Anticiclón invernal... ¡con tiempo de primavera y muchos récords!

El tiempo anticiclónico que está caracterizando el final de 2021 y el inicio de 2022 ha dado lugar a un tiempo primaveral muy atípico, en que se han batido varios récords de temperaturas máximas invernales. El episodio lo ha provocado la llegada de una masa de aire subtropical extraordinariamente cálido.

Invierno primaveral
La Nochevieja de 2021 y el Año Nuevo de 2022 serán recordados por el tiempo primaveral que reinó en gran parte de España y otros países de Europa Occidental.

A falta de que finalice el episodio meteorológico, el tiempo anticiclónico dominante los últimos días de 2021 y primeros de 2022 en Europa Occidental, afectando de lleno a España peninsular, Baleares y gran parte de Francia, Italia y zonas vecinas centroeuropeas, se enmarca dentro de una situación sinóptica que, desde un punto de vista climatológico, podemos calificar de normal para la época del año, pero que presenta una singularidad digna de análisis, en lo que a las altas temperaturas se refiere. Se han batido varios récords de máximas absolutas de diciembre en algunos observatorios, y caerán, previsiblemente, otros tantos correspondientes al mes de enero.

El tiempo ligado al anticiclón

El tiempo atmosférico en latitudes medias se caracteriza por su gran variabilidad. Sin una periodicidad fija, alternan situaciones de bajas presiones (ciclones extratropicales o borrascas), caracterizadas por una inestabilidad atmosférica (nubosidad abundante, precipitaciones, viento), con otras en las que pasan a dominar las altas presiones (anticiclón). En estos casos, la atmósfera es termodinámicamente estable (aire en calma, cielos poco nubosos o despejados).

En verano, el tiempo anticiclónico es el dominante, con días soleados, secos y calurosos. En invierno, el aire al estar más frío se aplasta contra el terreno, favoreciendo las heladas nocturnas. Si los días previos fueron lluviosos o nivosos, se forman nieblas en zonas donde el aire tiende a quedar estancado, como en los valles fluviales y otras zonas deprimidas del terreno, rodeadas de montañas.

Niebla en invierno
La acumulación de aire frío en los valles y zonas rodeadas de montaña durante las situaciones anticiclónicas favorece la formación de nieblas.

Los anticiclones en superficie están asociados a dorsales en altura. Esta estructura atmosférica podemos identificarla con un domo o cúpula de aire, en la que éste tiende a estar a mayor temperatura que el de la periferia, en la parte media y alta de la columna atmosférica que se extiende de abajo arriba en dicha cúpula. En niveles bajos (desde la superficie terrestre hasta unos cuantos centenares de metros por encima) la tendencia a acumularse aire frío suele dar como resultado una inversión térmica. El tope de dicha inversión marca el tope de los estratos y nieblas que se forman en las zonas antes referidas.

Una subtropicalidad emergente

Los anticiclones invernales suelen ser recordados más por las bajas temperaturas y la persistencia de las nieblas en lugares favorables, que por la suavidad térmica y la templanza; pero en ocasiones –como está ocurriendo estos días– esto no es así, y el tiempo resultante nos recuerda más a la primavera que al invierno. Como estas situaciones están asociadas a desplazamientos de aire cálido de origen subtropical sobre el territorio ibérico, las temperaturas diurnas suelen superar en algunos grados a las que marca la climatología. Tener algunos días en navidades, cuando toca, de cierta templanza es relativamente común, lo que contrasta fuertemente con los días de puro invierno que también tenemos con frecuencia en unas fechas tan señaladas.

Se están registrando temperaturas insólitas para las fechas, propiciado por una masa de aire subtropical extraordinariamente cálido.

Lo que sí que podemos considerar una rareza es lo que estamos experimentando estos días, propiciado por una masa de aire subtropical extraordinariamente cálido. Desde días antes a su advección sobre el territorio peninsular, el Mediterráneo Occidental y otras zonas del oeste del continente europeo, los modelos de predicción ya marcaban anomalías muy destacadas (históricas), de hasta 8, 10 e incluso más grados por encima de la media en el nivel de presión de 850 hPa, que es el más idóneo para hacer el seguimiento de la citada masa de aire. Su irrupción ha dado como resultado registros de temperatura ciertamente insólitos, como los 22,6 ºC de máxima que se midieron en Segovia el pasado 30 de diciembre o los 25,2 ºC del aeropuerto de Bilbao, el día de Nochevieja. Además, esta situación favorece altos niveles de contaminación en las principales ciudades por el estancamiento del aire.

Las temperaturas a unos 1.500 metros están siendo anormalmente cálidas para la época.

Más allá de la sorpresa que causa estar a 20 ºC (o más) un día de Año Nuevo, merece la pena reflexionar sobre la reiteración con la que en los últimos años se están produciendo fenómenos meteorológicos extremos y anomalías de temperatura particularmente acusadas, predominando las cálidas sobre las frías. Con la vista puesta en nuestro entorno geográfico, cada vez están cobrando una mayor relevancia las situaciones en las que domina una componente subtropical (río atmosférico, dorsal de aire muy cálida, chorro subtropical) sobre las estrictamente polares, bien estudiadas y catalogadas desde los tiempos de la Escuela de Bergen. Las alteraciones en la circulación atmosférica en latitudes medias están a la orden del día, y cada vez resulta más difícil desvincular ese comportamiento del calentamiento global.