Un estudio internacional con participación de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha mostrado que la ola de calor que azotó Australia occidental entre 2010 y 2011 dañó considerablemente la zona de praderas marinas de Shark Bay, uno de los mayores almacenes de dióxido de carbono en praderas submarinas del mundo, con más del 1,3% del total de este gas almacenado en suelos de praderas marinas en todo el planeta.