso a la información deja fuera a muchos sectores de población, que tampoco se tienen en cuenta en las encuestas que basan una gran parte de los estudios sobre la desinformación.

Paradójicamente, la mayoría de los esfuerzos para luchar contra la desinformación se orientan a los grupos más atentos a la información y, por lo tanto, los menos vulnerables, cuya preocupación actualmente son las fake news. Además, la alfabetización en redes sociales no protege de la desinformación que orquestan algunos estados.

Referencias de la noticia

Nord, Marina, David Altman, Fabio Angiolillo, Tiago Fernandes, Ana Good God, and Staffan I. Lindberg. 2025. Democracy Report 2025: 25 Years of Autocratization – Democracy Trumped? University of Gothenburg: V-Dem Institute.

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Nic Newman with Richard Fletcher, Craig T. Robertson, Amy Ross Arguedas, and Rasmus Kleis Nielsen. 2025. Reuters Institute Digital News Report 2024

Echeverría, M., García Santamaría, S., & Hallin, D.C. (Eds.). (2024). State-Sponsored Disinformation Around the Globe: How Politicians Deceive their Citizens (1st ed.). Routledge. https://doi.org/10.4324/9781032632940

Amado Suárez, , A. (2022). Politización de la desinformación en contextos de información devaluada. El caso Latinoamérica. Revista Internacional De Comunicación Y Desarrollo (RICD), 4(17). https://doi.org/10.15304/ricd.4.17.8793