El gran engaño del tabaco: unos expertos de Oxford explican que los filtros son inútiles y contaminan el planeta

Según los expertos, los filtros de los cigarrillos no protegen a los fumadores y generan toneladas de plástico. Prohibirlos sería un golpe a la contaminación y al engaño de la industria.

Cigarrillo
Los filtros de cigarrillos, lejos de proteger, aumentan la exposición a toxinas y refuerzan el mito de seguridad en el tabaco.

Durante décadas, los filtros de los cigarrillos se promocionaron como un escudo frente a los daños del tabaco. Ahora, Jonathan Livingstone-Banks, profesor de la Universidad de Oxford, y Jamie Hartmann-Boyce, investigador en UMass Amherst, advierten que esta creencia es errónea: “Los filtros de los cigarrillos se introdujeron masivamente en la década de 1950, supuestamente para reducir los daños del tabaco”.

Los científicos aseguran que la industria nunca buscó proteger la salud, sino proyectar la apariencia de seguridad ante el temor creciente al cáncer y otras enfermedades.

El filtro de un cigarrillo libera nicotina, alquitrán, plomo y otros metales que pueden arruinar hasta mil litros de agua dulce. Además, el acetato de celulosa del filtro se fragmenta en microplásticos persistentes.

Setenta años después, la evidencia científica ha confirmado que los filtros no disminuyen los riesgos. Al suavizar el humo, facilitan su inhalación profunda, aumentando la exposición a las sustancias tóxicas. En algunos casos, incluso elevan el riesgo de cáncer de pulmón. De hecho, a mediados del siglo XX, algunos filtros contenían materiales peligrosos, como asbesto. A pesar de esto, muchos fumadores siguen creyendo que los filtros hacen que fumar sea más seguro.

Los filtros de cigarrillos y el desastre ambiental

Más allá de la salud, los filtros de los cigarrillos representan un problema ambiental enorme. Están hechos de acetato de celulosa, un plástico que no se biodegrada, sino que se fragmenta en microplásticos que contaminan ríos, mares y suelos.

El volumen de residuos es impresionante. Se estima que se desechan 4,5 billones de colillas de cigarrillos cada año, generando unas 800.000 toneladas métricas de plástico. Mientras otros productos de un solo uso, como pajitas o botellas, han sido regulados, los filtros de cigarrillo permanecen prácticamente sin control.

Aunque algunas compañías ofrecen filtros “biodegradables”, Livingstone-Banks y Hartmann-Boyce coinciden en que es una solución engañosa. No reducen los riesgos para la salud ni eliminan la contaminación. Sólo refuerzan la percepción de responsabilidad ambiental de la industria y perpetúan la falsa sensación de que los filtros son seguros o necesarios.

Prohibición de fumar: la medida más lógica

Eliminar los filtros sería un paso coherente y efectivo. “Los filtros de los cigarrillos son uno de los plásticos de un solo uso más dañinos que aún circulan a nivel mundial”, señalan los investigadores. No cumplen ninguna función esencial y su prohibición tendría un doble efecto: reducir la contaminación y frenar el tabaquismo.

Persona fumando un cigarrillo
Las colillas de los cigarrillos son el principal residuo plástico mundial, y son una amenaza silenciosa para ríos y océanos.

Los cigarrillos sin filtro son más ásperos y menos agradables, lo que podría desincentivar su consumo. Además, retirar estos plásticos evitaría cientos de miles de toneladas de residuos cada año, algo que ningún filtro “eco” logra. La medida ya se ha probado en algunos lugares: Santa Cruz, en California, prohibió los filtros de cigarrillo en 2024.

El momento global también es favorable. La ONU negocia un tratado sobre contaminación plástica que podría incluir a los filtros de los cigarrillos. Actualmente figuran en el Anexo X, que permite restricciones parciales, dejando margen para su uso, incluso de los filtros supuestamente ecológicos.

Acción urgente contra los cigarrillos

Si se incluyeran todos los filtros en el Anexo Y, su eliminación sería obligatoria en todo el mundo. Organizaciones como la OMS, Action on Smoking and Health y Stop Tobacco Pollution Alliance piden compromisos claros. Una prohibición total sería la forma más contundente de proteger la salud y los ecosistemas.

Retirar los filtros no erradicaría el tabaquismo ni eliminaría toda la contaminación de inmediato, pero sería un gesto simbólico potente. Hacer que los cigarrillos sean más honestos reduciría un residuo plástico masivo y demostraría un compromiso real con la salud pública y el medio ambiente.

Cada colilla evitada significa menos microplásticos en ríos y océanos y menos engaños para los consumidores. Prohibir los filtros de los cigarrillos sería la medida ideal para proteger a los fumadores y defender el planeta de un plástico inútil y omnipresente.