El viaje en tren más legendario del mundo cubierto de nieve: descubre la experiencia en el Transiberiano en invierno

Desde ciudades heladas hasta el lago Baikal congelado, vive una experiencia única de paisajes infinitos, vagones cálidos y paradas llenas de encanto que transforman cada kilómetro en un recuerdo inolvidable.

Transberiano
El Transiberiano cruza Siberia en pleno invierno, soportando temperaturas de hasta –40 °C gracias a un mantenimiento constante de sus vías. Fuente: www.transiberiano.net

Pocas rutas ferroviarias despiertan tanta fascinación como el Transiberiano. Más que un tren, es un mito en movimiento: casi 10.000 kilómetros de vías que atraviesan Eurasia de oeste a este, uniendo culturas, husos horarios y paisajes extremos.

En invierno, cuando Siberia se cubre de blanco y el termómetro cae en picado, el Transiberiano revela su cara más auténtica y poética. Viajar en esta estación no es solo un trayecto, es una experiencia transformadora.

El Transiberiano, origen de un nombre legendario

El nombre Transiberiano procede, literalmente, de su función: cruzar Siberia de lado a lado. La línea comenzó a construirse en 1891 por orden del zar Alejandro III, con el objetivo de conectar Moscú con los territorios orientales del Imperio ruso y, finalmente, con el océano Pacífico.

Hoy sigue siendo la columna vertebral ferroviaria de Rusia y una de las rutas más largas y emblemáticas del planeta.

En invierno, el Transiberiano no se detiene. Al contrario: continúa operando con precisión casi militar, demostrando la adaptación rusa a uno de los climas más duros del mundo.

Un recorrido épico bajo la nieve

El itinerario clásico del Transiberiano parte de Moscú y finaliza en Vladivostok, a orillas del Pacífico, tras siete días de viaje ininterrumpido. En invierno, el recorrido adquiere un carácter casi cinematográfico: bosques de abedules cubiertos de escarcha, aldeas humeantes bajo el cielo gris y extensiones infinitas de nieve virgen.

Existen también variantes populares como el Transmongoliano, que atraviesa Mongolia hasta Pekín, o el Transmanchuriano. Sin embargo, el tramo más evocador en invierno sigue siendo el siberiano, donde el silencio del paisaje contrasta con el traqueteo constante del tren.

Calefacción y vida a bordo: confort frente al frío extremo

Una de las grandes preocupaciones del viajero invernal es el frío. En este aspecto, el Transiberiano sorprende porque la calefacción en los vagones es potente y constante. Los trenes están preparados para temperaturas exteriores de hasta 40°C bajo cero, por lo que en el interior suele hacer incluso demasiado calor.

Interior tren
Interior del comedor del Transiberiano, donde, gracias a su sistema calefactor, es habitual viajar en camiseta de manga corta mientras fuera el mundo parece congelado. Fuente: National Geographic.

Los vagones disponen de samovar, una caldera de agua caliente que funciona las 24 horas y se convierte en el centro social del vagón. Té, sopas instantáneas y conversaciones improvisadas forman parte de la vida diaria a bordo.

Qué ropa llevar para un Transiberiano invernal

La clave está en vestirse por capas. Ropa térmica, jerséis de lana, pantalones impermeables y un buen abrigo son imprescindibles para las paradas. Gorro, guantes y botas aislantes no son opcionales, especialmente cuando se baja del tren en ciudades donde el frío es seco y penetrante. Dentro del tren, conviene llevar ropa cómoda y ligera para cambiarse, ya que la calefacción puede resultar intensa.

Durante el trayecto, el tren realiza paradas en ciudades como Ekaterimburgo, Novosibirsk, Irkutsk o Ulan-Udé. En invierno, estas paradas son breves pero memorables: estaciones cubiertas de nieve, vendedores ofreciendo pescado ahumado o pasteles calientes, y pasajeros abrigados hasta los ojos.

El lago Baikal congelado, la joya del trayecto

El paso del Transiberiano junto al lago Baikal es, para muchos viajeros, el momento más impactante del recorrido, especialmente en invierno. No solo es el lago de agua dulce más profundo del mundo, con más de 1.600 metros, sino también uno de los más antiguos del planeta, con una historia geológica de más de 25 millones de años.

Entre enero y marzo, el Baikal se congela por completo. Su capa de hielo, extremadamente gruesa y sorprendentemente transparente, crea la ilusión de una inmensa superficie de cristal azul, atravesada por grietas naturales que forman dibujos hipnóticos. Desde la ventanilla del tren, el paisaje resulta casi irreal.

El Transiberiano bordea el lago durante varios kilómetros en el tramo cercano a Irkutsk, siguiendo el histórico trazado circumbaikal, una proeza de ingeniería con túneles excavados en la roca y vías pegadas a la orilla. En invierno, el contraste entre el hielo, las montañas nevadas y los bosques de pinos cubiertos de escarcha ofrece una de las estampas más memorables del viaje.

En invierno, este espectacular lago no es solo un paisaje: es una experiencia sensorial y emocional que resume el espíritu del Transiberiano. Salvaje, inmenso y silencioso, deja una impresión tan profunda que muchos viajeros lo recuerdan como el verdadero corazón del viaje.

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