El secreto mejor guardado: ¿qué hizo esta provincia para ser el único lugar habitado que está libre de ratas?

Donde hay humanos hay especies invasoras. Por eso, cuando los ciudadanos de Alberta afirman que son el único lugar habitado sin ratas del planeta, generan asombro y mucha curiosidad. ¿Cómo lo consiguieron?

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Alberta lanzó un ambicioso plan para mantener a los roedores fuera de la provincia.

Alberta es una provincia en el oeste de Canadá. Es una provincia del tamaño de Francia y su paisaje posee montañas, praderas y amplios bosques de coníferas, con más de 600 lagos y ricos depósitos minerales. En este vasto y diverso entorno, uno esperaría encontrar prácticamente cualquier criatura, pero hay una que ha estado notablemente ausente durante más de medio siglo: las ratas.

Esos roedores diabólicos que han causado estragos en gran parte del mundo, llegaron a América del Norte a bordo de veleros a finales del siglo XVIII, pero Alberta no prestó mucha atención a la plaga hasta el verano de 1950.

Fue entonces cuando se descubrió una colonia al borde de su territorio, en la ciudad fronteriza de Alsask, Saskatchewan. Esta invasión fue la chispa que encendió la pasión de Alberta por mantener su tierra libre de ratas. Pero, ¿cómo lograron hacerlo y mantener este éxito durante siete décadas?

Sin piedad

Esta batalla ganada tiene nombre y apellido. Phil Merrill es jefe del programa de control de ratas. "Si no fuera por las ratas, no habría tenido trabajo", dice. Durante casi 50 años, ha estado en la primera línea de batalla. Comenzó en la provincia en 1971 como oficial de control de plagas, dos décadas después del primer avistamiento de ratas registrado en la provincia.

En medio de preocupaciones sobre el daño que las ratas podrían causar al sector agrícola de Alberta –la segunda industria más grande de la provincia– se lanzó un ambicioso plan para mantener a los roedores fuera de la provincia sin salida al mar. "Cuando comencé, pensé, ¡vaya!, nunca podremos mantener esto", dijo Merrill.

Sin duda, la lucha contra las ratas en Alberta se libró con una estrategia audaz y sin margen para la complacencia. El plan maestro incluyó un enfoque de ataque desde múltiples frentes, pero con un giro inusual: no se trataba de atrapar a las ratas, sino de erradicarlas por completo.

La población se convirtió en parte integral de la estrategia. Carteles estridentes con imágenes ilustrativas de las ratas (ya que muchos habitantes nunca habían visto una) se alzaron en oficinas de correos, silos de granos y escuelas, llamando a la acción y alentando a la comunidad a eliminar a estos roedores. La campaña estaba respaldada por una advertencia en letras grandes y audaces: "No se puede ignorar a la rata. Es una amenaza para la SALUD... HOGAR... INDUSTRIA... ¡MÁTALA!".

Las ratas fueron declaradas plaga en 1950 , por lo que su control era obligatorio. Se utilizó veneno para matar ratas que habían llegado a Alberta y para tratar edificios que pudieran albergarlas en una franja de 300 kilómetros de largo

Alberta también tomó medidas drásticas para asegurarse de que las ratas no tuvieran un refugio en su territorio. Se prohibió la tenencia de roedores como mascotas, lo que significó que no había lugar para ratas domesticadas en la provincia. Fue como una campaña de guerra, y su población estaba reclutada para la causa.

Visitantes indeseados

El cambio en la situación de Alberta en relación con las ratas a lo largo de las décadas es verdaderamente asombroso. En 1950, la provincia enfrentaba un desafío constante, con más de 500 infestaciones de ratas noruegas reportadas cada año.

A medida que avanzaban las décadas, los esfuerzos incansables dieron sus frutos. La determinación de la población y su compromiso con el control de ratas se tradujeron en una disminución significativa de las infestaciones. En 1970, el número anual de roedores se redujo a alrededor de 50, un logro impresionante en comparación con el pasado. Esta tendencia a la baja continuó, y para la década de 1990, Alberta estaba lidiando con entre 10 y 20 infestaciones por año.

Pero el hito más notable llegó en 2003, cuando se informó que, por primera vez en su historia, la cifra de infestaciones fue cero. La provincia había logrado un nivel de control de ratas que parecía inalcanzable en las décadas anteriores.

Hoy en día, la zona de control de ratas se mantiene vigilada de manera regular. Las infestaciones se tratan con eficiencia, y se ha convertido en la norma lidiar con solo una a tres de ellas al año. “Los jóvenes vienen de vacaciones en Palm Beach, regresan a casa con su remolque y traen una rata. O el camión de productos viene de quién sabe dónde y lo están descargando y la rata salta. Así que en realidad recibimos unas dos ratas al mes”, dice Merrill. Por tal motivo, las granjas más cercanas a la frontera son inspeccionadas dos veces al año, y las adyacentes, una vez.

0-800-Ratas

En el año 2015 se lanzó una línea telefónica directa para el control de esta plaga: 310-Rats. Este sistema permitió a Phil Merrill y su equipo monitorear toda la provincia.

El problema es que la mayoría de las llamadas que llegan en la actualidad resultan ser roedores mal identificados, debido al hecho de que muchos habitantes de Alberta nunca han visto una rata. Merrill estima que la línea de información recibe dos informes de ratas viables al mes, pero que valen la pena. "Si no recibiéramos esa llamada, la perderíamos. Si la gente no nos llamara y dijera que vieron una rata, ¿cómo lo sabríamos?".

El programa de control de ratas es sorprendentemente barato. Se estima que cuesta menos de 372 000 dólares estadounidenses al año, lo que cubre los salarios de Merrill, seis oficiales de la zona de control de ratas y el cebo necesario. A primera vista, esto podría parecer un gasto considerable, pero en realidad, es una inversión inteligente.

Según el Consejo de Investigación de Alberta (ARC) en 2004, el costo de tener una población de ratas en la provincia sería de alrededor de 31,6 millones de dólares estadounidenses al año. Esta comparación pone en perspectiva la efectividad del programa de control de ratas de Alberta. No solo ha logrado mantener a raya a estos roedores invasores, sino que también ha demostrado ser una inversión económicamente sólida.